jueves,18 agosto 2022
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Una réplica a Andradas que apoya la Plataforma para la Reestructuración de la Complutense

Antonio Benítez Lopez, filósofo
Antonio Benítez López, Catedratico de Lógica y Filosofía de la Cienci en la Universidad Complutense, ha escrito esta réplica al artículo publicado en El País por el Rector Andradas diciendo apoyar a la Filosofía y al tiempo defender la desaparición de la Facultad por la que pasaron grandes filósofos, al considerar tal hecho un mero cambio administrativo. Este artículo Una es apoyado por la Plataforma para la Reestructuración de la Complutense y no ha sido publicado en dicho periódico.

Y el Rector Andradas habló: 

 

"Coincido plenamente en que el objetivo fundamental de la Universidad es la enseñanza y la investigación. Por eso sorprende la extraordinaria atención que se presta a la estructura externa, al “envoltorio”. Las preguntas importantes son: ¿Dónde están hoy los mejores filósofos de nuestro país y del mundo? ¿Qué podemos hacer para traerlos a la Complutense? Algunos de los firmantes del artículo del 1 de Julio conocen bien mi preocupación, y mis iniciativas, en torno a estas cuestiones. ¿Cómo mejoramos la investigación en Filosofía en la UCM? ¿La estructura que tenemos nos ayuda a ello? (tercer párrafo del artículo de el País de 7 de julio de 2016, San Fermín)

¡Ay señor Rector, me ha dado Vd. donde más me duele! ¡Ha reconocido Vd., por fin, que la Universidad —la Complutense como cualquier otra— es una institución social creada para formar nuevos doctores —enseñanza lo llama Vd.— y desarrollar la investigación. Y como, en este caso, no ha añadido Vd. ningún otro colgajo con que pudiéramos envolver esos dos músculos, entiendo, se ha de entender que una Universidad o es eso o es nada.

Así desembocamos en el cuarto párrafo donde Vd. dice

 

La Filosofía existe en casi todas las Universidades del mundo, pero en muchas de ellas no hay una Facultad de Filosofía. En Harvard existe un Departamento de Filosofía en la Faculty of Arts and Sciences (exactamente igual que ocurre con Matemáticas, por cierto). Lo mismo ocurre en Stanford, donde el departamento de Filosofía se encuadra en la School of Arts and Humanities, o en Berkeley. Cambridge y Oxford sustituyen el departamento por la Facultad de Filosofía, encuadrada en la Escuela de Artes y Humanidades. En la Sorbona, la Filosofía constituye una UFR (Unidad de Formación e Investigación) que sustituye a la Facultad y al Departamento. En La Sapienza (Roma) existe una Facultad de Filosofía y Letras integrada por ocho departamentos, uno de los cuales es el de Filosofía. También en la Humboldt (Berlín), el departamento de Filosofía es uno de los que integran la Facultad de Artes y Humanidades I.

Así que la filosofía existe porque existen estructuras (Facultades o Departamentos) dentro de una institución (Universidad). ¿No será que la filosofía existe porque hay unos hombres que la hacen, dentro o fuera de esas estructuras institucionales?

Alguien diría que en ese su cuarto párrafo hay una forma de pensar por analogía, consistente en lo siguiente: aspiramos a hacer de la Complutense una Universidad digna, de mayor calidad que la que tiene, comparable a Universidades de tanto prestigio como Harvard, Stanford y Berkeley, Cambridge y Oxford, la Sorbona, etc. Dado que en la mayoría de ellas la estructura institucional en que se encuadra la Filosofía es el departamento, para alcanzar aquel fin —repito, “digna, de mayor calidad que la que tiene”—, es necesario que los estudios complutenses de filosofía formen un departamento. Así lo dice Vd.:

 

la Filosofía constituye una única estructura (normalmente llamada departamento) que suele encuadrarse en una estructura más amplia, en forma de Facultad o Escuela de Artes y Humanidades.

No es que yo sea un entusiasta del pensamiento por analogía, no, es que no lo reconozco en su cuarto párrafo. Lo que yo leo es: la mayoría de las Universidades de mayor prestigio en la actualidad (dos puntos y enumeración) tienen departamentos de filosofía. Quien no esté de acuerdo con que hemos de modernizar y regenerar nuestra querida Complutense, es . . . (póngase en los puntos suspensivos la descalificación que más guste).

Hasta aquí sigue Vd. manteniendo una parla en román paladino, en el que brilla por su ausencia cualquier giro del que quepa decir con mínimo rigor que es pensamiento, una de las distintas formas de elaborar pensamiento.

Quizá el quinto párrafo nos permita corregir este error mío de apreciación.

 

En nuestra propuesta, en lo referente a Filosofía, el cambio que planteamos es tan “revolucionario” que podría pasar desapercibido para cualquier alumno o profesor. Ninguna titulación se ve alterada, los planes de estudio siguen siendo los mismos, los alumnos van a cursar las mismas asignaturas, en las mismas aulas, con los mismos profesores, que van a seguir en sus mismos despachos. Lo que proponemos es crear una Facultad de Filología y Filosofía (o viceversa, u otro nombre) que aúne las actuales Facultades de Filosofía y Filología. Parece un juego de palabras pero no lo es. No se trata, por tanto, de cerrar la Facultad de Filosofía para transformarla en un Departamento de Filosofía dentro de una Facultad de Filología.

Supongamos, en el más precioso subjuntivo que seamos capaces de construir, que todo lo que encierra “ninguna titulación . . . en sus mismos despachos” está asegurado. Entonces ¿qué? La propuesta es hacer una nueva Facultad en la que se reúnan las actuales de Filología y Filosofía —por orden alfabético—. Y ¿por qué? La pregunta por el porqué, cuando de acciones humanas se trata, Sr. Rector tiene dos significados: la pregunta por el Weil-Motiv, aquello que ha de darse antes o, como mucho a la vez, que lo que produce, pero que tiene carácter constitutivo de lo anterior, y la pregunta por el para qué o Um-zu-Motiv, y que solo un curso de acciones bien realizadas producirá. ¿Podría contestar a estas dos preguntas? ¿Qué existe ya que nos obliga a cambiar? ¿Para qué quiere Vd. que cambiemos?

 

Pero, efectivamente, el cambio supone transformaciones organizacionales importantes: una única Junta de Facultad, reducción de cargos académicos y una estructura organizativa única de varios servicios, ahora duplicados, a pocos metros unos de otros. Lo cual permitirá dedicar recursos administrativos y docentes a necesidades ahora sin atender, o hacer una gestión más racional de los espacios, evitando que aulas o laboratorios por estar asignados a una facultad o departamento puedan estar sin utilizar al 100 %, mientras que en otros existen necesidades.

En este sexto párrafo, aun que me temo que como el médico de Molière, declara Vd. el para qué: reducción de cargos académicos; servicios administrativos reunidos; recursos docentes (supongo, profesores) dedicados a necesidades sin atender (¿clases, asignaturas que no se dan?, puesto que habla Vd. de “docentes”); recursos administrativos (supongo, personal de administración) a necesidades sin atender (¡un ejemplo, uno solo, por favor!); uso racional de los espacios.

El siguiente párrafo es estupefaciente. Reconoce Vd. en él que no ha hecho, que no ha mandado hacer, que no tiene una memoria económica —lo de exhaustiva, señor Rector, sobra: o lo es o no lo es—. Y no la tiene ni para la propuesta de reforma del número de Departamentos —recuerdo a todos: hay 185 y según la propuesta Andradas-Tejada han de quedarse en 72— ni para la propuesta de reducción de Facultades. Señor Rector a eso se llama conducta descuidada, negligente.

 

Los números sirven para medir e introducir indicadores que ayuden a una mejor organización y, de paso, a una distribución más equitativa del trabajo y los recursos. Se nos achaca que la propuesta de reestructuración supone un ahorro de apenas un 1 % del presupuesto de la Universidad y que aún no hay una memoria económica exhaustiva. La habrá. Pero ese “apenas” 1 % de ahorro son 5 millones de euros. Nada menos que el coste de 100 catedráticos de Universidad. O de 200 contratos pre o posdoctorales. Recursos que podremos reinvertir en docencia e investigación y que ahora se van en gastos de administración y organigrama.

Que Vd. no tiene idea de qué cantidades se habla queda claro en la cita que hace de mis admirados colegas, quienes en su artículo de el País de 1 de julio del 2016 cifran en un 1 % del presupuesto anual de la Complutense el ahorro económico de la reforma de centros. Tampoco sé de dónde lo sacaron ellos. He escrito y publicado y lo he dicho en Junta de Facultad que la reforma de Departamentos, la reducción de 185 a 72 Departamentos supondría 1.789.969,72 euros anuales, lo que respecto al presupuesto de ingresos de 518 millones (año 2015) significa 0,3454 %. Los cálculos están hechos bajo estos supuestos:

  • Por Cargo Académico (Director y Secratario): 564,35 euros brutos mensuales
  • Exención docente de Director y Secretario: 9 + 7 créditos por curso.
  • Dicha exención docente está calculada a partir del salario bruto mensual de un Profesor Asociado de 6+6 (18 créditos por curso): 638 euros. Es decir, 16 créditos = 567,11 euros brutos.
  • Súmense y multiplíquense por 14 y se tiene el gasto por curso de un departamento cualquiera.

¿Por qué he tomado como referencia un Profesor Asociado y no el importe de los créditos que corresponde a un Catedrático o Profesor Titular o a cualquier otra figura que pudiera desempeñar esos cargos? En mi Departamento, a 30 de septiembre próximo, se jubilarán un Catedrático y un Profesor Titular de Universidad. ¿Con qué dotación se les va a sustituir? Con un contrato de Profesor Asociado de 3+3. Con uno. ¿Hay que decir más?

Afirma Vd., señor Rector, que los 5 millones de euros son el coste de 100 Catedráticos de Universidad. Señor Rector, me irrita Vd. La opinión pública no sabe que la nómina de un profesor universitario numerario está hecha así:

1. Sueldo base

2. Trienios

3. Complemento de destino

4. Complemento específico general

5. Complemento por evaluaciones docentes

6. Complemento por sexenios

7. Complemento de la Comunidad (o adicional)

8. Cargo académico

Los ítems 2, 5, 6 y 7 varían, lógicamente, de un profesor a otro. Y el 8 puede no existir.

Así que cuando Vd. afirma que son 100, supongo que estará haciendo un promedio, promedio que puede variar de año en año. No se disculpe con la dialéctica y la necesidad de ahorrar espacio al editor y fatiga al lector. No tiene disculpa su falta de rigor.

Me quedan por comentar dos párrafos más de su artículo. Uno es sencillo y fácil de comentar, dice así:

La preocupación natural, que comparto, es cómo compaginar el hecho de vivir en estructuras más amplias, con que la toma de decisiones, la planificación de lo relativo a la Filosofía, sea hecha, esencialmente, por los filósofos.

 

Podría haber sido Vd. menos general, menos vago en su expresión, haber descendido al detalle con que hace propaganda «Ninguna titulación se ve alterada, los planes de estudio siguen siendo los mismos, los alumnos van a cursar las mismas asignaturas, en las mismas aulas, con los mismos profesores, que van a seguir en sus mismos despachos». No soy muy ducho en materia legal, pero los artículos esenciales que hacen referencia a Planes de Estudio, su elaboración y programación, en los Estatutos son: 4.e), 13.5, 48.11, 56.j, 158.1–4 y 159.1. A mí me parecen fundamentales el 158 y el 159.

Es muy difícil que el único Departamento de Filosofía pudiera tener la responsabilidad sobre las actuales titulaciones adscritas a la Facultad de Filosofía a tenor de lo que esos artículos dicen. No lo dice Vd., pero habría que someter a los Estatutos a un corta y pega de enjundia y sustancia.

Acabo señor Rector, porque todo en la vida se acaba —salvo que uno sea discípulo de Quevedo y esté convencido de que al menos amar es algo que se puede hacer más allá de la muerte: «Polvo serán, mas polvo enamorado»—, ya que ha reclamado una cátedra de Historia de las Matemáticas, recordándole la historia de unos de los grandes matemáticos del siglo veinte: David Hilbert. Hilbert enseñó en la Universidad de Königsberg y en la Universidad de Göttingen, probablemente el mejor centro de enseñanza e investigación matemáticas hasta la segunda guerra mundial. Hilbert atrajo a personalidades como Gödel, Weyl, Einstein, entre otras. Pregúntese cómo era aquella universidad, qué entendían aquéllos hombres por estudiar, formarse, enseñar, investigar en una institución social llamada Universidad. Esto mismo le estaban reclamando mis colegas.

Señor Rector, por favor, dimita. Antonio Benítez Madrid, 7 de julio 2016

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