Hay que realizar cada acción como si fuera la última, o incluso hay que pasar cada día como si fuera único.
Se trata de darnos cuenta de que el momento que vivimos todavía tiene un valor infinito que, al poder ser interrumpido por la muerte, hay que vivir de una forma intensa mientras la muerte no está allí.
Los epicúreos también hablaban de la muerte. Según Séneca, Epicuro decía "piensa en la muerte": pero no era para prepararse a la muerte en sí, sino para tomar consciencia del momento presente. Exactamente al igual que los estoicos.
Es el famoso "carpe diem", de Horacio: toma el hoy sin pensar obsesivamente en el mañana.
En el fondo, uno se dice: ya lo tenemos todo en un solo instante de existencia. En el fondo se trata del aquí y ahora…ayer ya pasó y "mañana"… no es más que una hipótesis. En el fondo, se trata siempre de una toma de conciencia del valor de la existencia. ¿Recuerdan la oración con la que el indio saludaba el nuevo amanecer?
Una vez más, ayer ya pasó, aunque deje sus trazas y mañana, repito, está en el limbo de lo hipotético, de las posibilidades o de las fantasías. Aquí y ahora, no te angusties por "el mañana"… no existe; pero tú y yo sí existimos y nos podemos ir a dormir con el corazón agradecido. Si llega "mañana", pues lo más apropiado es recibirlo estirando tus brazos y pidiendo saber acogerlo, valorarlo, construirlo, amasarlo… "bien-decirlo" .
Es lo que hago, aún antes de ir al baño,: salir a la terraza, extender los brazos, sonreír agradecido y desear todo lo mejor para la naturaleza, los árboles, los seres humanos, los ríos, los animales y suspirando desde lo más profundo… como parte esencial de la naturaleza. Aquí y ahora. Ni siquiera hacen falta "los dioses inventados a medida, ni los brujos ni las meigas ni el destino ni la suerte…ni los diablos con cuernos o sin ellos". Aquí y ahora… con "el corazón a la escucha".
