Lo escribe el autor en sus Conclusiones, después de resaltar la común característica de las cuatro figuras arquetípicas del chamán, el gnóstico, el monje y el místico “la firme creencia en la existencia de otro mundo superior, paralelo o superpuesto al que los mortales conocemos, vivimos o padecemos” dan testimonio de una saludable distancia entre el profesor universitario de antropología y su personal experiencia me parecen una muestra de honestidad admirable.
El gran mito del origen de Occidente es el libro del Génesis, que narra la creación del mundo y de la humanidad, con énfasis en tres momentos críticos: la armonía y plenitud de la existencia paradisíaca original; la desobediencia y caída; y, finalmente, la posibilidad de recuperar el supuesto paraíso perdido.
La nostalgia de los orígenes muestra que existen cuatro grandes vías para retornar a dicho origen: la senda chamánicas, que persigue fusionar los diferentes mundos y planos en la persona del chamán; la vía gnóstica, que es la senda del conocimiento esotérico que conduce a la completitud de los inicios; la vía monástica, que es la que busca la salvación a través de la ascesis y la renuncia; y la vía mística, que es la que se centra en la unión con lo Absoluto o lo Divino. Unos con mayor autenticidad y honestidad que otros, no tenemos que perder esta dimensión fundamental de las supuestas experiencias. Así aborda el fenómeno religioso y espiritual de forma amena y rigurosa en donde combina trabajo de campo y reflexión teórica. Lo cual es de agradecer ante la avalancha que nos inunda de supuestas experiencias personales de los autores y un cierto afán proselitista y más lleno de entusiasmo que comienzan a saturarnos y no hablamos de la avalancha de supuestos caminos en un mindfulness comercializado, en algunos “budismos” a la carta como el de Osho y otras supuestas tradiciones de transmisión hereditaria. O de supuestas experiencias con alucinógenos, LSD, y otras sustancias sin contrastar con la debida exigencia científica y si confundir la realidad con las fantasías.
A pesar de las aparentes diferencias entre el chamán, el gnóstico, el monje y el místico, Prat nos muestra cómo estas figuras persiguen el mismo objetivo: revivir aquella (supuesta) edad de oro y plenitud inicial. No olvidemos que muchas ideologías políticas en busca de paraísos sociopolíticos no son más que la proyección en el futuro del mito de la Edad de Oro.
La metodología utilizada combina hábilmente los aspectos teóricos con el trabajo de campo antropológico, presentado a través de micro etnografías y experiencias participantes. El presente texto es la culminación de los intereses teórico-etnográficos que han animado las investigaciones de toda la vida del autor.
El autor es profesor emérito de antropología de la universidad Rovira i Virgili, de Tarragona, y autor de innumerables publicaciones caracterizadas por la honestidad de su trabajo investigador.
José Carlos García Fajardo
Profesor Emérito de la U.C.M.
