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Capitalismo de ombligo

Javier Esteban / Publicado el 18-45-2021, reproducido el 10-5-2021
Nietzsche y sus discípulos, como Ortega y Gasset, popularizaron el adagio: "Conviértete en lo que eres". Que era a su vez una cita de la Pítica de Píndaro que se puede traducir como "Llega a ser lo que aprendes a ser". O "Que aprender te lleve a ser quién eres". 

 

Como en el Renacimiento, la filosofía existencialista postrromántica alemana del siglo XIX y primera mitad del XX convirtió el redescubrimiento de las fuentes griegas, en especial las presocráticas, en una forma de legitimar su reacción contra una tradición de pensamiento que se consideraba ya demasiado rígida para afrontar los cambios radicales suscitados en la primera etapa industrial.

E igual que el taoísmo en la China clásica, cuando le tocó medirse con la burocracia confuciana, se convirtió en un tipo de filosofía de apariencia poética en su exposición que buscaba provocar para alumbrar. No hay tanta diferencia entre las paradojas de Zhuang Zi y la filosofía a martillazos.

El problema es que esto nos dejó también un montón de aforismos bastante mal leídos, traducidos y aplicados. Desde el que menciono en el primer párrafo a otros como el celebérrimo “Fracasa mejor” de Samuel Beckett del que aquí tenéis una breve crítica.

Frases que se convierten en herramienta de autoafirmación más que de introspección y que nos bombardean todos los días en la (pseudo)retórica del emprendimiento o el liderazgo empresarial.

Este uso es, además de la antítesis de la filosofía, bastante peligroso en un momento en el que la comunicación pasa de lo unidireccional, lo vicario, lo jerárquico, a una configuración en red, en coloquio o conversación.

Transmitir no es dialogar, y olvidarlo sólo nos muestra cada vez más las costuras de un Frankenstein de soliloquios.

Normal que lo acabemos recibiendo con las horcas y antorchas de la más profunda indiferencia. 

¿EL FIN DEL SOCIALCAPITALISMO?

El capitalismo lleva medio siglo hablando de reinventarse para conversar con los stakeholders, es decir, con la sociedad, y no sólo con los shareholders, los accionistas. De esa idea nace precisamente el Foro de Davos.

Pero cuando las empresas pretenden tomar un papel de interlocutor ante el conjunto de la ciudadanos y presentar propuestas en temas que nos afectan a todos y no sólo a sus beneficios, mucha gente enarca la ceja.

No porque un prejuicio dialéctico nos haga dudar de las verdaderas intenciones de las mal llamadas 'élites', sino porque dichas intenciones, por muy honestas que sean, se traducen en un amago vacuo de conversación lleno de frases gastadas y lugares comunes, aforismos de Twitter, memes o, directamente, branded content.

Como si en lugar del martillo provocador del pensamiento nos dejaran una chapa abollada y oxidada en la que el único reflejo que subsiste es el del ombligo de quien habla.

¿Jefes en patinete? ¿Futbolines en la cafetería? ¿Viernes de disfraz temático? ¿Mascaras para selfies en las videconferencias a las siete de la tarde?

¿Qué valor aporta todo esto? 

En muchos casos, el posicionamiento social de una empresa se diluye en una pose que, en una situación como la actual, se queda en nada barrido por una circunstancias que no contempla porque confunde 'propiocepción' con percepción. 

Quizá por esta debilidad, últimamente se habla del fin del capitalismo social a cuenta de algunos movimientos, de la directiva de grandes empresas. Pero es exagerado sacar esa conclusión sólo del cese de un CEO, por ejemplo, ¿no?

Yo veo en la relevancia que se le da a esta señal el síntoma de una demanda cada vez mayor de salir de esta amalgama de modas y lugares comunes para llegar a un modelo de 'capitalismo social' real y eficaz.

Como la transformación de un Pinocho, al que le crece demasiado fácilmente la nariz, en un niño de verdad.

Y aquí van sólo tres ejemplos de los frentes que ese niño va a tener que afrontar en nuestro país si quiere convencernos de que no es sólo una marioneta que esconde los hilos.

EL HYPE EDADISTA  

Esta semana se ha celebrado un importante foro de diálogo público en el que ha participado Gobierno, interlocutores sociales y empresas. ¿Cuál ha sido el titular más destacado en el ámbito laboral? ¿La solución resiliente para los mucho más de 4 millones de personas registradas en el paro o afectadas por ERTE? 

El enésimo anuncio por parte del Gobierno de que se van a reducir (de 4) a 3 el número de contratos para reducir la temporalidad.

No digo que me parezca mal simplificar y agilizar la contratación, pero a lo mejor no es la solución mágica contra la precariedad y hay que hacer otras cosas. De lo contrario no se explica esto:

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Me llama más la atención una idea antigua que ha reflotado al margen de este foro: la de incentivar el retraso de la jubilación, ahora con hasta 12.000 euros por año.

Esto ha provocado todo tipo de debates acerca de quién lo pagaría o de si que supone cerrar la puerta a las jóvenes –nunca entenderé que aceptemos tan acríticamente el argumento de que para crear empleo hay que echar a gente del mercado laboral–, pero la pregunta sería más bien: ¿sirve para algo?

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España es un país que, en lo que se refiere a la legislación laboral y protección social, está hecho para asalariados, pero en el que los profesionales que optan más por el retiro –no les queda otra– son los independientes. Así que quizá deberíamos echarle un vistazo a su régimen de cotización social.

Pero, ya que nos ponemos, se debería modernizar el modelo productivo para que la economía del conocimiento tenga mayor peso y se cree más empleo senior en lugar de destruirlo.

Desempleados que retrasen su jubilación hasta los 70 años vamos a ver pocos.

CAPITALISMO DE GÉNERO

Además del edadismo, otra prueba del algodón para el capitalismo de ombligo es la brecha de género. Esta semana se ha puesto en marcha el registro salarial que puede revelar bastantes sorpresas sobre cómo se produce esa discrepancia de sueldos entre hombres y mujeres. Que no es la única brecha que existe.

Ya prácticamente nadie niega que hay brecha. La discusión se ha trasladado a las causas. Según unos se debe exclusivamente a la maternidad. Según otros, no es el único factor: también afecta a las mujeres que no tienen hijos.

Esta semana compartí esta infografía sobre la diferencia entre hombres y mujeres en el acceso al empleo según la edad y sorprendió bastante. 

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Aunque si queréis un análisis en profundidad del tema os remito al presentado por la Fundación Iseak que dio mucho más que hablar porque analiza pormenorizadamente las brechas que afrontan las mujeres en situaciones personales y vitales en las que el lugar común dice que no hay brecha. 

En cualquier caso, la realidad de los datos muestra que esta crisis no se ha comportado en términos de impacto de género de la misma forma que las precedentes. Y esto merece un tomarse muy en serio los próximos pasos. 

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DIGITALIZAR EN (PRO)POSITIVO

Te guste o no mezclarlo con la palabra capitalismo –pero es el terreno que pisamos– cualquier diálogo que quiera ser la base de una sociedad civil fuerte capaz de interpelar a los poderes públicos debe partir de un diagnóstico adecuado y huir de lugares comunes, recetas gastadas y gestos vacíos.

En esta fase de la crisis, esto implica hablar tanto de empleo como de empleabilidad. En esto tienen nuestras administraciones, Y también nuestras empresas mucho que decir. Porque el tercer frente que se abre para el stockholder capitalism es el impacto de la tecnología.

Os lanzo una pregunta: ¿cómo puede crear negocio y puestos de trabajo la transformación digital si no la estamos utilizando para conversar, colaborar mejor con los humanos que son nuestros clientes y empleados?

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Si queréis conocer la respuesta que le doy a esto, os invito a ver la conversación que mantuve con Liliana Costa de Thinkers Soul, en la que le dimos un repaso a los conceptos de upskilling y reskilling y a lo necesario de que no sólo trabajadores, sino muchas empresas y gobernantes, también se los apliquen. 

Beyond The Hype 

 Por Javier Esteban

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