jueves,18 agosto 2022
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Humor y Comunicación Política

Víctor López de la Fuente, un pintor y escultor que perdura en medio de la crisis

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Hay quienes explican el éxito por razones o justificaciones psicológicas Desde hace tiempo, me vienen hablando de cómo muchos pintores y escultores se han desanimado durante la crisis; también me he ido enterando de que no pocas galerías han cerrado durante; ¿y qué decir de los lamentos que nos llegan a diario sobre el poco […]

Hay quienes explican el éxito por razones o justificaciones psicológicas

Desde hace tiempo, me vienen hablando de cómo muchos pintores y escultores se han desanimado durante la crisis; también me he ido enterando de que no pocas galerías han cerrado durante; ¿y qué decir de los lamentos que nos llegan a diario sobre el poco apoyo al mundo cultural?

Podemos encontrar razones o justificaciones psicológicas a este lamentable estado de cosas. Que si es prácticamente imposible vivir de la pintura, y por eso, lo mejor es considerarla como una segunda actividad; que ahora hemos podido darnos cuenta de que muchos la viven como una afición, no como una vocación; que los pintores y escultores que no triunfan, es porque no saben pisar el suelo de la realidad, puesto que es imprescindible contar con un buen marchante. Y así sucesivamente…

Me convencen más las razones filosóficas

Llevo más de diez años siguiendo la trayectoria de Víctor López de la Fuente, primero como pintor y, ahora como pintor y escultor. Y he visto cómo ha triunfado antes y durante la crisis. Una situación que se ha repetido varias veces es que, el mismo día en que inaugura una exposición, la Galería le piden más obras. También es fácil encontrar una explicación psicológica de este triunfo: a la gente le gusta la pintura de Víctor. Sólo que el criterio del gusto tiene poca consistencia. Los sentimientos no son apropiables ni son sostenibles. Es decir, cada uno de nosotros no podemos recetarnos un sentimiento determinado, positivo o negativo, ni está en nuestra mano vivir con ese sentimiento durante el tiempo que queramos. Si estamos disgustados por un hecho que nos ha resultado muy desagradable, no podemos cambiar al polo positivo sólo con frotarnos las manos, como quien se decide a trabajar. Ése puede ser el primer movimiento del cambio, pero no un automatismo que podemos activar como la marcha de un coche. Y mientras sí podemos conducir durante bastante tiempo, no podemos asegurarnos que vamos a estar de buen humor o melancólicos el tiempo que queramos.

Entonces, me propuse pensar en qué podía consistir la razón de que Víctor López de la Fuente perdurase en medio de la crisis. Y, como me ha ocurrido en otros aspectos de la vida, encontré una explicación en la filosofía. Y más en concreto, en la Filosofía de Gustavo Bueno. Este filósofo español ha desarrollado su Teoría del Espacio Antropológico. En el espacio físico, los cuerpos tienen longitud, anchura y altura; el espacio antropológico tiene tres ejes: circular, radial y angular. Después, Bueno especificó en qué consistía cada eje.

El espacio antropológico consta de tres ejes: circular, radial y angular. El eje circular es aquel en el que se dibujan los individuos y grupos humanos, sus términos y sus relaciones, así como también ciertas operaciones; individuos que piensan y crean en solitario, que se relacionan con otros y que aprenden normas que pueden obedecer o cambiar. El eje radial polariza todo aquello que suele ser denominado como «realidad impersonal» y que resulta imprescindible para cambiar técnicamente nuestro mundo: materias primas, inventos, construcciones… El eje angular recoge cualquier realidad que se suponga que no es circular ni radial: según las culturas, Dios o los númenes, los animales, extraterrestres… Bueno ha comprobado que el eje circular es inseparable de cualquier cultura, aunque sus dirigentes se declaren ateos o antirreligiosos. Incluso, el eje circular puede tener un gran efecto propagandístico. Pensemos en los motivos que los políticos norteamericanos o rusos daban para los gastos en la carrera espacial: «Queremos saber si hay vida fuera de la tierra, si hay extraterrestres». Recordemos, también, que estos seres son una mina inagotable para la ciencia-ficción y para el cine.

Desde que me familiaricé con esta teoría, la he aplicado a las obras que diversos autores han escrito sobre España y a la Comunicación Política. También Bueno la ha aplicado para explicar qué es la Izquierda, la Derecha, la Cultura, la Felicidad y a la obra gráfica de Mingote.

Resumiendo, y resumiendo mucho, Bueno viene a decir que el espacio antropológico constituye un análisis total de nuestro mundo en cuanto espacio práctico. Entonces, el trabajo de un artista consiste en que sus obras exploran críticamente ese mundo. Y por tanto, no se limitan a representar la realidad o a expresar lo que lleva dentro sino a apelar al público para sugerirle que complete o desarrolle alguna de las relaciones implícitas en la escena.

Obras de Víctor que se mueven en el eje circular y en el radial

Creo que Víctor López se ha propuesto apelar a los visitantes de su exposición para que pongan en práctica nuna de las cosas que más necesita nuestro mundo. Y no sólo en estos momentos de crisis. Sobre todo, el pensamiento en forma de innovación. Lo que Bueno llama autologismos.

Los artistas y los científicos realizan muchas actividades que son muy subjetivas. Podríamos decir que las grandes teorías son el resultado de una gran intuición, de un momento feliz de creatividad que, posteriormente, adquiere amplitud y fuerza, como el comienzo de una tormenta. Esa amplitud y fuerza, sin embargo, no es el resultado de continuas intuiciones sino de trabajo constante, paciente, de recuentos y más recuentos de experiencias. Bueno piensa que en los autologismos entran las actividades psicológicas ligadas al ingenio, a la memoria, a la imaginación, a la tenacidad, a la penosa laboriosidad del trabajo diario.

En el cuadro El árbol de la sabiduría, Víctor nos presenta a un hombre solo está leyendo, aunque apoyándose en un árbol en el que vemos los siguientes inventos: la bombilla, la televisión, el interruptor pero, sobre todo, el árbol, que no es natural sino que éste u otro hombre ha construido. Advertimos los materiales con los que lo han levantado y la pera, que también es artificial.

El cuadro apela a nuestra iniciativa para cambiar las cosas del eje radial. El ingenio individual es el que idea el cambio de las cosas que encuentra en el ese eje. Él solo no puede hacer las cosas. Necesita de los dialogismos con los demás, que es el público; en política, es esencial la palabra para transmitir los planes y programas a los demás. Y es esencial que surjan cadenas de mando que hagan posible el cambio de esa realidad. Así es posible crear puestos de trabajo para transformar las materias primas y para que nos demos cuenta de la diferencia entre lo que nos encontramos dado y lo que nosotros podemos poner.

Hay una ironía indudable en este cuadro, puesto que Víctor critica esa concepción que algunos tienen según la cual la técnica brota de una manera tan repetitiva como las frutas en los árboles. Ni muchas de éstas podrían aparecer cada año sin el trabajo de hombres y mujeres ni la técnica es posible sin el ejercicio continuo del ingenio de muchas personas.

También Víctor López de la Fuente sabe moverse en el eje circular, radial y angular

En El maquinista, vemos también a un hombre solitario que hace salir de su máquina de escribir elefantes y los que parecen ser un billete y un plano. Aquí nos encontramos, también, con que Víctor hace prevalecer el ingenio individual, el autologismo, sobre los adelantos técnicos. Que alguien utilice el ordenador para escribir no quiere decir que mejore la calidad de sus escritos. Una persona que haya decidido no abandonar la pluma o la máquina de escribir puede lograr obras mucho mejores. Lo importante es la fertilidad de la mente, que hace surgir muy distintas realidades, que se mueven con su lógica interna. ¿Cómo van a poderse sostener los elefantes en el espacio, desafiando la ley de la gravedad? Y sin embargo, las religiones secundarias han sido zoomorfas en todas las culturas. De ahí que Víctor contemple el eje angular. Incluso, podríamos incluir también en este eje la Luna, que tanta importancia ha tenido en las religiones.

En fin, podría seguir comentando más obras de las que Victor López de la Fuente va a exponer, pero me quedo aquí porque si no, más que una invitación, esta columna parecería impulsar al lector al estilo de lo que los norteamericanos denominan publicitariamente un «must». Lo cual, aparte de estar muy lejos de mi intención, sería una actividad nada ingeniosa e inútil.

Víctor López de la Fuente expone en la Galería Alfama (Calle Serrano, 7, Madrid) del 27 de marzo al 30 de abril de 2014.

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