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Banco Mundial advierte del riesgo de crisis en emergentes

Vivimos la mayor y más rápida oleada de deuda en 50 años y la deberán pagar jóvenes mejor educados

Redacción / Actualizada 23 de Diciembre 2019
Los países en desarrollo serían vulnerables e insolventes en caso de aumentar los tipos de intereses, pues su deuda se acelera a tasas nunca vistas y el PIB se desacelera. La dimensión, la velocidad y la amplitud de la última ola de deuda preocupa al Banco Mundial, aunque parte vaya a educación e infraestructuras. Su informe mide los cuatro mayores episodios de acumulación de deuda desde 1970. Su conclusión es que el endeudamiento actual podría poner en peligro a los países de otra crisis.

La deuda de las economías emergentes y en desarrollo alcanzó la cifra récord de 55  billones en 2018, lo que marcó un período de ocho años de incremento, el más grande, rápido y generalizado en casi cinco décadas, según un nuevo estudio del Grupo Banco Mundial que insta a las autoridades a actuar sin pérdida de tiempo para fortalecer sus respectivas políticas económicas y reducir la vulnerabilidad ante las perturbaciones financieras.

El análisis se presenta en Global Waves of Debt (Oleadas mundiales de deuda) (i), estudio completo de los cuatro principales episodios de acumulación de deuda que se produjeron en más de 100 países desde 1970. En él se llegó a la conclusión de que la relación entre deuda y PIB de los países en desarrollo ha aumentado 54 puntos porcentuales hasta llegar al 168  % desde que la deuda comenzó a acumularse en 2010. En promedio, esa relación se ha incrementado en unos siete puntos porcentuales por año, es decir, con una rapidez que casi triplica la que se registró durante la crisis de la deuda de América Latina en la década de 1970. Además, el aumento ha tenido una base excepcionalmente amplia, ya que se ha observado tanto en la deuda pública como en la privada y prácticamente en todas las regiones del mundo.

“La dimensión, la velocidad y la amplitud de la última ola de deuda deberían despertar preocupación en todos nosotros”, dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial. “Esto pone de relieve los motivos por los cuales la gestión de la deuda y su transparencia deben revestir el máximo grado de prioridad para las autoridades responsables, a fin de que estas puedan incrementar el crecimiento y la inversión y asegurarse de que la deuda que contraen contribuya a lograr mejores resultados de desarrollo para la población”. 

De acuerdo con el informe, la prevalencia de tasas de interés históricamente bajas en el mundo mitiga el riesgo de crisis por el momento. No obstante, el registro de los últimos 50 años pone de relieve los peligros: desde 1970, alrededor de la mitad de los 521 episodios de rápido crecimiento de la deuda en los países en desarrollo ha ido acompañada de crisis financieras que debilitaron considerablemente el ingreso per cápita y la inversión. 

El informe del Banco Mundial resalta que, junto a Tailandia y China, tres de los 10 países en desarrollo que mayor crecimiento han tenido de la deuda son latinoamericanos, región donde en los años 80 y 90 se registraron situaciones de impagos y renegociaciones: Argentina, México y Brasil. No mencIona en ningún momento a los Estados Unidos de Norteamérica como mayor deudor, así como tampoco al hecho de que precisamente la mayoría de estos países con mayores crecimientos de sus deudas públicas y privadas son los principales financiadores del Tesoro norteamericano, donde Latinoamerica ha elevado sus posiciones y China las ha disminuido los últimos años, según informó Ibercsmous.es el pasado verano, alguno de cuyos gráficos rerproducimos abajo.

“La historia muestra que los grandes aumentos de deuda suelen coincidir con crisis financieras en los países en desarrollo, con un elevado costo para la población”, señaló Ceyla Pazarbasioglu, vicepresidenta de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones, del Grupo Banco Mundial. “Las autoridades deberían actuar sin demora para reforzar la sostenibilidad de la deuda y reducir la exposición a las perturbaciones económicas”.  

En el análisis se determinó que esta última oleada difiere de las tres anteriores en diversos aspectos: implica la acumulación simultánea de deuda tanto pública como privada, y la presencia de nuevos tipos de acreedores, y no se limita a una o dos regiones. Parte del incremento de la deuda ha sido impulsado por China, donde la relación entre deuda y PIB ha aumentado 72 puntos hasta situarse en el 255 % desde 2010. Sin embargo, la deuda es notablemente más elevada en los países en desarrollo aun si se excluye a China del análisis: entre las economías emergentes y en desarrollo, duplica el nivel nominal registrado en 2007. 

Esas características plantean dificultades que las autoridades no habían tenido que afrontar antes. Por ejemplo, en la actualidad el 50 % de la deuda pública de las economías emergentes y en desarrollo está en manos de inversionistas no residentes, porcentaje considerablemente mayor que en 2010. Para los países de ingreso bajo, gran parte de esa deuda se ha contraído en condiciones no concesionarias y por fuera del marco de resolución del Club de París.  

Vistas las circunstancias, las autoridades deberían elaborar mecanismos para facilitar la resolución de la deuda cuando sea necesario, según el informe. Una mayor transparencia también sería de gran ayuda.

David Malpass, Presidente del Grupo del Banco Mundial, culpa a China de la mitad del problema 

Las oleadas de acumulación de deuda han sido una característica recurrente de la economía mundial en los últimos cincuenta años.  En los países emergentes y en desarrollo, ha habido cuatro grandes oleadas de deuda desde 1970.  Las tres primeras oleadas terminaron en crisis financieras: la crisis de la deuda latinoamericana de los años 80, la crisis financiera de Asia de finales de los años 90 y la crisis financiera mundial de 2007-2009.

Una cuarta oleada de deuda comenzó en 2010 y la deuda ha alcanzado los 55 billones de dólares en 2018, lo que la convierte en la más grande, amplia y de mayor crecimiento de las cuatro.  Si bien el financiamiento de la deuda puede ayudar a satisfacer necesidades urgentes de desarrollo, como la infraestructura básica, gran parte de la actual ola de deuda está tomando formas más riesgosas.  Los países de bajos ingresos están pidiendo cada vez más prestado a los acreedores fuera de los prestamistas tradicionales del Club de París, en particular de China.  Algunos de estos prestamistas imponen cláusulas de no divulgación y requisitos de garantía que oscurecen la escala y la naturaleza de las cargas de deuda.  Hay preocupaciones de que los gobiernos no sean tan eficaces como deben al invertir los préstamos en capital físico y humano.  De hecho, en muchos países en desarrollo, la inversión pública ha ido disminuyendo incluso a medida que aumentan las cargas de la deuda.

La acumulación de deuda también justifica un análisis minucito debido a un crecimiento más lento durante de la onda actual.  En comparación con las condiciones anteriores a la crisis de 2007-2009, las economías emergentes y en desarrollo han estado creciendo más lentamente a pesar de que la deuda ha estado creciendo más rápido.  Un crecimiento más lento ha significado resultados de desarrollo más débiles y una reducción más lenta de la pobreza.

Global Waves of Debt presenta el primer análisis en profundidad de las similitudes y diferencias en las oleadas de acumulación de deuda posteriores a 1970.  También incluye un examen exhaustivo de más de 500 episodios individuales de aumentos de la deuda pública y privada que se han producido en 100 economías emergentes y en desarrollo en las últimas cinco décadas.  El estudio informa que aproximadamente la mitad de esos aumentos de deuda terminaron en crisis financieras.

El último aumento de la deuda en las economías emergentes y en desarrollo ha sido sorprendente: en sólo ocho años, la deuda total alcanzó un máximo histórico de aproximadamente el 170 por ciento del PIB.  Esto marca un aumento del PIB de 54 puntos porcentuales desde 2010, la ganancia más rápida desde al menos 1970.  La mayor parte de este aumento de la deuda fue contraído por China (equivalente a más de 20 billones de dólares).  El resto del aumento fue de base amplia ,que involucró el gobierno, así como la deuda privada— y observable en prácticamente todas las regiones del mundo.

El estudio muestra que las acumulaciones simultáneas en la deuda pública y privada se han asociado históricamente con crisis financieras que han generaro disminuciones prolongadas de la renta per cápita y la inversión.  Las economías emergentes y en desarrollo ya son más vulnerables en una variedad de frentes que antes de la última crisis: el 75 por ciento de ellos ahora tienen déficits presupuestarios, su deuda corporativa denominada en moneda extranjera es significativamente mayor y su actual déficits de cuentas son cuatro veces más grandes que en 2007.  En estas circunstancias, un aumento repentino de las primas de riesgo podría precipitar una crisis financiera, como ha ocurrido muchas veces en el pasado.

Claramente, es hora de correcciones de curso.  El estudio identifica varias medidas concretas que los responsables de la formulación de políticas pueden tomar para reducir la probabilidad y la gravedad de una crisis.  Una mejor gestión de la deuda puede ayudarlos a reducir los costos de endeudamiento y mejorar la sostenibilidad de la deuda.  Una mayor transparencia de la deuda, tanto por parte de los gobiernos como de los acreedores, puede facilitar la identificación y la subsanación de los mayores riesgos.  Al eliminar la incertidumbre, también puede ayudar a acelerar los flujos de inversión.  Perseguir alternativas a la acumulación de deuda pública también puede ayudar: los gobiernos deben alentar la inversión del sector privado y trabajar para ampliar la base impositiva de manera que fomenten el crecimiento.Aunque parezca que se puede gestionar la última ola global de deudas.  

En todo el mundo, las tasas de interés están en mínimos históricos, moderando los costos de la deuda.  Pero los líderes deben reconocer el peligro y trasladar a los países a un territorio más seguro en términos de calidad y cantidad de inversión y deuda, más pronto que tarde.

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