El jueves 14 de diciembre de 2017 esa previsión se hizo realidad, mientras Internet dejaba de ser abierta o perder neutralidad por decisión de los Estafos Unidos de Trump y frente a la Unión Europea del Brexit y sus problemas de integración. Walt Disney anunció la compra de una gran parte de 21st Century Fox, por 52.400 millones de dólares (44.300 millones de euros). Esa adquisición incluye estudios de cine y televisión, cable y negocios de TV internacional. Esto en un intento por enfrentar la competencia de las empresas tecnológicas en el negocio del espectáculo.
La noticia provocó conmoción en la industria cinematográfica, debido a que no se pensaba que Rupert Murdoch, principal accionista de Fox, y sus hijos estuvieran dispuestos a vender buena parte del imperio que construyeron en tantos años.
También resonó el impacto de la noticia en el munfo económico, porque Disney es hace tiempo propiedad del conglomerado TimeWarner y este a su vez de la teleco AT&T desde hace varios años, imperio audiovisual global que rivaliza con el de Murdoch. The Walt Disney Company llegó a un acuerdo para adquirir por 52.400 millones de dólares en acciones el negocio de entretenimiento de 21st Century Fox, incluyendo la producción de cine y televisión, así como los intereses de la empresa de Rupert Murdoch en el negocio de streaming. Quedan fuera de la operación los canales de televisión e informativos de la compañía, que serán agrupados en otra independiente cotizada. Los accionistas de 21st Century Fox recibirán por cada título de la compañía 0,2745 acciones de Disney, que asumirá además como parte del acuerdo unos 13.700 millones de dólares en deuda neta de Fox, lo que elevaría el montante de la operación a 66.100 millones de dólares.
Sin embargo, tras esas concentraciones económicas y mediáticas hay mucha política de alto nivel y se juega el futuro de líderes conservadores globales como Trump, May e incluso otros latinoamericanos, como los que han ganado últimamente las elecciones en Argentina, Brasil, Peru y ahora Chile, lo que influirá también en los próximos comicios presidenciales de Colombia.
Conviene recordar al respecto que AT&T posee la mayor parte de las televisiones latinoamericanas. También que el australiano Murdoch es confidente de Trump y May, y según Bloomberg llamó al CEO de AT&T cuatro días antes de la citada operación: CNN ( propiedad de TimeWarner y por tanto de AT&T) se habia convertido en un pararrayos debido a las críticas del presidente Donald Trump, cuyo Departamento de Justicia está revisando la adquisición de la TimeWarner por AT&T. Como jefe del mayor competidor de CNN, Fox News, Murdoch tendría un gran interés en conocer los planes de Stephenson.
Justo cuatro días después volvió a ganar AT&T, por lo que podría haber alguna contrapartida política. Y antes este verano el presidente norteamericano Trump cesó a Steve Bannon, que ante todo era un crítico y un obstáculo para la concentración AT&T. La versión dada entonces por Ibercamous.es fue que el presidente norteamericano cesaba a su mano derecha para salvar apoyos mediáticos ante la fuga de apoyo empresarial, sobre todo ante las grandes digitales como Facebook, Amazon, Google, y un largo etcétera.
De momento, Murdoch, el amigo de Trump y May, impulsor del Brexit británico contra la Unión Europea, deja de oponerse a las concentraciones de AT&T y Trump debuta en Disney, junto a los grandes presidentes norteamericanos. La compañía inaugura en el parque de Orlando una réplica del presidente, un robot con su voz y sus gestos, y hasta EL PAIS de España lo saluda: Durante 25 minutos, los espectadores del Hall of Presidents podrán observar a Trump, en el centro de la escena, escoltado por el primer presidente, George Washington, y Abraham Lincoln. Para lograr una copia tan exacta del presidente, los técnicos de Disney solicitaron a la Casa Blanca las medidas exactas del presidente. Con juegos de luz, sonido y las gesticulaciones propias del republicano, el resultado es una copia casi idéntica.
La versión dada ahora por Disney desvía la atención del posible pacto en la cumbre y es que asumió la compra de parte del imperio Murdich como partida para ofrecer un entretenimiento de alta calidad y con contenidos más atractivos para esta fuerte industria, su objetivo más grande, con lo que construye relaciones más directas con consumidores de todo el mundo y se convierte en el temor más grande de las industrias cinematográficas.
¿Con qué se queda Walt Disney Company tras la compra de Fox?
Según El periódico El Universal, Disney obtendrá Twentieth Century Fox, Fox Searchlight Pictures y Fox 2000, que en conjunto son los hogares de Avatar, X-Men, Fantastic Four y Deadpool. En cuanto a la televisión, Disney obtendrá Twentieth Century Fox Television, FX Productions y Fox21, cuyos programas incluyen "The Simpsons" y "Modern Family." Los accionistas de 21st Century Fox recibirán 0,2745 acciones de Disney por cada una que poseen. La transacción incluye unos 13.700 millones de dólares en deuda.
Según varios analistas, tras esta compra Disney quedará en mejor posición para competir con empresas como Netflix y Amazon. Muchos cambios se vienen para esta industria del espectáculo, las expectativas de los consumidores crecen cada día y las ansias de ver lo que traerá esta negociación acapara la atención de muchos. Paolo Pescatore, de CCS Insight, dijo que "ni siquiera un coloso como Disney ha sido inmune" a los cambios en la manera como los consumidores miran televisión y cine. El acuerdo dará a Disney mayor control del contenido en todos sus aspectos, desde la creación hasta la distribución, lo que significará mayores fuentes de ingreso.Disney ya había anunciado planes de crear su propio servicio de streaming en 2019 para competir con Netflix. Ahora podrá mejorar su oferta con el video adición.
El negocio del espectáculo está sufriendo grandes cambios, y tras el mismo subyacen bambalinas de alta política. Todas las miradas están puestas en esta gran compañía por los desafíos que afronta sobre creatividad y animación.
Ese mismo 14 de diciembre en que AT&T pacta con Murdoch toca a su fin la neutralidad en la red en Estados Unidos o la internet abierta, mientras que paradójicamente la Europa que menos contribuyó a crearla la reclama. La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, en su siglas inglesas), bajo control republicano, aprobó el mismo día por tres votos contra dos la retirada de las medidas establecidas en 2015 con Barack Obama para blindar la equidad en internet. Frente a una red entendida como “bien público”, donde los proveedores del servicio están obligados a tratar por igual todos los datos sin importar su origen, tipo y destino, se va a imponer un sistema que permite diferentes velocidades en función del pago y de los intereses de los operadores. Un triunfo del liberalismo, una derrota de las grandes tecnológicas y, como mínimo, una incógnita para el consumidor.
Para cualificados observadores, el sector tecnológico que impulsó los mercados globales ahora parece estar impulsando también las decisiones regulatorias y aquellas relacionadas con fusiones y adquisiciones de empresas, como la comentada de Disney al comprar activos de 21st Century Fox tras la oferta de AT&T por Time Warner, ambas reacciones al poder de Netllix y Amazon. O la fusión CVS-Aetna, que apunta a contrarrestar el crecimiento de Amazon en el mercado farmaceútico y también el probable ingreso de Google en el campo del cuidado de la salud.
Y concluye el mismo medio que lo que se pierde en todo este debate bien puede ser el consumidor norteamericano.
Incluso si EE.UU. tuviera un Gobierno que le importara hacer cumplir normas antimonopólicas más allá de las politizadas batallas del presidente Donald Trump sobre si Time Warner debería desinvertir en su archi enemigo de los medios CNN, las políticas predicadas en modelos antiguos que no abordan los problemas de la era digital no nivelarán el campo de juego. Mientras tanto, la eliminación de la neutralidad de Internet no perjudicará a las FANG porque pueden pagar fácilmente las tarifas que fijen los proveedores. Pero eso podría crear una Internet premium y otra clase económica para los consumidores. Lo que necesitamos es una aplicación equitativa y consistente de las normas de defensa de la competencia. Lo que probablemente signifique proponer reglas nuevas.