Con frecuencia, muchos analistas críticos o «de izquierdas» intentan explicar esta aparente paradoja como una cuestión de voluntades, más allá de detenerse en el análisis de las leyes o regularidades introducidas por la tecnología, que según anticiparon en "Digitalismo" hace dos décadas los profesores José B Terceiro y Gustavo Matías nos introdurán en un capitalismo distinto al mercantil, industrial o incluso financiero.
La dicotomía habitual es clara. Por un lado, se encontrarían los ricos, la derecha, en definitiva los «malos» de la película, sedientos de beneficios rápidos y cuantiosos, y capaces de cualquier cosa para lograrlos. Por otro lado, estaría el pueblo, la izquierda, los «buenos» por naturaleza. Con este diagnóstico, es muy seductora la tentación de pensar que si mandasen los «buenos» en lugar de los «malos» las cosas cambiarían a mejor.
Pero no cambiarán. En El colapso del capitalismo tecnológico, Alfredo Macías argumenta que desde los años setenta el sistema económico es incapaz de acumular valor real de modo auto-sos- tenido, y tiene que recurrir cada vez más a la producción de capital ficticio, con lo que tan solo pospone su colapso. En medio del optimismo tecnológico con que nos abruman los medios de comunicación, se nos oculta que la producción de valor ha alcanzado su límite interno absoluto, que el capitalismo sucumbirá como consecuencia del desarrollo de su propia lógica. En este sen- tido, concluye Macías, la situación es crítica y, si no se evita, el actual sistema económico nos con- ducirá a un colapso definitivo.
Profesor en el Departamento de Economía de la Universidad de León. Doctor en Economía Internacional y Desarrollo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha ejercido labores de docencia e investigación, entre otras instituciones, en la Universidad de Santiago de Compostela, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad Carlos III de Madrid. Autor de numerosos artículos en revistas nacionales e internacionales, ha recibido el Premio a la calidad de la investigación en desarrollo humano (2010) y el Premio de Economía “José Luis Sampedro” (2011).