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Ángel Viñas / Crítica (Planeta) / 400 págs / 22.90 €

La otra cara del Caudillo. Mitos y realidades en la biografía de Franco

Redacción
Las biografías de Francisco Franco se caracterizan por difundir mitos que nos ocultan la realidad del personaje y de su actuación, según esta que aparece ante 40 aniversario de su muerte el 20-N. Ángel Viñas destroza algunos mitos, incluidos los de un pretendido «revisionismo» histórico. Ofrece nuevas perspectivas sobre temas tan fundamentales como las bases de apoyo y la naturaleza real del poder dictatorial, asentado no sólo en las leyes publicadas, sino también en los «decretos reservados».

Basándose en nueva documentación, el historiador Ángel Viñas demuestra que Franco hizo fortuna con la Guerra Civil y desvela aspectos desconocidos sobre el origen del patrimonio del dictador, fallecido hace 40 años. Ello aporta la novedad de desmontar el mito de su desapego hacia el dinero, pues además de sus honorarios oficiales, se enriqueció por vías que hoy acabarían ante los tribunales, como la venta de café donado en 1939 por Brasil o una “gratificación mensual” que le pagó la compañía Telefónica.

La editorial destaca que a la base militar en que se apoyó el modelo de disuasión del régimen añade el autor la querencia nazi de Franco y la gravedad de su compromiso con Hitler o un tema tan vital, y tan ignorado, como el oscuro origen de la fortuna del Caudillo.

A diferencia de lo que ocurre con buena parte de la historiografía «neofranquista», también se pretende distinguir este libro en que cada afirmación está apoyada por la correspondiente documentación.

La otra cara del Caudillo (Crítica) se publicará el 22 de septiembre, e indica que el dictador ingresó en 1940 en una de sus cuentas 7,5 millones de pesetas, que equivalen “más o menos a 85,6 millones de euros de 2010” (cantidad que duplica la fortuna ocultada la última década por Bárcenas en Suiza), por la venta de café que había donado el dictador brasileño Getúlio Vargas. “No veo la razón por la cual Vargas pudiese hacer un donativo a Franco a título personal, de dictador a dictador. Probablemente supondría que su homólogo no iba a beberse el café que pudiera obtenerse con 600 toneladas de granos. Entiendo, pues, que lo más probable es que fuese hecho implícitamente bien al pueblo o al Estado españoles”, sostiene el historiador en la obra. El café era uno de los productos que más escaseaban durante la posguerra y, por tanto, uno de los más demandados en los circuitos ilegales del estraperlo.

Además de la histgoria del café, el dictador recibía un “donativo mensual” de 10.000 pesetas (11.000 euros de hoy) de parte de la Compañía Telefónica Nacional.

Por todo ello, ya en agosto de 1940 Franco disponía de 34,30 millones de pesetas en sus cuentas. 

Bajo la dirección de Francisco Franco Salgado-Araújo, primo y responsable de la Secretaría de Estado de Franco, el café brasileño se entregó a la Comisaría de Abastecimientos y Transportes, organismo estatal que dependía del Ministerio de Industria y Comercio, para que lo distribuyese a los gobiernos civiles, que se encargaron de venderlo en sus provincias según el precio público marcado por la administración (12,48 pesetas por kilo). Viñas descubrió el importe total de la venta en un documento del archivo del Palacio Real, donde consta que la recaudación total ascendió a 7,5 millones de pesetas, “exactamente el importe que figura en la relación de cuentas del Caudillo cerrada a 31 de agosto de 1940”.

Según recuerda EL PAIS, el extracto de las cuentas de Franco correspondientes a esa fecha fue difundido por la revista Tiempo en 2010, aunque no se aclaraba el origen de esos 7,5 millones. En ellas se observan salidas de dinero, que el dictador destinaba arbitrariamente a distintas obras o personas, como la reconstrucción del castillo de la Mota o la ampliación de un colegio religioso de las Adoratrices de Valladolid. Lo más sorprendente se encuentra en el capítulo de ingresos, donde consta un “donativo mensual” de 10.000 pesetas de la Compañía Telefónica Nacional, cuyo accionista principal era entonces la empresa estadounidense ITT. La cantidad equivaldría a 11.000 euros actuales, según Viñas, y “políticamente el caso es significativo" porque desde antes de la Guerra Civil el Gobierno había tenido relaciones no siempre armoniosas con la ITT. Durante el conflicto, la Compañía Telefónica aseguró el servicio en las dos zonas en que quedó dividido el país, aunque el presidente de la ITT, el conocido y temido coronel Sosthenes Behn, anticomunista furibundo, no tardó en declararse a favor de los sublevados. Terminado el conflicto Franco bloqueó los esfuerzos de la ITT por reanudar sus operaciones en España”, se recoge en la obra.

También, desde que comenzó la guerra, Franco recibió regalos por admiración de quienes simpatizaban con su “cruzada militar” contra los republicanos y por interés de quienes deseaban buenas relaciones con España. Hitler, a pesar de que le despreciaba, le regaló en enero de 1940, nueve meses después del final de la guerra española, un todoterreno de la marca Daimler-Benz valorado en 33.597,50 marcos de entonces, casi unos 400.000 euros hoy. Otro fue el Pazo de Meirás, antigua residencia de la escritora Emilia Pardo Bazán, comprado en 400.000 pesetas, reunidas por numerosas aportaciones forzosas y algunas voluntarias como la del empresario Pedro Barrié de la Maza, promotor de Unión Fenosa, luego integrada en lo que es hoy la tercera eléctrica española tras Endesa e Iberdrola. Y también una donación menos conocida realizada por Teresa Amteller Cros el 17 de octubre de 1936, que ofreció su finca en Santa Elena de Agell “en cuanto la provincia de Barcelona fuese liberada”.

SIn embargo, Viñas no ha logrado averiguar cuándo Telefónica comienza a pagar al dictador ni durante cuánto tiempo lo hace, aunque considera “totalmente improbable que actuara al margen de la ITT en este delicado asunto”. “Como es notorio, la nacionalización se retrasó”, añade.

Su millonario saldo bancario en 1940 resulta sorprendente teniendo en cuenta que su nómina mensual en 1935 era de 2.493 pesetas (desvelada en marzo por EL PAÍS) y que en 1940, ya como Jefe del Estado, percibió 50.000 pesetas en concepto de salario anual. “En cualquier caso, ni ahorrando todos sus emolumentos como jefe del Estado y como capitán general, más la gratificación de Telefónica, es posible que Franco pudiera acumular los saldos bancarios de que disponía en agosto de 1940”, afirma Viñas. “Esta, verosímilmente, no pudo ser otra que la reasignación de donativos”, agrega. “La otra vía de enriquecimiento posible es que Franco se hubiese apropiado de parte de la dotación de la presidencia de Gobierno o de la Jefatura del Estado a partir de 1937. Fuese cuál fuese el origen, me parece inmoral”, explica el autor en declaraciones a EL PAIS, diario según el cual las finanzas de Franco permanecen aún entre sombras con excepciones como la de Mariano Sánchez Soler en su libro Los Franco S. A. (Oberon, 2003) o el reportaje de Javier Otero en Tiempo.

Ángel Viñas es catedrático de Economía desde 1975 y técnico comercial y economista del Estado desde 1968. Sus últimas obras son En las garras del águila. Los pactos con Estados Unidos, de Francisco Franco a Felipe González (1945-1995)(Crítica, 2003) y La soledad de la República. El abandono de las democracias y el viraje hacia la Unión Soviética (Crítica, 2006). El escudo de la República. El oro de España, la apuesta soviética y los hechos de mayo de 1937 (Crítica 2007), El honor de la República. Entre el acoso fascista, la hostilidad británica y la política de Stalin (Crítica 2008) y, con Fernando Hernández, El desplome de la República (2009). Como fruto de su actividad diplomática, cabe destacar también Al servicio de Europa. Innovación y crisis en la Comisión Europea (2005).

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