El punto de partida para que los gestores de las organizaciones lo fomenten entre sus empleados es muy simple: las personas comprometidas son las que hacen avanzar las organizaciones y lo que marca la diferencia de cada empresa sean las personas que las componen, esto es, el talento.
A continuación, los profesionales de Luria Psicología recogen las 11 claves para reconocer a un buen coach. Con ellas, conseguirá que sus supervisados (coachees) saquen verdadero provecho de su entrenamiento en habilidades personales y consigan sus objetivos:
1. Tiene conocimiento, experiencia y cultura empresarial, en general, y domina las múltiples connotaciones del comportamiento humano en el seno de las organizaciones.
2. Conoce la estructura, naturaleza y funcionalidad de las relaciones laborales y personales que rigen en la empresa concreta donde se maneja su coachee. Si consigue conocer las normas no escritas que rigen en la compañía, mejor.
3. Tiene formación y experiencia en consejo psicológico: el ejecutivo también es un ser humano con sus miedos, fobias y limitaciones.
4. Cuenta con capacidad para manejar grupos, esto es, sabe: imponerse sin agresividad; dirigir a un lugar sin determinar la ruta; improvisar pero con una guía clara. Para conseguirlo, el coach ha recibido formación y entrenamiento supervisado en la gestión de personas.
5. Es discreto. El proceso del coaching es absolutamente confidencial y voluntario aunque parte del plan de acción que crea con el entrenando y el análisis y conclusiones final se envíe a la compañía.
6. Es flexible: para conjugar "su método" de cambio previsto, con las necesidades y personalidad concretas que detecte en el coachee.
7. Es empático: capacidad con la que deberá recoger el ánimo (seguramente negativo de su coachee) Y TRANSFORMALO en acción positiva.
8. Tiene una gran capacidad de escucha ACTIVA. Es la cualidad principal para hacer un proceso de coaching y también la más difícil. Se trata de una escucha INCONDICIONAL, que no juzga sino que trata de escuchar "desde el otro" y conectar con sus emociones.
9. Integridad: en los compromisos de la relación que establece con el coachee y en los objetivos y finalidades de la misma. Da respuesta a las necesidades del sujeto y a las de la compañía.
10. El coach debe saber manejar muy bien los límites y flujo de las relaciones interpersonales de acompañamiento guía y ayuda.
11. Y debe actuar con rigor: el coaching no se improvisa, no se trata de dar ánimos. Se debe plantear un método y un proceso con tiempos, objetivos y metas muy claros.
Autora: Pilar Sánchez Prieto, socia de Luria Psicología.