El cambio horario se efectúa dos veces al año -el último domingo de marzo y el último de octubre- en todos los países de la Unión Europea (UE) desde 1981, año en el que entró en vigor la directiva, aunque se aplicó por primera vez durante la I Guerra Mundial con el objetivo de que las factorías trabajaran una hora más. En la actualidad, según un estudio de la Comisión Europea de 1999, la medida tiene impacto positivo sobre la economía, ya que beneficia a diversos sectores.
Según estimaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), dependiente del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, el potencial de ahorro en iluminación por el cambio de hora podría llegar a representar un 5% del consumo eléctrico en iluminación, lo que equivale a 300 millones de euros. De esa cantidad, 90 millones correspondería al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar si se reducen las horas de luz artificial.
Sin embargo, también tiene una afectación en los biorritmos del ser humano, sobre todo de la población mayor y de los niños. Es por ello que los expertos recomiendan, en la medida de lo posible, no modificar en exceso los hábitos durante el día en el que se produce el cambio, aunque si bien es cierto puede comportar en muchos casos perder una hora de sueño.
El horario estival se mantendrá hasta el próximo 28 de octubre, cuando los relojes deberán retrasarse de nuevo una hora.