jueves,18 agosto 2022
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Conferencia sobre el futuro de Europa: la hora de los ciudadanos

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"Tenemos por delante retos importantes, para nuestra seguridad, para el bienestar de nuestros pueblos, para el papel que Europa deberá desempeñar en un mundo cada vez más multipolar. Una Europa unida de Veintisiete debe configurar su propio destino y perfilar una visión de su propio futuro".
La frase anterior procede del prólogo que escribió el que fuera presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, al “Libro Blanco sobre el futuro de Europa”, publicado en 2017. Fue preparado con motivo de la celebración del 60 aniversario de la firma de los tratados de Roma de 1957, con el objeto de reflexionar sobre la Unión del futuro, ya sin el Reino Unido, con el que ya se estaba negociando su salida. Este Libro Blanco planteaba cinco escenarios posibles, no excluyentes entre sí, cuyo contenido, sintéticamente expuesto, era el siguiente:

Escenario 1: Seguir igual. La UE de los 27 continuaría con su rumbo actual: se fijarían y actualizarían las prioridades y se abordarían los problemas a medida que fueran presentando.

Escenario 2: Solo el mercado único. Al no alcanzar los Estados miembros acuerdos significativos en otros ámbitos, la UE se centraría básicamente en perfeccionar el mercado único

Escenario 3: Los que desean hacer más, hacen más. La Unión seguiría funcionando como hasta ahora, aunque permitiendo a los Estados miembros que lo deseasen hacer cooperaciones reforzadas en ámbitos específicos tales como la defensa, la seguridad interior o los asuntos sociales. Esta sería la Europa de geometría variable: la de dos o más velocidades.

Escenario 4: Hacer menos pero de forma más eficiente. En este supuesto la Unión se centraría en aumentar y acelerar los logros en los ámbitos de actuación que considerase prioritarios, mientras que intervendría menos en los que se percibiese que no aportaban un valor añadido significativo.

Escenario 5: Hacer mucho más conjuntamente. Los Estados miembros atribuirían a la Unión más competencias y más recursos para que ésta pudiera tomar decisiones en muchos más ámbitos.

La propuesta de la Comisión Juncker fue recogida por su sucesora en la presidencia de dicha institución, Ursula von der Leyen, pero introduciendo una novedad de mucho calado: la reflexión sobre qué Europa queremos para el futuro ya no partiría, como ha ocurrido en el pasado, de los Estados o de las instituciones de la Unión, sino directamente de los ciudadanos. En la sesión de investidura, Ursula von der Leyen, lo expresó en estos téminos:

 

“Quiero que los ciudadanos europeos desempeñen un papel principal y activo en la construcción del futuro de nuestra Unión, que tengan voz en una Conferencia sobre el Futuro de Europa, que comenzará en 2020 y se prolongará durante por dos años”.

 

Es la primera vez que un acontecimiento de este tipo va a suceder en la historia de la UE, y debe ser resaltado. Pero no solo es novedad en la Unión, sino que, iniciativas similares, que yo sepa, no se han dado nunca en ningún lugar del mundo, excepto en algún municipio y para cuestiones muy concretas.

La construcción europea ha sido muy criticada porque se venido haciendo de arriba a abajo: desde los Estados y las instituciones comunes pero con ninguna o muy escasa participación de los ciudadanos (salvo en las elecciones al PE). Ahora se pretende lo contrario, que sean éstos –y también sus representantes- los que tomen la iniciativa y expresen sus inquietudes sobre lo que debe ser el futuro de la Unión; y que lo puedan hacer desde cualquier lugar de la misma y sin que importe el género, la edad, el contexto socioeconómico o el nivel educativo. Y, sobre todo, que se pronuncien los jóvenes que son los llamados a gestionar los cambios que tengan lugar.

En contra de lo que pueda suponerse a priori, los ciudadanos europeos sí les importa la Unión y desean que se oiga su voz. Así lo reflejan los resultados de un Eurobarómetro específico realizado al efecto (Special Eurobarometer 500, October-November 2020), en el que nada menos que un 92% de los ciudadanos manifiestan su interés en que sean tenidos en cuenta; y, un 60%, que la crisis del coronavirus les ha hecho reflexionar sobre el futuro de la misma.

Inicialmente se había previsto convocar la Conferencia para el 9 de mayo de 2020, en Dubrovnik  (Croacia), pero hubo que retrasarla debido a la pandemia del coronavirus. Tras la firma en la sede del Parlamento Europeo de la “Declaración conjunta relativa a la Conferencia sobre el futuro de Europa” (10 de marzo de 2021) por los presidentes del Parlamento, de la Comisión y del Consejo de ministros, dará comienzo el 9 de mayo de 2021, en Estrasburgo, y se prolongará por unos dos años: hasta la primavera de 2023. En la declaración conjunta, se expresa lo siguiente:

 

 “Nosotros, los presidentes del Parlamento Europeo, del Consejo y de la Comisión Europea, queremos que los ciudadanos se sumen al diálogo y expresen su opinión sobre el futuro de Europa. Nos comprometemos conjuntamente a escuchar a los europeos y a dar seguimiento a las recomendaciones formuladas por la Conferencia, respetando plenamente nuestras competencias y los principios de subsidiariedad y proporcionalidad consagrados en los Tratados europeos (…)

En el marco de la Conferencia y respetando plenamente los principios establecidos en la presente Declaración conjunta, organizaremos actos en colaboración con la sociedad civil y las partes interesadas a escala europea, nacional, regional y local, con los Parlamentos nacionales y regionales, el Comité de las Regiones, el Comité Económico y Social Europeo, los interlocutores sociales y el mundo académico”.

 

Para hacer posibles los debates, se ha creado una plataforma digital, interactiva y multilingüe (en las 24 lenguas oficiales de la Unión), con la etiqueta #ElFuturoEsTuyo. A través de ella, los ciudadanos de todos los Estados podrán hacer propuestas y dialogar entre sí, con el solo requisito de respetar los valores recogidos por el artículo 2 del TUE. Los temas propuestos se estructuran en 10 áreas: Cambio climático y medio ambiente; Salud; Una economía más fuerte, justicia social y empleo; La UE en el mundo; Valores y derechos, Estado de Derecho y seguridad; Transformación digital; Democracia europea; Migración; Educación, cultura, juventud y deporte; y Otras ideas (Sitio: https://futureu.europa.eu/?locale=es). En la última de las secciones (Otras ideas) podrán tratarse cuestiones de interés que no encajen en ninguna de las anteriores. Se podrá participar bien presencialmente, cuando las condiciones sanitarias lo permitan, o bien de forma telemática.

Para conducir la Conferencia, se crean dos órganos: un comité ejecutivo y un pleno. El comité ejecutivo estará compuestos por tres representantes -y hasta cuatro observadores- por cada una de las tres instituciones convocantes (Parlamento Europeo, Consejo y Comisión Europea) y copresidido por las mismas; su cometido es el de informar periódicamente a la presidencia conjunta sobre el desarrollo de la Conferencia, de tomar decisiones, por consenso, sobre sus trabajos y de preparar las sesiones del pleno. Por su parte, el pleno, que se reunirá al menos cada seis meses, estará compuesto por representantes de las tres instituciones convocantes, por todos los Parlamentos nacionales en pie de igualdad, y de los ciudadanos; y también estarán representados el Comité de las Regiones y el Comité Económico y Social Europeo, los interlocutores sociales y el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad cuando se debata el papel internacional de la UE.

Como resultado final de la Conferencia se presentará en un informe dirigido a la presidencia conjunta, que lo examinará y estudiará la forma de darle seguimiento de acuerdo con las competencias que cada una de las instituciones tiene atribuidas por los tratados. El resultado final puede consistir, bien en un desarrollo legislativo en el marco del Tratado en vigor (el de Lisboa), o bien, lo que puede ser probable, en una reforma del mismo que podría desembocar en un nuevo tratado constitucional. En este último supuesto, habría que convocar una Convención europea de acuerdo con lo previsto en el artículo 49 del TUE (como ya se hizo en 2001 con el fallido tratado constitucional) para su redacción y, posteriormente, una Conferencia intergubernamental para su aprobación. Cualquiera sea el desenlace final, este proceso durará varios años.

 

 

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