La situación que viven más de 800 investigadores en Córdoba es cuando menos precaria, no por los medios que utilizan para desarrollar su labor, pero sí por las condiciones laborales de los propios científicos, como asegura el presidente de la Asociación de Investigadores Precarios de Córdoba, José María Palomares. Y es que a pesar de que estos profesionales poseen el máximo nivel académico del sistema educativo, tienen que desarrollar su tarea profesional sin una carrera definida, llena de vacíos e inseguridades que hacen que la mayoría de ellos dejen su labor investigadora para dedicarse a otros menesteres.
Aunque las circunstancias han mejorado en los últimos años, aún son muchos los aspectos que deben cambiar. En este sentido, Palomares asegura que es imprescindible que se reconozca la investigación como carrera profesional para que exista un camino que guíe el trabajo de estos licenciados sin que ninguno se quede fuera y se reconozca desde un principio que son trabajadores y no estudiantes. Para ello, el primer paso es "que la UCO no nos cobre tasas por trabajar".
Las opciones que tienen los licenciados que quieren investigar pasan por competir por una beca de cuatro años con la que poder desarrollar el doctorado y hacer la tesis. Tras ésta, se suele entrar en un periodo llamado de "entre becas" hasta que se les concede otra ayuda de postgrado para el extranjero que dura dos años más. Finalmente, y tras este periodo en el que sólo han tenido contrato dos años, los últimos del doctorado, los investigadores vuelven a ser becados por otros cuatro años en los que se incorporan "con suerte a alguna universidad o al CSIC", afirma Palomares.