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Fórmulas para lograr ser un país más generoso

Infolítico Infolítico / Actualizado 11 diciembre 2019
Ignacio Garralda, presidente de Mutua Madrileña, recibió esta noche el Premio Forbes a la Filantropía 2019 de manos de Isidro Fainé, de Caixabank, en una cena a la que excusé acudir entre los invitados del sector empresarial, cultural, económico y social. Reproduzco, sin embargo, mis opiniones a "Economistas" a raíz de que la Asociación Española de Fundraising declaró su prioridad que los Gobiernos entiendan mejor el valor de la filantropía para que empresas y ciudadanos colaboren con las ONGs

Más de la mitad de la población ha colaborado en alguna ocasión con el Tercer Sector, aunque muchos desconocen la ventajas sociales, económicas y psicológicas que ello conlleva. En España, el fundraising es en una herramienta que permite poner en contacto a entidades no lucrativas (ENLs) con ciudadanos y empresas para mejorar el bienestar social de todos. 

La OCDE ya lo recomienda en su primer informe global sobre el estado de la filantropía, donde como pilar fundamental para lograr la Agenda de Desarrollo Sostenible en los próximos años debe mejorar la divulgación de información por parte de las entidades no lucrativas y los donantes, no solo con otros donantes, sino con los gobiernos de los países receptores. También sugiere fortalecer el entorno legal e institucional para apoyar este tipo de organizaciones. Según el informe de la OECD, la financiación privada de las entidades no lucrativas es modesta en comparación con la ayuda pública, pero su impacto potencial es alto, ya que permite poner en contacto al ciudadano con la ONG y generar mayor conocimiento de las causas y conciencia a largo plazo.

La filantropía es cada vez más importante, y su impulso debería estar en la agenda de todos los Gobiernos, ya que gracias a ella se puede contribuir a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos:  erradicar la pobreza, proporcionar acceso de calidad a la atención médica, promover la cultura, ayudar a los colectivos desfavorecidos, y un largo etcétera. Pero para aprovechar todo su potencial, las ENLs necesitan que la sociedad en sus conjunto (sociedad civil y empresarial y administraciones públicas) entienda los beneficios que ello conlleva.

Está demostrado por los hechos y numerosas investigaciones académicas que el fundraising es una herramienta que permite desarrollar la filantropía en España. A veces poco conocido, pero en muchas ocasiones resulta decisivo para las entidades no lucrativas y sociales. En España, a diferencia de otros países europeos, su peso y función se ha ignorado hasta ahora por los reguladores, no así por los ciudadanos, que cada día contribuyen más al tercer sector a través de donaciones privadas.

Los socios de la Asociación Española de Fundraising, más de un centenar de ONGs, lo saben y lo llevan haciendo mucho tiempo a través de las distintas herramientas de fundraising o captación de fondos: cartas enviadas por correo ordinario; llamadas de teléfono (telemarketing); face to face (es decir captadores de fondos en las calles); a través de correo electrónico; SMS; anuncios de televisión y radio; anuncios en periódicos; carteles; artículos en revistas; eventos, etc.

El término fundraising, el más habitualmente utilizado en el sector, es menos conocido por el público en general.  Pero todo ciudadano que haya entrado en contacto con una ONG probablemente lo habrá hecho a través de una herramienta de fundraising. También es un desconocido para muchas administraciones públicas, pues en España carece de marco legal. Aquí, al contrario que en otros Estados de la UE, la situación regulatoria del fundraising parte de mínimos, pues ni siquiera puede afirmarse que la sociedad en su conjunto y las propias ONG conozcan cuál es el significado del fundraising, ni cuáles son las ventajas como herramienta de financiación para el Tercer Sector en nuestro país. 

Si el Gobierno proporcionara un fortalecimiento legal y normalización de la filantropía, España podría ser el país europeo más solidario y liderar esa agenda la actual Agenda de Desarrollo Sostenible, cuyos ODS 2030 actualizan los objetivos de sostenibilidad no solo económica y medioambiental, sino también social e intergeneracional.  Sin recaer en una excesiva regulación que lo límite, combinar autorregulación y normativa reguladora podría ser el mejor camino para promover esa filantropía española, como herramienta complementaria que permite asegurar la sostenibilidad de las ENLs y seguir así promover mejor la filantropía privada: la responsabilidad social corporativa (RSC) demandada a empresas y demás agentes institucionales, no sólo a los ciudadanos. Los incentivos fiscales, por ejemplo, pueden tener un gran impacto en las donaciones y en la cultura general. No se trata simplemente del incentivo financiero para aquellos que donan, sino también de transmitir el mensaje de que el Gobierno reconoce el papel clave de las ENLs, incentivando al público a donar.  

El estudio “El fundraising como herramienta de responsabilidad y compromiso social. Situación legal en la Unión Europea. Estado de la cuestión en España y propuestas de reforma”  por ejemplo, demuestra que la reforma fiscal del 2015 acabó potenciando, en general, las donaciones de las personas físicas. Según datos de Hacienda, las deducciones por donativos para actividades de interés general aumentaron entre los años 2015 y 2017 más de un 37%, debido a reforma fiscal de 2015 que incrementaba las desgravaciones fiscales del IRPF. Cada español, exactamente se dedujo de la cuota tributaria del IRPF, por donaciones y otras aportaciones, una cantidad media equivalente a 10,1€ en 2016, valor un 38% superior al de 2015, que fue de 7,3€, y un 113% mayor al de 2014, cuando había sido de 4,7€ euros.

Si bien la gran mayoría de las naciones europeas ofrecen incentivos fiscales para promover las donaciones, varian mucho en términos del tipo de incentivo disponibles, tal y como aparece reflejado en el informe de la Asociación Europea de Fundraising sobre la fiscalidad de las donaciones “Tax Incentives for Charitable Giving in Europe”.  El Reino Unido, por ejemplo, ofrece el más esquema inclusivo, sin limitación de las deducciones por donativo o restricciones por causa, y las donaciones benefician más a las entidades no lucrativas que a los donantes, a excepción de las donaciones empresariales. 

Según “El estudio perfil del donante 2018”, la sociedad española entiende cada vez mejor el papel del fundraising, limitado a buscar recursos privados. Sus contribuciones siempre voluntarias al tercer sector han crecido los últimos años tanto en personas físicas como en empresas. El 55% de la población española (21.832.559 ciudadanos) ha colaborado económicamente en alguna ocasión con alguna entidad no lucrativa y el 36% (14.290.403 ciudadanos) afirma haberlo hecho en los últimos 12 meses, pero todavía nos encontramos a la cola de Europa. En los datos de la Asocación Europea de Fundraising, España se encuentra lejos de los países de la UE que alcanzan mayor número de donaciones, como Reino Unido, Alemania, Italia y Francia. Incluso por detrás de países como menos densidad de población como Suiza y Holanda: 

 

Con una sociedad más solidaria podríamos asegurar mayor sostenimiento del sistema. Además, las culturas generosas traen innumerables beneficios. Existe una relación muy estrecha entre la generosidad y felicidad, que evidencia en la literatura académica la existencia de posibles fuerzas causales en ambas direcciones. El informe sobre la Felicidad 2019, elaborado por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (United Nations Sustainable Development Solutions Network), a través de una encuesta anual sobre el estado de la felicidad mundial, combina el uso de datos de encuestas, para mostrar el vínculo positivo entre generosidad y felicidad. Ese mismo informe clasifica a 156 países según lo felices que se sienten sus ciudadanos, y sitúa a España en el puesto 30, lo que indica que quizá la generosidad nos haga felices, pero todavía tenemos un largo camino por recorrer.

En aras de ese progreso hacia la consecución de un país más generoso, debemos animar que se acentúe dicha tendencia. Eso significa regular mejor e introducir los incentivos necesarios para que las cosas mejoren. Para ello, es necesario mejorar incentivos fiscales a personas físicas y empresas para que colaboren más a estabilizar la economía y el bienestar de los españoles. El proyecto de Presupuestos 2019, que decayó al anticiparse las elecciones generales del 28 de a abril, ya incluía un impulso al mecenazgo, al elevar el límite del 10% al 15% de la base desgravable del IRPF y del Impuesto de Sociedades, aunque limitado a las donaciones para iniciativas culturales del sector público y de entidades sin ánimo de lucro. En aras de esa estabilidad, hay que incluirlo en la ley general, no solo en los presupuestos de un año, y extenderlo a la decena de actividades que abarca el fundraising. 

Desde la reforma fiscal de 2014, tales incentivos están limitados para personas físicas al 75% de la base de la deducción de los primeros 150 euros,  y esa base deducible no podrá exceder del 10% de la base liquidable del periodo impositivo. Pero el propio PP, en su propuesta de ley de mecenazgo, quiso extender ya fuera del Gobierno la deducción de quien exceda de 175 euros al 80% y elevar el límite al 20% de la base, mientras Ciudadanos defendía para lo primero el 100% de los 150 primeros euros. En el IRPF, el consenso idóneo sería que la ley llegara al 80% de la base de deducción y 20% de la base liquidable del periodo impositivo, sin perder derechos en los diez años inmediatos y sucesivos, y elevar el 90% de la desgravación de los primeros 175 euros donados.

Para Sociedades, bastaría con deducir en cuota íntegra el 60% de la base, sin exceder del 15% del periodo impositivo. Las cantidades que excedan de este límite se podrán aplicar en los períodos impositivos que concluyan en los diez años inmediatos y sucesivos, sobre todo entre las PYMES, sector donde las políticas de incentivos deberían mejorar.

Sorprende por todo ello que la filantropía no aparezca en la agenda o entre los objetivos de muchos gobiernos, pues como hemos resumido aquí trae numerosos beneficios en cumplir los ODS, desarrollar el bienestar social, y avanzar hacia una sociedad más generosa y una sostenibilidad de las causas sociales. La sociedad española ya ha demostrado su solidaridad y compromiso en muchas ocasiones al responder a campañas de captación de fondos de forma abrumadora. Ahora solo hace falta que la instituciones públicas incluyan esa filantropía en su agenda.

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