Según la investigación, la principal sustancia psicoactiva del cannabis, el tetrahidrocannabinol (THC), es la que provoca la sensación de hambre a través del receptor de cannabinoides CB1, y la que también puede provocar, en función de la dosis, el efecto contrario.
Así, se ha demostrado que dosis bajas de THC aumentan el apetito y que dosis altas lo disminuyen, ya que, en función de la cantidad, actúan sobre neuronas diferentes del cerebro.
El conocimiento de estos mecanismos, según ha destacado la UPV-EHU, puede tener consecuencias beneficiosas para el tratamiento de enfermedades relacionadas con los desórdenes alimentarios como la anorexia o la obesidad.
Fuente: EFE