jueves,18 agosto 2022
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Crece entre los mayores de 45 años

El subempleo amenaza con mayor intensidad a los profesionales más cualificados

Redacción
El subempleo, entendido como la situación de las las personas que trabajan menos horas de las que desean, se puede traducir como parcialidad forzosa, afectaba a 1,93 millones de trabajadores en el segundo trimestre de 2021.
Según los datos de la Encuesta de Población Activa, los ocupados con educación superior, 672.600, lo que supone el 34% del total.

Se trata del porcentaje más alto, seguido del 29,8% que tiene sólo tiene el primer ciclo de secundaria, el 16,9% que tiene bachillerato o equivalente, el 11.9% de los que tienen FP secundaria, y el 6,5% de los que sólo llegaron a primaria.  

Evidentemente, en este reparto influye el número de ocupados que han alcanzado esa titulación. Sin embargo, al analizar la serie histórica, que se remonta a 2014, observamos un comportamiento desigual en la evolución del subempleo.

Así, desde los máximos del segundo trimestre de 2014, el número total de subempleados se ha reducido un 40%.

Los que tiene al menos un graduado en educación superior universitaria o FP superior sólo se han reducido un 13,3%, frente al 29,7% que lo hizo la cantidad de los que sólo llegaron al primer ciclo de secundaria.  

En el grafico podemos ver que la tendencia sí se ha celerado algo más por la pandemia, pero no empezó con ella:

los titulados superiores llevan liderando el subempleo desde 2018.

Crece entre los mayores de 45 años

Por grupos de edad, el más numeroso lo representan los trabajadores entre 25 y 35 años, un 37%, seguido de 27% que suman los mayores de 45 años.

Se da la circunstancia de que desde 2014 el subempleo ha disminuido en todas las franjas de edad de los titulados superiores con la única excepción de los mayores de 45 años, que han aumentado un 5%.  

¿El talento obsoleto? 

Esto refuerza algo que podíamos ya intuir con los datos de pluriempleo: la precariedad del empleo ha castigado más a los titulados superiores no con la crisis, sino con la recuperación.

Podemos seguir debatiendo de si se debe a una salida en falso de la crisis financiera por los vaivenes políticos o a errores de diagnóstico y diseño en las reformas laborales y educativas de esos años que el nuevo Gobierno trata de enmendar con su nueva agenda.  

Pero hay otra hipótesis mucho más preocupante: las competencias profesionales que ofrece el sistema educativo y formativo español ya están desactualizadas para afrontar los retos de la transformación económica y digital que necesita el mercado productivo.

Y esto no es un escenario futuro que podemos evitar. Es hoy. Nuestro país ya afrontaba una desaceleración del empleo antes de la pandemia. Y esto en gran parte se debe a que estamos perdiendo el tren del talento TIC.   

El problema no es que un robot automatice el proceso, sino que los humanos que trabajan con la tecnología tengan las competencias para aprovechar todas las oportunidades que ofrece una tecnología y transformar su negocio, no cerrarlo.  

Esas competencias no tienen que ser necesariamente tecnológicas, pero sí necesitamos una visión global de un marco cada vez más condicionado tecnológicamente en sus oportunidades y riesgos.

Lo que no puede ser es que ese aprendizaje esté más sujeto a burocracias e intereses creados que a lo que necesitan los profesionales y las empresas.

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