jueves,18 agosto 2022
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En sus guerras, saquean y toman esclavos como los humanos

Las hormigas matan a sus enfermas para evitar epidemias

Sinc / Ibercampus.es
Los ejemplares adultos de las hormigas Lasius neglectus protegen a su comunidad de los hongos cuidando a sus crías para que no se contagien. Pero si ya se han infectado y no tienen opciones de supervivencia, sus mayores lo huelen y responden con una desinfección destructiva: aniquilan a las víctimas. El hallazgo se añade a otros recientes: en sus guerras, matan, saquean y hasta toman esclavos, como los humanos,

En un laboratorio de Manhattan se ha manipulado el ADN de estos insectos para crear a las primeras hormigas transgénicas las cuales desafían las preferencias estándar de su especie, según informó recientemente  New York Times. Los investigadores han decorado cuidadosamente a mano miles de hormigas invasoras clónicas, Cerapachys biroi, con puntos brillantes de pintura color rosa, azul, rojo y verde limón, un sistema de código de colores que permite a las computadoras dar seguimiento a los movimientos de las hormigas las 24 horas del día; y las hace parecer gomitas andantes. Los investigadores también han identificado las pautas moleculares y neurales que hacen que las hormigas actúen como enfermeras y alimenten a las jóvenes, o que actúen como reinas y se reproduzcan más jóvenes, o funjan como agentes policiales brutales, capturando a compañeras de hormiguero advenedizas, extendiéndolas en cruz en el suelo y reduciéndolas a astillitas quitinosas.

Ahora, acaba de saberse que, cuando una hormiga entra en contacto con el hongo patógeno Metarhizium, toda la colonia de hormigas puede verse afectada. Para evitar la propagación de enfermedades infecciosas entre todos los miembros, estos insectos han desarrollado una táctica similar a la de nuestro sistema inmunitario: si no logran evitar la enfermedad, atacan a los enfermos para protegerse del estallido de una epidemia.Así lo revela un estudio publicado en la revista eLife, liderado por el Instituto de Ciencia y Tecnología de Austria. El trabajo demuestra que una vez que la hormiga está infectada y no tiene posibilidades de sobrevivir, la respuesta de la colonia es radical: la matan, a pesar de haber intentado previamente evitar que las esporas del hongo patógeno contaminen al individuo.

Para demostrarlo, los científicos Christopher Pull y Sylvia Cremer realizaron una serie de experimentos con hormigas invasoras de la especie Lasius neglectus sabiendo que los ejemplares adultos cuidan de las crías expuestas a patógenos. Los resultados mostraron que los insectos asesinan a las pupas (estadio previo al adulto) infectadas con hongos para impedir que el patógeno complete su ciclo de vida.

El proceso para eliminar a los individuos enfermos no se hace al azar. Las hormigas actúan de forma selectiva y detectan a los animales que ya están fatalmente infectados gracias a unas señales químicas.

“Descubrimos que las hormigas pueden oler y distinguir a los miembros de una colonia enferma muy pronto en el proceso de infección. Luego realizan lo que hemos denominado una ‘desinfección destructiva’, es decir, matan al animal enfermo y al hongo para prevenir que el patógeno se vuelva contagioso y se propague a los compañeros de nido”, explica Cremer.

Imitando al sistema inmunitario

Según los científicos, este modus operandi es similar al funcionamiento del sistema inmunológico de los vertebrados. Las células infectadas en un cuerpo envían una señal que atrae a las células inmunitarias. Estas hacen agujeros en las enfermas para inyectar sustancias tóxicas que las aniquilan tanto a ellas como al patógeno.

Durante la desinfección destructiva, las hormigas eliminan el capullo de seda de la pupa y agujerean su cuerpo a mordiscos

Algo parecido ocurre con esta especie de hormigas. “Producen ácido fórmico que puede matar el hongo, pero necesitan entrar en el cuerpo de la pupa para que realmente funcione. Durante la desinfección destructiva, las hormigas eliminan el capullo de seda de la pupa y agujerean su cuerpo a mordiscos. Después, rocían su ácido fórmico a través de estos orificios, matando a la pupa y al hongo”, describe Pull.

Para Sylvia Cremer, este fenómeno tiene una explicación: las hormigas en una colonia trabajan juntas como las células de un cuerpo, y las colonias a veces incluso se conocen como superorganismos.

“En nuestro estudio mostramos los sorprendentes paralelismos entre las respuestas inmunitarias de colonias de hormigas y de cuerpos de vertebrados. La capacidad de detectar y destruir elementos dañinos probablemente fue necesaria para la evolución tanto de organismos multicelulares como de superorganismos”, concluyen los autores.

Referencia bibliográfica:

Christopher Pull at al. “Destructive disinfection of infected brood prevents systemic disease spread in ant colonies” eLife enero 2018; 7:e32073 DOI: 10.7554/eLife.32073

Guerras en las que saquean y toman esclavos

Falanges que arrasan cuanto encuentran a su paso, guerreros que arrancan la cabeza de su adversario, clanes que secuestran a las crías de sus rivales. Las batallas entre colonias de hormigas contienen capítulos de crueldad y estrategias que recuerdan mucho a las guerras entre humanos. Así lo sostiene el investigador y aventurero Mark Moffett en un artículo en Scientific American, después de pasar parte de su vida viajando por el mundo y estudiando los comportamientos de estos insectos.
Humanos y hormigas tienen en común el hecho de vivir en grandes colonias, escribe Moffet, donde hay que que regular el tráfico y la recolección de alimentos entre otros asuntos, pero también la defensa colectiva de la colonia contra el enemigo. "Solo recientemente los científicos han empezado a darse cuenta de lo parecidas que son las estrategias de guerra de las hormigas a las nuestras", explica Moffet. "Resulta que para las hormigas, como para los humanos, la guerra implica una sorprendente variedad de elecciones tácticas sobre métodos de ataque y decisiones estratégicas sobre cuándo o dónde iniciar las hostilidades". Y entre sus motivos puede haber razones económicas, como conseguir más territorio, comida o incluso mano de obra, pues muchas especies secuestran a otras y las emplean como esclavas.
Entre las que optan por la táctica agresiva están algunas como la hormiga merodeadora, del género Pheidologeton, cuyos individuos se reúnen en grupos de miles e incluso millones y avanzan atacando a todo lo que se encuentran por delante. En Ghana, Moffet asegura haber visto a miles de obreras de la especie Dorylus nigricans avanzar en masa y despedazar a insectos mucho más grandes que ellas con sus mandíbulas. Y en Gabón una vez fue testigo de cómo una colonia de hormigas se comía vivo a un antílope atapado en una trampa.
Estas formaciones que avanzan arrasando cuanto encuentran a su paso recuerdan la forma de avanzar de los ejércitos humanos desde los tiempos de Sumeria, según Moffet. Pero marchar de este modo, sin un objetivo específico, puede no ser la forma más eficiente de mantener la seguridad. Otras especies prefieren enviar exploradoras que detectan los peligros y avisan al hormiguero si hace falta enviar efectivos a la zona. Si una hormiga tejedora regresa de un enfrentamiento, por ejemplo, emite una señal que alerta a las demás de que hay una pelea y deja un rastro de feromonas que las orienta hasta el campo de batalla. Si llegan a una zona no ocupada, dejan también un rastro como el ejército que planta una bandera.
En cuanto a los efectivos, las hormigas parecen emplear las mismas técnicas que los humanos han empleado durante años: poner por delante la carne de cañón. Una buena parte de los hormigueros envían al frente en primer lugar a las primeras obreras y reservan a las hormigas soldado, de mayor tamaño, en las posiciones traseras o intermedias. El objetivo en cualquier caso es proteger el nido, las crías y la comida, y en ese lugar se agrupan las defensas más poderosas.
Las hormigas más pequeñas pueden combatir durante horas, pero no siempre el combate es cuerpo a cuerpo. Algunas especies como Formica rufa han desarrollado una técnica para acabar con sus enemigos de lejos, rociándolos con ácido fórmico a bastante distancia, y otras como la Dorymyrmex bicolor, que vive en Arizona, arrojan piedras sobre la cabeza de las rivales.
Hormigas secuestradoras
Otras especies tienen una táctica aún más sofisticada: penetran en las líneas enemigas y se llevan los huevos de sus rivales hasta su hormiguero donde crecerán como "esclavos". Las hormigas secuestradoras suelen ser de mayor tamaño y con mandíbulas más poderosas, pero esto no es suficiente para entrar en territorio rival sin ser masacradas. Para evitarlo, las invasoras sueltan una serie de señales químicas que desconciertan a sus víctimas y aprovechan la confusión, como ninjas que lanzaran bombas de humo.

 

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