jueves,18 agosto 2022
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Unos 250, en los sótanos de la Facultad de Medicina

Expediente en la Complutense por hacinar cadáveres sin control ni higiene

Redacción
La Universidad Complutense de Madrid ha abierto un expediente informativo para aclarar el hacinamiento de cadáveres en el Departamento de Anatomía y Embriología Humana II de la Facultad de Medicina. Allí yacerían unos 250 cuerpos donados a la ciencia y acumulados sin control ni higiene durante siete años, según EL MUNDO. "El funcionario del horno crematorio se jubiló y aún no hemos podido sustituirle", explica Ramón Mérida, director del departamento ahora investigado.

El Rectorado de la Complutense dice que no tenía conocimiento de lo denunciado, mientras, fuentes de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid han subrayado que las universidades son autónomas, por lo que no tiene competencias para investigar.

Según El Mundo, unos cadáveres se agolpan envueltos en sudarios sin identificación alguna, pegados entre sí por bloques de hielo, dentro de una cámara frigorífica que los mantiene relativamente frescos para que los estudiantes los utilicen. Brazos y piernas casi saponificados salen por aquí y por allá, en una escena que recuerda a una fosa común.

Otros cadáveres están en tinas con formol, también apiñados, pero el hacinamiento es tal que algunos de ellos sobresalen y se presentan descompuestos. Hay unas ocho o 10 tinas por todo el departamento, con una decena de cadáveres cada una aproximadamente. Y el tercer contingente de cuerpos se encuentra en el «secadero». Se trata de la estancia en que los cadáveres ya utilizados por los estudiantes aguardan al horno crematorio. donde se mezclan brazos con cabezas, troncos sueltos, piernas rajadas con los huesos al aire y pies ennegrecidos. La higiene es nula. El suelo está resbaladizo a causa de las grasas y fluidos que los cuerpos van soltando.

Fuentes de la facultad explicaron que Anatomía II no ha cortado la recepción de cadáveres pese a la falta de espacio. Según Mérida, el departamento recibe «unos 50 al año».

Olor a muerte

Según los reporteros Alsedo y Herráiz, el horrible aroma de la muerte se mezcla con años y años de soluciones de formol inyectadas en dosis de 20 litros a cada voluntario que donó su cuerpo, un ambiente que ataca al visitante como un vapor venenoso, quemando la garganta al respirar.

Apenas unas 20 personas tienen acceso a estos sótanos, aunque en realidad cualquier estudiante curioso puede colarse a verlo: las prácticas se hacen en el piso de arriba, nada impide bajar al sótano del horror y no sería la primera vez que un bedel encuentra a algún curioso vagando, guiado por el morbo.

La situación, que puede suponer riesgo sanitario para los trabajadores, ha sido denunciada por responsables sindicales a Ramón Mérida, quien niega peligro para los operarios: «Además, los cadáveres infectados en absoluto se tocan, se incineran directamente, por supuesto». Y remata: «Todo está en vías de solución: el funcionario prejubilado ocupará los 40 días que tiene que trabajar al año quemando restos, y lo demás lo llevaremos a otros hornos».

Sin protocolos legales

Un portavoz de Sanidad de la Comunidad de Madrid aseguró que no existe normativa al respecto, ni regional ni nacional, y que todo depende de las diferentes facultades de Medicina que reciben los cuerpos. Cada comunidad es competente en la llamada Sanidad Mortuoria, pero eso sólo incluye enterramientos, traslados o autopsias, no la donación de cuerpos a la ciencia. Un vacío legal parece desamparar a todos estos muertos.

Sin embargo, en el departamento contiguo, Anatomía y Embriología I, sí existe un estricto protocolo de actuación. Los cuerpos se ordenan en estanterías, metidos en bolsas, con etiquetas identificativas, no sólo de los fallecidos, sino también de las causas de sus muertes, y sus restos son cuarteados y retirados en cubos cuando ya han sido utilizados para los experimentos. Justo lo contrario que en Anatomía II. 

La donación de cuerpos crece

«Tenemos que estar muy agradecidos de que se donen cuerpos a la ciencia, porque son algo insustituible. No hay simulación, maniquí ni multimedia que puede imitar la realidad ni la calidad de un cuerpo humano real», explica Francisco Sánchez del Campo, catedrático de Histología y Anatomía de la Universidad Miguel Hernández (Alicante). Las donaciones, aclara, sirven para que médicos, enfermeras, fisioterapeutas, podólogos y otros especialistas aprendan nociones fundamentales sobre la anatomía del cuerpo humano. Pero, además, también son claves para el desarrollo de nuevas técnicas quirúrgicas o la investigación de nuevas vías de abordaje terapéutico.

En principio, cualquier persona mayor de edad puede hacerse donante, pero no todos los cuerpos se consideran aptos para su utilización. «Se descartan los cadáveres de personas que hayan donado previamente sus órganos, que se hayan sometido a una autopsia, que padecieran una enfermedad infecto-contagiosa o que presentaran una obesidad mórbida», apunta Sánchez del Campo. Según este especialista, en los últimos años han aumentado las donaciones de cuerpos en España. «Cuando comenzó a extenderse la práctica de la incineración, las cifras de donación entre los españoles comenzaron a crecer. La crisis puede haber ejercido cierta influencia en este aumento, porque los servicios funerarios son caros, pero es difícil establecer una relación clara», indica.

Cuando un cuerpo se dona a la ciencia, se somete a una serie de procedimientos para que pueda utilizarse sin problemas en la mesa de disección. En primer lugar, a través de un vaso sanguíneo se infunde un líquido de fijación al cadáver. Acto seguido, lo más habitual es introducir el cuerpo en una balsa con formol, alcohol, glicerina y otros compuestos, donde permanecerá unos meses. Después, se conserva en una cámara frigorífica a unos 5º para garantizar su viabilidad. «En docencia, el tiempo medio de utilización de un cadáver en nuestra universidad es de unos dos años, aunque si se emplea para cirugía estos tiempos son variables», explica Sánchez del Campo. Cuando ya no son útiles para la investigación o la formación, «los cadáveres donados se incineran y las cenizas resultantes se depositan en un cementerio».

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