jueves,18 agosto 2022
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La esquina vacía

Javier Esteban / Publicado el 11-4-2021, reproducido el 10-5-2021
José Ángel Valente recuerda en uno de sus textos al emperador Hui Tsung, de cuyo legado artístico y cultural –ya que no guerrero ni militar: abdicó ante la invasión de los yurchen que instaurarían la dinastía Jin– sólo rescata el poeta gallego la pintura de un narciso y una codorniz en la esquina derecha de un cuadro.

 

Señalar una esquina ya es bastante, según Hui-Tsung sabía de Confucio. Para quienes no puedan hallar las otras tres, inútil fuera repetirse. 

Pero uno de los grandes riesgos de la narrativa de datos es lo tentador que resulta, precisamente, conformarse con señalar cualquier esquina.

La facilidad para crear una idea de autoridad de la estadística –cuando toda autoridad coquetea con la falacia del “porque yo lo digo”– se ha revelado como una herramienta poderosísima para la comunicación, pero también para la manipulación.

Esto ocurre cuando entran en conflicto la ciencia de datos y la narrativa de datos –la primera busca la mayor precisión, la segunda el relato más sencillo y claro –; cuando ambas caminan con ritmos desacompasados y en direcciones opuestas.

En un momento en el que tenemos acceso a más datos, de mejor calidad y con mayor ritmo de actualización que nunca, es importante tener claro hasta qué un gráfico no es un dogma. Lo que importa es lo que contiene la esquina que señala. 

En especial si lo que hay en ella somos todos y cada uno de nosotros, o lo que podríamos ser con un viraje de los acontecimientos. Que es lo que hay cuando hablamos del mundo del trabajo. 

Los idus de marzo

El pasado martes recibimos una nueva remesa de datos de destrucción y creación de empleo, los correspondientes a marzo.

Se ha destacado que son datos buenos porque registran un importante descenso interanual del paro registrado y una cierta reactivación del mercado laboral comparada con los primeros meses del año, que reafirma el descenso del número de afectados por ERTE.

Esto no es inexacto, pero debe ponerse en su contexto. Es normal que tengamos ganas de buenas noticias, pero los datos de marzo se registran después de un shock sin precedentes en el empleo.

Sólo es, si acaso, comparable con la situación de 2013, cuando la crisis financiera iniciada cinco años antes tocó fondo. Entonces también se registraban algunos récords interanuales.

Esta infografía compara los datos diarios de afiliación y trabajadores inscritos en ERTE en el último año que publica el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.

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Podemos decir que volvemos al camino de la recuperación, pero no con la intensidad que nos haya permitido remontar los estragos de la tercera ola. 

Y empieza a quedar claro que el ritmo de este rebote no depende ya no sólo de las vacunas sino de nuestra capacidad real de crear empleo.

¿Un país sin vacantes de empleo?

En la mayoría de los países las medidas de choque para salvar empleos también se vinculan a incentivos para crearlos. El problema es que España, que confía en los fondos europeos para hacerlo, tampoco parte de las mejores condiciones:

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Eurostat, que publica estos datos, define las vacantes como aquellos puestos que las empresas buscan ocupar activamente —también publicando en portales— y no sólo a través de promoción interna.

Es una tasa que quizá parece muy baja. Es lógico porque no recoge la llamada "oferta oculta" —la que es promoción interna o no llega a ser publicada—.

Pero esta tasa, interpretada en términos macroeconómicos, nos confirma que nuestro país tiene un problema de demanda de puestos de trabajo que contrasta con una elevadísima temporalidad y rotación.

Es otra muestra de las ineficiencias de un modelo productivo en el que, como me habéis leído varias veces, la gestión del talento no se concibe como una inversión, sino un coste.

Y en esto contrasta con otros países con mayor vigor económico, como es el caso Alemania, o en plena transformación de su economía y fuerza laboral, como República Checa.

¿Desaparecen los parados de larga duración?

En la crisis de empleo provocada por la pandemia confluyen también hechos 'extraños' sobre la duración del desempleo. Mirad estos datos que he encontrado en la Encuesta de Población Activa (EPA):

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  1. Los parados de menos de 1 año suben un 7%, 5 veces menos que en el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y financiera.
  2. Los parados de larga duración se reducen, sobre todo aquellos que llevan más de 3 años buscando empleo.

El primer dato se explica, sí, por los ERTEs, lo que confirmaría su eficacia como una medida de choque a corto plazo.

Pero el segundo no tiene mucho sentido. No se explica sólo por las personas que pasan a la inactividad en lo que se llama “efecto desánimo” —que también registran un leve descenso—.

Una posible explicación, hipótesis, sería el descenso en los últimos años de los EREs con bajas incentivadas. Esto habría reducido el número de personas en la lista de prejubilaciones. En otras palabras; salen de esa fase, a través de las jubilaciones propiamente dichas, más personas de las que entran en este trámite.

¿Por qué? Tanto por la propia recuperación económica, como por el fin de la reconversión bancaria y al endurecimiento de las condiciones para aplicar esta medida, especialmente el endurecimiento de las condiciones para acceder a la jubilación anticipada.

Si esta hipótesis es correcta, nos pondría ante el riesgo de que pueda invertirse esa tendencia en 2021 si las grandes empresas que han anunciado regulaciones vía despidos aprovechan para desprenderse del talento senior. 

¿Deben penalizarse aún más estas medidas en la nueva fase de esta crisis? 

La idea aún más el retiro anticipado no parece ser bien recibido en la Mesa del Diálogo Social. De hecho, sindicatos y patronal son bastante reacios a las propuestas esbozadas por el ministro José Luis Escrivá. ¿Por qué?

Las 'fake news' de la rotación laboral

Por un lado, las prejubilaciones se consideran tradicionalmente, desde el punto de vista de la negociación colectiva, una ventaja para los trabajadores de más edad, que garantiza una transición tranquila hacia el retiro de un mercado laboral que no recibe bien a los mayores de 50 años.

Por otro, existe la idea de que retrasar este retiro añadiría otra barrera de entrada en el mercado laboral de los trabajadores más jóvenes, cuando lo que hay que hacer es agilizar la rotación del mercado laboral.

Y sobre esta rotación es el memento de preguntarle a la Estadística de Flujo de la Población Activa (EFPA). Que nos hable de elasticidad.

La elasticidad del mercado laboral español, es la capacidad de pasar desempleo o la inactividad al empleo —y viceversa—. Y viene muy determinada por el abuso de la temporalidad y la estacionalidad.

Esta infografía muestra la evolución del número de personas que consiguen un empleo cada trimestre, tras no tenerlo en el anterior: una media de 1,3 millones de personas.

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Aunque parece que es un buen dato, hay que tener en cuenta que esto ocurre cada trimestre sin que se traduzca en unos equivalentes incrementos de los ocupados o descensos de los desocupados. 

Si lo expresamos como porcentaje sobre el total de ocupados vemos una elevada rotación y volatilidad en la creación de empleo, con una franja que oscila en casi 3 puntos entre trimestres. 

Esto se ve especialmente en 2020, cuando la elasticidad se ha elevado hasta casi los 5 puntos ente el segundo y el tercer trimestre. Y esta situación no se recupera rápidamente: el cuarto trimestre aún cerró con una tasa del 8%, unos datos inéditos desde 2005.

Y ello pese a que el desempleo, aun contando con el factor ERTE, se ha disparado.

El (falso) conflicto generacional

Visto los datos, ¿son los trabajadores seniors un lastre para la entrada al mercado laboral de los jóvenes?

Este gráfico muestra la tasa de personas que entraron en el cuarto trimestre de 2020 a la ocupación desde una situación de empleo o inactividad en el anterior, pero repartida por franjas de edad.

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Si un tercio de todos los menores de 25 años que tienen empleo no lo tenían el trimestre anterior, significa que hay una enorme barrera para iniciar una carrera profesional estable.

Pero no parece que se deba los trabajadores de mayor edad: la rotación de desempleo a empleo se reduce para las siguientes franjas de edad también quedan por debajo de los seniors. 

E incluso repunta levemente entre los mayores de 65, seguramente por el incremento de la jubilación activa.

Es decir; la rotación en los jóvenes se debe al tipo de oportunidades que el mercado laboral les ofrece, no las que ofrece a los más mayores. 

Una lectura alternativa incluso sería que encontrar empleo con 45 es mucho más difícil que hacerlo con 25, aunque este empleo será más estable. Por eso hay más ocupados mayores de 45 años que menores de 25, pero también muchísimas más personas sin empleo. 

Es el problema inverso a los jóvenes.

En un mercado laboral eficiente y orientado hacia la creación de empleo, como debería ser el nuestro, que antes de la pandemia ya lideraba la tasa de paro de la UE, esta diferencia de edad no sería tan pronunciada.

Los jóvenes no alternarían entre desempleo y empleo con tanta frecuencia y la entrada de los mayores debería ser más alta mucho más alta.

El enemigo real

La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿cómo combatir la precariedad cuando sólo un 4% de los contratos temporales se convierten en indefinidos?

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La temporalidad se defiende como una puerta de entrada al empleo estable, pero lo cierto es que en nuestro mercado laboral esto nunca se ha cumplido, al menos desde que existen registros.

En este contexto, surge la sospecha de que erradicar la precariedad mediante figuras como el contrato único —indefinido pero de despido más barato—, sólo trasladaría la situación asociada a los temporales a los indefinidos.

Porque tampoco operar sobre el coste del despido ha tenido apenas efectos en las conversiones, como podéis ver en la infografía, que abarca dos décadas y varias reformas laborales.

El problema de España no es la existencia o no de contratos temporales, sino el abuso que se hare de ellos y la excesiva rotación forzosa à la que obliga. Esto es lo que nos convierte en una rareza.

Pero para corregir esto necesitamos acciones para que el propio un modelo productivo penalice la precariedad y apueste por incentivar, retener y cultivar el talento. Que es como se enfoca este problema en otros países.

Codorniz y narciso

Son muchos los frentes abiertos en el mercado laboral y demasiado elevada la complejidad de las soluciones para recogerla en un tweet electoral de esos que tanto gustan a los adeptos a la cultura del Zasca.

Un análisis en profundidad y riguroso es imprescindible, pero también saber trasladarlo a una sociedad que es perfectamente capaz de entender lo que le muestran si se lo muestran con honestidad y transparencia. Esta es la responsabilidad de la narrativa de datos.

Que a fin de cuentas es una herramienta más para abrir la conversación en un momento en el que necesitamos sobre todo conversar todos con todos para hallar las mejores respuestas.

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Si no lo hacemos así, acabaremos construyendo burbujas incomunicadas entre sí, realidades paralelas y nunca tangentes. 

De algunas de esas realidades, que afectan mucho a la propia búsqueda de empleo, hablamos en el podcast del pasado lunes de En Tres Puntos. Podéis escucharlo pinchando en la imagen. En el de mañana, por cierto, hablaremos de las brechas que siguen abiertas en el mercado laboral

Beyond The Hype 

 Por Javier Esteban

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