Para ser emprendedor, hace falta soñar despierto, tener ideas, pero también trabajar muy duro, fracasar algunas veces y volver a empezar. Lo básico y fundamental es mantenerse y si es posible, arriba. Es necesario ser muy curioso y no dejar de explorar ni un minuto qué sucede en el mundo. La curiosidad es la búsqueda del conocimiento, del saber.
A la vez, hay que saber rodearse de las personas idóneas en cada momento, aquellas que sean capaces de complementar tus habilidades, paliar tus defectos y que sean buena gente. No hay nada fácil y si lo es, algo no funciona. Por eso hace falta ser muy perseverante, resistente a las adversidades y por supuesto ambicioso, sana ambición, pero ambición al fin y al cabo. Para mí es básico enamorarse de lo que hagas y hacerlo con pasión, eso sí, sin abandonar la racionalidad, con un buen balance y armonía entre el corazón y la razón.
Dicen que los caminos que conducen a Dios son inescrutables. Pues los del emprendedor casi también. Los americanos, que son gente muy pragmática y de la que he aprendido mucho, siempre dicen que hay que ser la persona adecuada, estar en el sitio adecuado, en el momento adecuado. En mi libro explico la historia del fundador de Twitter y como en su juventud creó una empresa casi exacta a Amazon, pero diez años antes. Y fracasó estrepitosamente. Pues alguno de estos tres caminos falló.
Gabriel Masfurroll es presidente de Fundación Laureus España.