jueves,18 agosto 2022
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M. Otero, M. Sánchez, P. Almagro

Pagos electrónicos. Costes y beneficios de la sustitución del efectivo por tarjetas.

Redacción
El valor del dinero efectivo que circula en los EE.UU se ha reducido la última década a casi el 1,5% del PIB, mientras en Europa aumentó desde el 3,5% hasta cerca del 6,5%. Es por ello, que esta brecha transatlántica haga que los medios eléctrónicos norteamericanos cubran más del 40% del mercado, el doble que en Europa, donde por el contrario la economía sumergida duplica las tasas de USA, según CapGemini en World Payments Report 2013´.Ed: IEE, 112 pgs, 12 euros.

 El estudio expone cómo un uso más intensivo de los medios de pago electrónicos y digitales puede llevar asociado una reducción de los costes de transacción y de tiempo, además de garantizar una mayor eficacia, eficiencia y transparencia del sistema. La veracidad y la fiabilidad de la información suprime el señoreaje y “reduce significativamente el volumen de economía sumergida”, cuya existencia introduce ineficacias para la economía en su conjunto, según ha señalado Joaquín Trigo: merma la recaudación impositiva, distorsiona la competencia en los mercados y puede generar distorsiones importantes en la detección de problemas económicos y en las decisiones sobre política económica para corregirlos. De este modo, el incremento de un 10% de medios de pago electrónicos permitiría una reducción de la economía sumergida del 5%, gracias al aumento de la transparencia y la trazabilidad proporcionada por estos.

El Director General del IEE indicó que los avances respecto a la facilidad de uso, coste y seguridad en las transacciones que se realizan, junto con las mejoras en los marcos regulatorios de los países, “perfeccionarán el grado de aceptación de cualquier nuevo medio de pago o dinero electrónico”.

Según el informe, si se compara Europa con Estados Unidos, se ve que el Viejo Continente sufre un lamentable retraso respecto al americano, donde florecen los pagos electrónicos también gracias a un marco regulatorio más flexible. Por estas razones, España y la Unión Europea deberían apostar con mayor claridad por el desarrollo interno y externo de los pagos con tarjeta y similares, donde cuentan con bancos y operadoras de telecomunicaciones de primer nivel. Si los niveles de efectivo se aproximasen a los norteamericanos (es decir, si la cantidad de efectivo en circulación se redujese alrededor de un 50%), y suponiendo que la reducción de los costes fuera proporcional, el ahorro de costes derivado de esta caída oscilaría entre los 20.000 y los 23.000 millones de euros en la zona euro y se aproximaría a los 3.000 millones de euros para España.

Carmen Carnero señaló en el acto que “el nivel de uso de las tarjetas bancarias en Europa varía mucho entre los distintos países”, aunque, dicho nivel de uso no está necesariamente relacionado ni con el número de tarjetas emitido ni con el número de terminales de aceptación existentes en cada país. Añadió que en 2012, la penetración del pago con tarjetas bancarias sobre el consumo privado para los países EU-27 y Noruega se sitúa en una media ponderada del 27,58%, con un rango que va desde el 4,2% de Grecia hasta el 53,5% de Noruega, siendo en España del 17,1%. Además, el dato de la penetración de tarjetas sobre consumo privado no ha registrado variaciones significativas en los últimos años. En 2007 se situaba en el 16,17% y en 2012 se sitúa en el 17,10%.

El IEE propone en su estudio promover el uso de los medios de pago electrónicos para mejorar la eficiencia económica, financiera y tecnológica. Defiende que la ampliación del número de terminales en los puntos de venta por medio de la introducción de incentivos a comerciantes, o las campañas informativas o comerciales, permitirían conocer a los usuarios los costes y los beneficios asociados a cada medio de pago, además del grado de penetración de las tarjetas, tanto de débito como de crédito. Para mejorar la transparencia y efectividad de la contabilidad pública, el IEE propugna introducir más medios de pago electrónicos en el ámbito de las Administraciones Públicas, extender los descuentos en tributos o multas y sanciones a los pagos con tarjetas, incorporar datáfonos para satisfacer transacciones de bajo valor en determinados espacios públicos, utilizar las tarjetas prepago para materializar determinadas prestaciones públicas. Con el fin de lograr todo ello, el IEE insiste en el desarrollo de un marco regulatorio óptimo para los principales actores del sistema: bancos, operadores de tarjetas, comerciantes, consumidores etc.

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