A mayor o a menor escala, los emprendedores, sus ideas, su apuesta por un proyecto y su punto de personas alocadas y arriesgadas, son los que han empujado al mundo para darnos la calidad de vida de la que disfrutamos.
El ejemplo que siempre me viene a la cabeza es el de Carl Benz y su mujer, Berta. Fue ella quien apoyó a su pareja para dejar un empleo que no le satisfacía en los talleres de una compañía ferroviaria, y montar su propio taller de desarrollo de motores. Visto con perspectiva histórica, poco hubiesen trascendido hasta nuestros días si no hubiesen tomado juntos esta decisión. Aparte de apoyarle en lo emocional, Berta hizo su aportación económica al proyecto y, quizá lo más importante, fue ella quien se atrevió a probar el primer prototipo de vehículo a cuatro ruedas con motor de combustión.
¿Fue Berta Benz una emprendedora? Teniendo en cuenta que hablamos de Alemania en el siglo XIX, que era una mujer, valiente, con ganas de que el desarrollo de un nuevo producto saliera adelante y que en esa época el mundo de los negocios no se asociaba con lo femenino, podemos decir que Berta Benz fue una emprendedora.
Hoy es el Día Internacional de la Mujer Emprendedora y es momento de hacer una recapitulación. Hace tiempo lancé una pregunta en mis redes sociales, ¿cuántas mujeres emprendedoras conocéis cuyo proyecto no tenga que ver con tareas de cuidados, manualidades, alimentación, niños o cultura?
Emprender es bueno para el mundo. Pero lo que observo, es que la forma más visible del emprendimiento femenino, se da por la necesidad de conciliar, y no por la inquietud de investigar la nueva aplicación de un producto para mejorar nuestro bienestar. Lo más frecuente en el emprendimiento femenino, es aplicarlo a tareas que tradicionalmente se han desarrollado por mujeres, y que a veces no son los suficientemente rentables como para mantenerse sin otro sustento familiar. Si la conciliación prima ante la rentabilidad y sostenibilidad del proyecto, no hablamos de un emprendimiento real.
Me falta más difusión de actividades relacionadas con el emprendimiento lideradas por mujeres y también por hombres. Probablemente tenga que ver con que estos perfiles de investigación y a la vez creativos, se centran más en el desarrollo del producto en el que trabajan, que en darse visibilidad, algo en lo que sí se centran los proyectos que son menos técnicos y más sociales.
A esta menor divulgación del emprendimiento tecnológico, debemos añadirle otra realidad que incide directamente en que haya menos visibilidad de mujeres emprendedoras dedicadas a carreras STEM. El número de mujeres que deciden involucrarse en carreras profesionales de ciencia y tecnología, sigue siendo menor que el de los hombres. Una circunstancia que según la UNESCO podría tener cierto factor genético, como el efecto de la testosterona en la manera de enfrenarse a los retos, pero en realidad tiene más que ver con un factor social, con el contexto de aprendizaje y con la motivación de las estudiantes.
Por eso lanzo un llamamiento a sectores en los que se trabaja muy duro para avanzar en lo agronómico, en lo químico, en lo sanitario, en lo digital, etc. en definitiva, en sectores tecnológicos, para que cuenten con los medios de difusión que pueden ayudar en la promoción de esos nuevos desarrollos, en todos los casos pero especialmente en el caso de las mujeres. Es muy positivo que los diferentes ejemplos sirvan como referente para eliminar ese factor social que se sabe, impacta en la decisión de las mujeres a la hora de encaminarse hacia un ámbito profesional u otro.
Porque hay personas, mujeres y hombres, haciendo cosas maravillosas, y el mundo tiene que saberlo.
