Como por ejemplo pasar demasiadas horas delante de la televisión, la situación socioeconómica de la familia, la falta de ejercicio físico o diversas circunstancias del colegio y el vecindario. Sin embargo, el resultado sigue siendo concluyente.
En concreto, tras hacer un seguimiento a 11.740 estudiantes de todo Estados Unidos, observaron que los niños que consumían habitualmente comida basura en quinto de primaria –con diez u once años–, tres cursos después sacaban unas notas en lectura, matemáticas y ciencias un 20% peores que sus compañeros mejor alimentados. Además, al analizar los datos, los expertos descubrieron que los alumnos que incluían moderadamente la comida rápida en su dieta –entre una y tres veces a la semana– solo flojeaban con respecto a los niños que no la probaban en una materia: las matemáticas.
La posible explicación es que ese tipo de alimentación es pobre en nutrientes como el hierro, que ayuda al desarrollo cognitivo, e incorpora demasiadas grasas y azúcar, las cuales afectan negativamente a la memoria y la facultad de aprendizaje.