Y es que, si el IPC sube un 3,3% en tasa interanual y un 2,2% en el acumulado del año, la electricidad lo hizo en un 34,9% interanual y un 26,1% en el acumulado. Este último dato es más relevante para hacernos una idea de cómo puede cerrar la inflación a final de año.
Pero también para compararla con la evolución de los sueldos, como veremos en este artículo.
De hecho, según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas, la electricidad ha tenido un impacto en el IPC diez veces superior al de cualquier otra parcela, incluyendo el alojamiento o los paquetes turísticos.
Como ya informamos en Ibercampus, según un estudio del Banco de España, la aportación de la electricidad a la inflación (y con ello a la pérdida de todo el poder de compra) es mayor en nuestro país que en los principales paíse euroepos. España duplica este año el impacto en la inflación de Italia y cuadruplica el de la UE.
Estos datos han obligado al Gobierno a ser especialmente contundente, ya que ponen en jaque una de las promesas clave que el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, hizo a las puertas del verano: trasladar la recuperación a los salarios.
Los sueldos se frenan
Cuando Sánchez pronunció estas palabras, a finales de agosto, no sólo era plenamente consciente de que los sueldos estaban subiendo menos que los precios, sino de que, en realidad, su evolución se estaba frenando.
La subida salarial pactada en convenio hasta agosto de 2021 es medio punto inferior a la cerrada en los ocho primeros meses de 2020, desde el 1,93% al 1,5%.
Mientras, el IPC ha pasado de bajar un 1,6% a subir un 2,2% en el acumulado para el mismo periodo de ambos años.
Por su parte, la electricidad ha pasado de caer un 1% en el acumulado hasta agosto de 2020, a disparase, como decíamos, un 26,1%.
Los datos de variación salarial pactada en convenios, aunque son provisionales y no afectan a todos los trabajadores, son la referencia más actualizada que manejan el Gobierno y los interlocutores sociales para discutir cuestiones clave como el Salario Mínimo Interprofesional.
¿Optimismo estadístico?
Por ello, cuando el presidente hizo su promesa, se interpretó como una subida más intensa de los previsto del SMI. Pero los datos que manejaba entonces eran los datos de inflación y salarios de julio.
Y lo que arrojaban era, como se puede apreciar en los gráficos, una leve moderación de la evolución acumulada durante los 7 primeros meses del año en relación la registrada hasta junio tanto para el índice general de precios como de la luz.
En este sentido, los datos de agosto supusieron un revés para la agenda social del Gobierno, que se ha visto obligado a enfriar la subida del SMI y centrar todos sus esfuerzos en resolver la crisis de la factura eléctrica, que ahora se convierte en una guerra abierta con las eléctricas.
