jueves,18 agosto 2022
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ELECCIONES SIN DEBATE (I): Ajustes gafes

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Ahora que las circunstancias de la muerte de Bin Laden han abierto el debate de los límites de la democracia, este lo tenemos más cerca en la organización de las administraciones públicas. Empieza la campaña oficial de las elecciones autonómicas y municipales con la duda de si los contendientes en liza discutirán lo más importante: los ajustes que deberán aplicarse para garantizar la sostenibilidad de ambas administraciones en los próximos años.

 

Mis próximas reflexiones se centrarán en que esos ajustes resultarán ineludibles, aunque no se debatan, por lo que sería más transparente y democrático hacerlo. La polémica desatada por el comando norteamericano que terminó con Bin Laden radica en si para defenderse de sus enemigos una nación debe traspasar los limites de la moral o de los derechos y convenciones internacionales. La no polémica del futuro autonómico y municipal debería plantearse en si para defenderse de sí mismo un país debe limitar o extender la propia democracia. Esto último sí que se ha discutido ya se en otros países; realmente se plantea cada vez que hay un serio debate electoral, sobre todo si lo que se discute son las propias normas que regulan las elecciones, como ha sucedido estos días en el Reino Unido o sucede especialmente allí donde se practican fórmulas de democracia directa. En cambio, en España, donde los partidos parecen en campaña desde las anteriores elecciones, asistimos al inicio oficial de la campaña autonómica y local sabiendo que habrá mucha representación de la política como espectáculo, aunque poco o nada de debate, al menos sobre lo que consideramos temas importantes.

 

No es de extrañar que se extienda la nefasta práctica de ruedas de prensa sin preguntas. En una sociedad y en una economía cada vez más de la información y del conocimiento, se nos niega el acceso a estos recursos. Y ambos son también básicos en los mecanismos de formación democrática del consenso, que es la función que deberían cubrir en primera instancia todos los comicios para que la ciudadanía no votara a ciegas. Como interesado en la economía y lector asiduo de la prensa, quien esto escribe no sabe todavía qué dilucidar en estas elecciones. Sí tiene en cambio la certeza de que no se va a tratar lo más crucial y relevante: la sostenibilidad de las políticas que más directamente incumben a los gobiernos regionales y locales, esas políticas llamadas de proximidad, para las que han recibido las mejores competencias y los mayores recursos en el proceso autonómico. Me refiero a las políticas de sanidad, educación, vivienda y asistencia social. Es decir, a algunas de las que principalmente integran el llamado Estado de Bienestar. Sin embargo, la realidad es tozuda y ofrece cada vez mas evidencias de que los países desarrollados (esos territorios anfitriones de los llamados Estados de bienestar) viven actualmente su mayor crisis desde que nacieron.

Una crisis generada desde las finanzas, ante la que por seguridad los estados se lanzaron a rescatar las economías. Y ahora resulta que tienen que ser rescatados ellos. Lo deben hacer forzados por la cooperación multilateral de otros (caso de los fondos europeos en Grecia, Portugal e Irlanda), o para evitar que lleguen o se les imponga directamente esa situación (caso de España y en algún momento quizá no muy lejano los EE UU). Desde luego que ha habido fallos de los mercados en los procesos que nos han abocado a esto. Pero también y sobre todo han fallado los estados, y lo peor es que a este paso pueden seguir fallando. Los primeros, bastante conocidos, serán los que conviertan en ineludible tales ajustes; dedicaremos el resto de la presente pieza a justificar esa impresión. Los segundos, aunque también han contribuido a esta situación, son ahora la principal causa de que ni siquiera busquemos soluciones.

El resultado es que llevamos casi cuatro años de crisis financiera y nos quedan al menos otros tantos. Este será el tiempo de mandato de los nuevos gobiernos autonómicos y locales. Y si en esos cuatro años para los cuales vamos a elegir el 22-M decisores y ejecutores de esas políticas no hay reformas sustanciales : el futuro de las mismas solo se puede agravar. No hace falta que España contribuya a complicar las cosas. La propia situación de la economía internacional se ocupará de ello. La concentración de los plazos de vencimiento de las deudas de los bancos y de las propias deudas soberanas nos tendrán en vilo los próximos dos años a familias y empresas (vamos, a los verdaderos paganos de última instancia), antes de que a partir de junio del 2013 la UE afloje sus rescates al incluir en las emisiones de bonos europeos cláusulas estandarizadas de renegociación fijando la responsabilidad de los acreedores ante casos de impago, lo que extremará la selección por dar juego al llamado riesgo moral.

 La percepción actual de esas amenazas pende todavía sobre Europa, aunque realmente EEUU y Japón serán los mas sensibles a la carestía de la deuda, y por eso son hasta hoy los más empeñados en mantener tipos de interés mas bajos. Los bancos, que llevan así cuatro años olvidando su función básica de intermediar entre el ahorro y la inversión, se enfrentarán los próximos dos años a lo que el FMI ha denominado un muro de vencimientos de deuda: tendrán que renovar para seguir como están de mal nada menos que 3,6 billones de dólares, equivalentes a todo el PIB español de tres años. Algunos, como los irlandeses y alemanes, deberán renovar cerca del 40% de todas sus deudas. Y eso coincidirá con media docena de factores que ayudarán a complicar la situación No vienen solo las anunciadas y comentadas subidas de tipos de interés y la carestía capital que se inicia ahora en todo el mundo por el aumento de las demandas de inversión y la tendencia a reducir el ahorro de los países emergentes.

A ello se añaden las fuertes necesidades de capitalización y de liquidez que imponen las nuevas normas internacionales de Basilea III, en virtud de las cuales en España se están reconvirtiendo las cajas y algunos bancos y por cuyo cumplimiento y saneamiento mantendrán cerrado el grifo del crédito varios años mas. Pero sobre todo vendrá el aumento de la competencia por esos recursos escasos, que se derivará de las demandas de crédito por parte de los estados soberanos afectados por la iniciada crisis de la deuda de los países desarrollados. Entre los déficit públicos que persisten y las necesidades de refinanciar la deuda a punto de vencer, sólo durante el presente año Japón y los EEUU tendrán que colocar respectivamente deuda equivalente a un 56%% y un %29 de su PIB. Los porcentajes de renovación de las deudas soberanas de la zona del euro apenas equivaldrán al 15%, aunque la presión de los mercados que se refleja en los crecientes tipos de interés a los que están dispuestos a prestar a los países con mayores incertidumbres es considerablemente mayor y tiende a convertir esas operaciones en inasumibles en cuanto a la carga que generan.

En esa tarea, como han relevado los casos de Grecia, Irlanda y Portugal, resulta clave que las condiciones impuestas por los rescates no erosionen la capacidad de crecimiento de la economía; si lo hicieran, sería malo para la solvencia de la deuda pública y los sistemas financieros en el medio plazo. Lo mismo cabe decir de las condiciones o compromisos asumidos voluntariamente por los países que como España han realizado ajustes para hacer innecesarios tales rescates, en este caso las últimas reformas han sido las de pensiones, la laboral y la de las cajas de ahorro. Las tres han sido puestas como ejemplo en las ultimas cumbres de la UE y del FMI y BM, así como en sus respectivos informes. Los márgenes de tipos sobre la deuda alemana y los seguros de crédito se han disparado los dos últimos años desde los 8 ó 10 puntos básicos a un mínimo de mas de 150 puntos básicos (1,5% adicional) para los países de alto "spread" (Bélgica, Grecia, Irlanda, Italia, Portugal y España). Estos cada vez se sitúan más lejos de los de bajo margen (Austria, Finlandia, Francia, Alemania y Holanda). España con sus reformas se ha distanciado de los casos mas difíciles en los tres últimos meses. Sin embargo, ese alejamiento es reversible e insuficiente en el panorama que se acaba de describir. En cualquier momento puede volver la volatilidad impuesta por las condiciones financieras. De ahí que sorprendan y carezcan de sentido tanto las declaraciones de Zapatero y sus acólitos sobre que no habrá más ajustes, como la última reunión del pasado 29 de abril entre la vicepresidenta y ministra Salgado y los consejeros autonómicos.

El Consejo de Política Fiscal y Financiera aprobó los objetivos de déficit de las autonomías para 2011-13 con el fin de ser enviados a Bruselas con el visto bueno de las CCAA. Pero Eurostat acaba de publicar las cifras de déficit público de los países de la UE27 en 2010 y España quedaba en el 9,2%, el tercer país entre los de mayor desequilibrio tras Irlanda y Grecia, además de ser el de mas paro, menores expectativas de crecimiento y mayores tensiones entre el ingreso público más centralizado y el gasto público más descentralizado de todos ellos. Los consejeros de una y otra obediencia política se fueron así al partido Madrid-Barça con el acuerdo implícito de camuflar el ajuste en municipios y regiones hasta después de las elecciones, como si fuera innombrable o gafe. Compromiso que la campaña ahora iniciada parece indicar que va a cumplir a rajatabla.

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