jueves,18 agosto 2022
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Malos tiempos para la libertad de expresión

Feminazismo podemoide: La Banda la Porra

José Ángel García Landa Vanity Fea
"Una cosa hay más injusta que la Injusticia: la Justicia sin su espada". (Oscar Wilde)

Corren (siempre corren) malos tiempos para la tolerancia y para la libertad de expresión. De hecho la propia idea de 'tolerancia' se ve como ofensiva, en un curioso quiebro del razonamiento. 'Tolerancia cero' es una frase que va más a tono con los tiempos: y se aplica generosamente, la Tolerancia Cero.

En EE.UU. es Milo Yiannopoulos, el "gay de Trump", el que levanta las iras de los podemoides locales. Aquí es a Vox a quien no dejan abrir la boca. Señal de que molestan y ofenden al pensamiento único biempensante.

Aquí igual que en los disturbios contra la libertad de expresión en las universidades norteamericanas. Para vergüenza de la libertad de expresión y de pensamiento crítico, pervertida en la Universidad y acogotada por el discurso falsario e intolerante del pensamiento único disfrazado de "corrección política" y "respeto":

 

Y hoy lo vemos en la Universidad de Sevilla. Pero también en Madrid (con Pablemos orquestando los escraches) o aquí en Zaragoza, a cada dos por tres.

 

Si América es el futuro, no iremos a mejor:

Un dato que no debería pasar desapercibido tanto en un caso como en otro. El mayor atentado a la libertad de expresión no viene por parte de los mastuerzos y matones que interrumpen un acto público, sino por parte de las autoridades, que se niegan a imponer el orden públco cuando éste se ve alterado. Tanto en EE.UU. como en España, las autoridades académicas impiden la actuación de la Policía para restablecer el orden, actuación que era solicitada por los organizadores del acto.

Con lo cual están entregando el gobierno de la Universidad a la Banda de la Porra. Es, una vez más, lo que Benda llamaba la traición de los intelectuales, o de los académicos. Siempre dispuestos a doblegarse ante el matonismo, si éste viene disfrazado de moda y de actualidad, y de radicalismo activista.

Con autoridades así, tenemos matonismo asegurado para rato. Aquí más que nunca, quedarse parado y dejar hacer es una forma solapada de tomar partido: partido a favor del más bruto, de quien se salta las normas, y en contra de quien las respeta y se atiene al amparo de la ley.

Es pervertir la ley de la manera más infame.

 

 

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