El tradicional discurso, grabado por vez primera en el Palacio Real y no en La Zarzuela, tampoco citó expresamente la crisis catalana ni la corrupción. Sin mencionar la crisis política, el Monarca invocó la “pluralidad política expresada por las urnas”, una nueva realidad que trae “sensibilidades, visiones y perspectivas distintas” y que comporta “una forma de ejercer la política basada en el diálogo”.
Felipe VI urgió "a las instituciones" concordancia con la sociedad, “que caminen siempre al mismo paso del pueblo español al que sirven y representan”, “con las demandas de rigor, rectitud e integridad que exigen los ciudadanos para la vida pública”. Esta se interpreta como su única alusión implícita a la corrupción, mientras que en su primer discurso de 2014 la regeneración de la vida política tras los escándalos aflorados hasta entonces fue uno de los principales retos de su alocución.
En esta ocasión, el mensaje real centró la mayor carga social en la inquietud por la situación económica, cuya mejora defendió como “una prioridad para todos”. A este respecto, recordó el deber de las instituciones con “los ciudadanos, las familias y especialmente los más jóvenes” para que puedan recuperar “la tranquilidad y la estabilidad con las que afrontar el futuro”.
El Rey propuso apreciar los logros de España, valorar su pluralidad política y diversidad lingüística y reconocerse en todo lo que comparten los españoles sobre el cimiento de la Constitución. España está ante una nueva legislatura que “requiere todos los esfuerzos, todas las energías, todas las voluntades democráticas” de las instituciones españolas “para asegurar y consolidar” la posición alcanzada. Pero también para “adecuar” su progreso político “a la realidad de la sociedad española de hoy”.
Felipe quiso transmitir “un mensaje de esperanza en que la reflexión serena, el contraste sincero y leal de las opiniones, y el respeto tanto a la realidad de nuestra historia, como a la íntima comunidad de afectos e intereses entre todos los españoles, alimenten la vigencia de nuestro mejor espíritu constitucional”.
El Rey situó en el centro de la solución a las Cortes Generales, “como depositarias de la soberanía nacional” en la Monarquía parlamentaria. Como “titulares del poder de decisión sobre las cuestiones que conciernen y afectan al conjunto de españoles”, son la instancia en la que los partidos deben debatir y dialogar para “decidir los asuntos esenciales”, como los que tiene planteados en este momento.
El Rey insistió en el imperativo de “seguir caminando con la voluntad de entendimiento y con espíritu de unión”. “Con diálogo y con compromiso, con sentido del deber y con responsabilidad” para mantener el “compromiso ético” de un pueblo que hace décadas “decidió, de una vez por todas, y para siempre darse la mano y no la espalda”. Felicitó las fiestas a los españoles en las cuatro lenguas del Estado (castellano, gallego, vasco y catalán).
Felipe VI habló desde el Salón del Trono del Palacio Real de Madrid, donde la Corona celebra los actos de Estado, lo que se interpreta como un recurso a símbolos para “expresar, con la mayor dignidad y solemnidad, la grandeza de España” y la proximidad al pueblo, ya que la Zarzuela es inaccesible para el mismo y el Palacio Real está siendo el monumento más visitado del Patrimonio Nacional (casi un millón de personas el último año).
Frase destacada por la Casa Real
"… Con estas razones, y compartiendo estos sentimientos, haremos honor a nuestra historia, de la que hoy somos protagonistas y cuyo gran legado tenemos la responsabilidad de administrar; y fortaleceremos nuestra cohesión nacional, que es imprescindible para impulsar nuestro progreso político, cívico y moral; para impulsar nuestro proyecto común de convivencia. Porque ahora, lo que nos debe importar a todos, ante todo, es España y el interés general de los españoles. …"
Mensaje de Navidad de Su Majestad el Rey
Palacio Real, 24.12.2015S.M. el Rey
