jueves,18 agosto 2022
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El riesgo de nueva crisis financiera europea, aún evitable

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Hay muchas razones para temer una crisis financiera como lo hacen los últimos días los mercados de acciones y deudas.La principal es que las instituciones políticas europeas no han aprendido mucho lecciones de los últimos años para reducir a tiempo los riesgos. Patronales, sindicatos y consumidores presentes en el Comité Económico y Social Europeo (CESE) se han mostrado más inquietos en sortear algunos de esos riesgos que BCE, Comisión, Parlamento y Consejo.Sul tiempo se acaba este mes de junio.

Esa Inquietud social ante los riesgos presentes y futuros de la unión financiera europea la resumimos para una tribuna de opinión que publicó hace dos semanas CincoDias-EL País  bajo el titulo ¿Está Europa hoy más cerca de lograr la unión financiera?. Nuestra conclusión era que si, aunque no lo suficiente para evitar otra crisis financiera con la que los últimos días especulan los mercados ante la falta de decisión de los políticos, panorama rama ahora complicado con la inestabilidad política derivada del populismo en Italia y de la corrupción en España.

George Soros advertía ayer de que la política global podría estar conduciendo al mundo a otra debacle financiera. "Es posible que nos encaminemos a otra gran crisis financiera", dijo en París tras consider que el enfriamiento de las relaciones entre EEUU y Europa impactará negativamente en la economía europea y agravará la "crisis existencial" que padece la región. "Todo lo que podía salir mal, ha salido mal" y que, para superar sus cada vez "más graves" problemas, la unión necesita "reinventarse" ante asuntos como la crisis de refugiados, el auge del populismo, la fragmentación territorial ejemplificada por el Brexit, y los efectos de la política de austeridad generada a raíz de la crisis financiera, un fenómeno que, en su opinión, "ha obstaculizado el desarrollo económico de Europa".

Lo grave del caso es que no le falta razón a Soros, porque especialmente la situación italiana complica las ya escasas posibilidades de que la cumbre prevista para finales de junio por los jefes de Estado y de gobierno de los países miembros de la unión europea sea capaz de dar una respuesta adecuada junto a Parlamento, Comisión y BCE, las dos primeras pronto abocadas a su parálisis ante las elecciones europeas de la próxima primavera, y el Banco Central a la renovación de junio para sustituir el tándem de presidente italiano y vicepresidente portugués que cambio la política monetaria europea a partir de finales de 2012 oara sacar a Europa de la recesión. Les dejamos pues a continuación el artículo comentado con sus ilustraciones originales:

La unión bancaria y fiscal fueron desde inicio de la crisis en 2008 las principales respuestas europeas para evitar su fragmentación y la ruptura del euro, junto a la política monetaria expansiva anunciada por el BCE a partir de finales de 2012. Desde el Comité Económico y Social Europeo(CESE), los autores han sido testigos de las inquietudes de los representantes de empresarios, trabajadores y consumidores para completar la unión económica y monetaria y protegerse ante futuras crisis. Tarea que, por sus demandas y expectación, y porque 2019 será año electoral, debe culminar en junio la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, ahora en preparación. 

Inquietan los bajos niveles de integración bancaria y financiera, que contribuyen a frenar la integración económica durante crisis como la vivida la última década, que ha llevado a la desconvergencia real entre países y regiones europeos. Ello ha acentuado la fragmentación no solo bancaria, sino también financiera. 

La situación mejoró algo desde aquel 2012, cuando el CESE proponía al BCE, a la Comisión y a los colegisladores ir más allá de europeizar con normas unificadas la supervisión de los bancos sistémicos y los procesos de resolución, así como los fondos de garantía de depósitos nacionales. El consenso mayoritario de los agentes sociales y civiles les pedía añadir otras medidas para revertir la desintegración y avanzar hacia una zona monetaria óptima: mayor movilidad del trabajo en la UE con más solidaridad.

El CESE concretó tales objetivos en 2014 al dictaminar la unión fiscal, a fin de lograr superiores libertades y movilidades no sólo para los capitales, sino para el trabajo:  mutualizar deuda pública europea, presupuesto propio para la Eurozona, seguro de desempleo europeo pagado por justas transferencias fiscales más beneficiados de la UE según acrediten sus excedentes comerciales (Alemania va casi por seis veces el chino en PIB), mayor seguridad para todo tipo de ahorros de la ciudadanía, etc. 

Estas ambiciones, entonces asumidas por el Gobierno de Rajoy, ahora son abandonadas por este y otros, para limitarse a avanzar en concretar plazos para lograr un fondo de garantía de depósitos bancarios, así difícilmente eficaz. Pero el CESE se ha pronunciado casi unánimemente a favor de “Culminar la unión bancaria”,mediante medidas que refuercen los pilares de la supervisión y la resolución bancaria (un Fondo Monetario Europeo como cortafuegos del MUR), y alienten una mayor reducción y distribución del riesgo, que por fin allane el camino para alcanzar el tercer pilar de la Unión Bancaria.

Esto se debería traducir en profundizar en la integración financiera actualmente a la mitad que antes de la crisis, tras ir desde 2016 a la baja, sobre todo en precios (1):

1. Indicadores de integracion financiera

Pero también en facilitar la movilidad laboral, que incluso ha perdido más que la anterior, según el FMI ( 2). 

2. Indicadores de movilidad del trabajo

Para lograr todo ello, el CESE reclama desde  2014 una unión fiscal, que sintetizábamos en una serie de reformas para que Europa funcione. Reformas a las que ahora renunciarán en la cumbre de junio junto con España países centrales (Alemania y en parte Francia) y otros menores que influyen en sus críticas (Holanda, Dinamarca, Luxemburgo y buena parte de los países del Este). 

Cierto que, para no recaer en crisis de confianza futuras, Bruselas ha concretado algo las fases para lograr un Fondo de Depósitos Europeo, aunque sin lograr armonizar los nacionales. Aún más inquietante es que, pese a los logros de la recuperación, la banca europea aún tiene casi un billón de créditos dudosos, niveles acumulados que aún triplican los de la banca norteamericana y nipona (3). 

3.Capital y NPLs europeos, de EEUU y Japon

En el último de recuperación (datos hasta mediados de 2017), se han reducido de media desde el 5,6% de los activos bancarios hasta el 4,6% y aumentaron sus provisiones desde el 47,6% al 50,8%, aunque con grandes diferencias entre países (4) y mayores tenencias de deuda pública en países con más morosos (Italia y España: 5) 

4.Evolución de las carteras de créditos morosos

5.Tenencias de deuda pública durante la crisis

Pero el reciente endurecimiento en las provisiones bancariascontra morosos serán para los del futuro

Así, el vínculo entre bancos y deudas soberanas sigue siendo tan alarmante como antes de empezar la crisis, mientras todavía faltan limitaciones plausibles a los rescates pagados por los contribuyentes, cuando la mayoría de los países incumple normas resolución y garantías de 2014. En aras de la mejor gobernanza para desestresar la banca y asegurar depósitos privados (cuando los empresariales y públicos han demostrado ser los que más contribuyeron en recientes crisis bancarias), la UE optará por el alivio fiscal a los estados como freno a los auges populistas, no por frenar las posibles causas de desencanto de éstos.

Sí hemos constatado un amplio consenso para alcanzar la unión de los mercados de capitales, en cuyo volumenEuropa no llega ni a la cuarta parte del mercado norteamericano, cuota muy superior al doble que la de su economía y el comercio. Preocupan menos al CESE esas dimensiones que la vulnerabilidad de un sistema financiero bancarizado en más de un 80%, cuya buena salud resulta indispensable para financiar adecuadamente en precio y cantidad una deuda pública acrecentada desde entonces.

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