jueves,18 agosto 2022
Espacio euroiberoamericano de diálogo sobre la innovación social, profesional y académica
InicioOpiniónBlogsPactos y radicalismo

Pactos y radicalismo

Goliardos s.XXI
La falta de memoria de algunos políticos puede convertirse en un desenmascaramiento de la hipocresía de sus afirmaciones.

Estamos hasta las narices de que el Partido Popular acuse al PSOE de pactar con los radicales, y lo hacen personas que en el inicio de su actividad política en la democracia se cansaron de justificar los pactos que el Sr. Fraga había realizado con la extrema derecha y fascista de este país para integrarlos en el sistema de libertades que ellos tanto habían combatido.

Parece que se han olvidado de cómo Alianza Popular recogió a los políticos procedentes del más rancio franquismo que, muerto el generalillo, habían creado nuevos partidos de corte sospechoso, como eran el Partido Nacional u otras diversas agrupaciones franquistas. Y tanto la izquierda como el centro justificaban tal acción como positiva ya que era una forma de integración de dichos partidos en el sistema democrático. Sin embargo la derechona siempre criticó esa misma acción cuando la realizaba la izquierda, incluso en el proceso de pacificación de Euzkadi, que aún sigue ahora, cuando se intenta suavizar la separación de los familiares de ETA, que pagan el pecado de sus  familiares y le impiden por métodos de distancia el mantenimiento de los lazos emocionales que nacen del amor familiar. Políticos que viven de la contradicción interesada,  los cuales no deberían olvidar una máxima de un sacerdote, filósofo y político español, quizás muy próximo a ellos, que se llamaba Jaime Balmes y que en su libro titulado La Sociedad afirmaba que “el medio de deshacerse de un hombre amante de contradecir es callar y escuchar reposadamente”. Y esa contradicción profundizará el abismo que separa, cada día más, a esos políticos de la ciudadanía.

Son defensores de la moral cristiana, pero se olvidan, cada día con más frecuencia, de aquellos principios que no les interesan a sus votantes, que por cierto, también dicen que profesan la moral católica. San Mateo en la Vulgata, evangelio XXII, 2-3 decía: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced todas las cosas que os digan: observadlas pero no actuéis de acuerdo a lo que ellos hacen, ya que dicen pero no cumplen”.

Este comportamiento hace realidad el refrán español que dice: “Prometer hasta meter y una vez metida olvidar lo prometido”. Se promete y acusa de comportamientos a los adversarios, para convencerlos en su acción de voto, pero después de haberse realizado, se olvidan las promesas y las acusaciones y se comportan con una amnesia patológica.

Mienten socialmente, como afirmaba Marmontel: “En el trato de la vida la verdad es como una moneda que a nadie le es permitido alterar. La naturaleza ha querido que la palabra sea la imagen del pensamiento, y en el orden social se une con ella la idea de la sinceridad. El que imprime el símbolo de la verdad a la mentira es pues un falsificador que abusa de la fe pública, y bajo este concepto general el embustero es un hombre infame”.

Mentir es hacer aquello de lo que se acusa al adversario. Mentir es negar los avances de paz alcanzados con ETA, e intentar boicotearlos. Mentir es manipular la verdad social y decir que España va bien cunado, desde el franquismo, no había existido tan gran diferencia de clases en la que los más humildes sufren penalidades y falta de recursos, mientras los banqueros y capitalistas llenan cada vez más sus arcas, gracias a los pactos con los radicales y con los capitalistas. Mentir es jugar con la esperanza del bienestar.

De interés

Artículos Relacionados

Centro de preferencias de privacidad