Un total de 181 CEO de las principales multinacionales norteamericanas, a través de la Asociación Business Roundtable firmaban una declaración en la que, bajo el título Statement on the Purpose of a Corporation, se comprometen a crear valor para todos los Stakeholders, no solo para los Shareholders o accionistas como hasta ahora se venía haciendo. En concreto, se comprometen a “entregar valor a nuestros clientes; invertir en nuestros empleados; tratar de manera justa y ética a nuestros proveedores; apoyar a las comunidades en las que trabajamos; y generar valor a largo plazo para los accionistas”. Manifiestan también en la declaración que “Cada uno de nuestros grupos de interés es esencial. Nos comprometemos a entregar valor a todos ellos, para el éxito futuro de nuestras empresas, nuestras comunidades y nuestro país”.
«Los estadounidenses merecen una economía que permita a cada persona tener éxito a través del trabajo duro y la creatividad», declaran en el manifiesto 181 de las 192 mayores empresas estadounidenses que forman la Asociación, creada en 1978 para defender los intereses de sus accionistas. Asi, por primera vez desde su fundación, esta 'mesa redonda de los negocios' aparca el que hasta ahora había sido su único mandamiento («la única responsabilidad social de la empresa es generar ganancias») para, según dicen, apostar por un capitalismo más igualitario.
Entre los firmantes destacan los máximos responsables de firmas como Apple, Amazon, Coca Cola, American Airlines, American Express, Fox, JPMorgan Chase, Walmart, IBM, Motorola, Pepsi, UPS, Western Union, General Motors, ExxonMobil, Macy’s y Johnson & Johnson, quienes hablan públicamente de responsabilidad social corporativa colocándola por delante de las exigencias de rentabilidad de los accionistas.
Incluso detallan su «compromiso» con cada uno de los grupos de interés o stakeholders. A los clientes, «siguiendo la tradición de las empresa americanas», les prometen «satisfacer o superar sus expectativas»; a los trabajadores, «compensarlos equitativamente» y proporcionarles «beneficios importantes», como mejorar su capacitación o fomentar «la diversidad, la inclusión, la dignidad y el respeto»; a los proveedores les ofrecen un «trato justo y ético» y, finalmente, a las comunidades, «respeto» y prácticas sostenibles que protejan el medio ambiente. Cierran esta lista de buenos propósitos los dirigidos a los accionistas, a los que los 181 firmantes reconocen el mérito de ser quienes «proporcionan el capital que permite a las empresas invertir, crecer e innovar» y les prometen generar valor «a largo plazo». Este nuevo horizonte temporal es una de las novedades de la declaración, ya que supondría la renuncia a ciertas estrategias cortoplacistas como aprovechar los bajos tipos de interés para comprar acciones propias en vísperas de la presentación de los resultados.
Críticas: Maniobra política, daño, autodefensa, etc
The Economist lo resumía así: Esta semana, más de 180 de ellos, incluidos los jefes de Walmart y JPMorgan Chase, anularon tres décadas de ortodoxia para prometer que el propósito de sus empresas ya no era servir solo a sus propietarios, sino también a clientes, personal, proveedores y comunidades. Y a continuación entre otras criticas lanzaba las siguientes: "Los motivos del CEO son en parte tácticos. Esperan evitar ataques a las grandes empresas desde la izquierda del Partido Demócrata. Pero el cambio también es parte de una agitación en las actitudes hacia los negocios que se registran actualmente en ambos lados del Atlántico. El personal más joven quiere trabajar para empresas que adopten una postura sobre las cuestiones morales y políticas de la época. Los políticos de varios tonos quieren que las empresas traigan empleos e inversiones a sus hogares.Por bien intencionada que sea, esta nueva forma de capitalismo colectivo terminará haciendo más daño que bien. Se arriesga a afianzar una clase de CEOs inexplicables que carecen de legitimidad. Y es una amenaza para la prosperidad a largo plazo, que es la condición básica para que el capitalismo tenga éxito".
Según Iratxe Bernal en El Correo, la declaración se hace pública sólo unos días después de que el instituto de investigación Economic Policy Institute asegurara que los salarios de los consejeros delegados de estas compañías se sitúan entre 221 y 278 veces por encima de la nómina media de sus respectivos empleados (…)Cobra además mayor relevancia después de que el Economic Policy Institute también cuestionara la relación entre sus elevados salarios y los resultados ofrecidos a los accionistas. (…)En concreto, el análisis situaba la retribución media recibida por los CEO (siglas de chief executive officers) en 2018 entre los 14 y los 17,2 millones de dólares y aseguraba que desde 1978 (año de creación de la mesa redonda) estos sueldos habrían crecido cerca de un 940%. Un incremento que, según aseguraban, únicamente se basa en la capacidad de los propios directivos para negociar su salario a partir de factores que no se relacionan «ni con la mejora de los resultados empresariales ni con el incremento de sus habilidades». El informe justificaba esa conclusión comparando ese incremento del 940% de los salarios de los consejeros delegados con la revalorización obtenida en el mismo período del índice bursátil S&P 500, que fue del 706%.
No obstante, en línea con The Economist, se reconoce que tanto el informe sobre la evolución de los salarios de los directivos como la declaración de intenciones de éstos aparecen en un momento en el que la desigualdad social se está convirtiendo en uno de los temas calientes de la precampaña electoral. A un lado están quienes abogan por reformas en pro de la solidaridad fiscal, la ruptura de los monopolios tecnológicos, el aumento de los salarios mínimos o el incremento de los impuestos sobre los dividendos corporativos. Al otro, quienes estiman que semejante declaración obliga a los responsables de las firmas a ocuparse de cuestiones que no les corresponden o que les permitirá escudarse en la búsqueda de la sostenibilidad para justificar malos resultados a corto plazo. Entre ellos, los directivos de empresas como Alcoa, Blackstone, General Electic, Kaiser, NextEra, Parker Hannifin y State Farm, que no han firmado la declaración. Y en medio, quienes creen que se trata de un brindis al sol que ni es vinculante ni incluye medidas concretas para lograr tan nobles fines y que difícilmente se recordará cuando los accionistas exijan más rentabilidad.
Dice sobre el manifiesto de los 181 CEOs Andreu Pinillos que su primera impresión fue un tanto crítica. De hecho pensé que les había costado 35 años entender la Teoría de los Stakeholders de Edward Freemanen 1984 (Strategic Management: A Stakeholder Approach, 1984) y abandonar progresivamente la Teoría de Shareholder o Teoría Friedman(Capitalismo y Libertad, 1962), que debe su nombre al Premio Nobel Milton Friedman (…). Para Freeman, “la idea básica de crear valor para los Stakeholders es bastante simple. El negocio puede entenderse como un conjunto de relaciones entre grupos que tienen un interés en las actividades que conforman el negocio. Hacer negocios tiene que ver con cómo los clientes, proveedores, empleados, financiadores (accionistas, bonistas, bancos, etc.), las comunidades y los gestores interactúan y crean valor. Entender un negocio es saber cómo funcionan estas relaciones. Y el trabajo del directivo o del empresario es administrar y dar forma a estas relaciones”.Esta manera de ver los negocios por parte de Freeman, supuso un cambio sustancial a los planteamientos de Friedman. En un artículo publicado en 1970 en el New York Times, Friedman decía que su libro Capitalismo y Libertad (1962), planteaba una "doctrina fundamentalmente subversiva en una sociedad libre”, por la cual "hay una y sólo una responsabilidad social del negocio: usar sus recursos y participar en actividades destinadas a aumentar sus beneficios siempre y cuando se mantenga dentro de las reglas del juego, es decir, se involucre en una competencia abierta y libre sin engaños ni fraude”.