viernes,19 agosto 2022
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Luis García Montero

«Las verdaderas ideas y descubrimientos del profesor universitario surgen de la relación con los alumnos»

ibercampus.info
Cuando acabe este curso académico pedirá la excedencia en la Universidad de Granada. Su decisión es irrevocable. Se va porque quiere seguir siendo el mismo. El adolescente apasionado por la lectura que llegó al campus es hoy catedrático de esa misma universidad y uno de los más destacados poetas de la España actual. La revista Unelibros entrevista a este hombre por su doble condición de universitario y literato.

 

P.- Usted ha dicho que sus novelas de aventuras fueron los poemas que le leía su padre. ¿Qué se pierde una persona que no ha sido educada en el amor por la poesía desde niño?

R.- La lectura te invita a extender la vida, a vivir en una doble dimensión. La experiencia para los lectores no es sólo lo que les ocurre en la calle sino también con un libro en las manos. Uno, en sus novelas de aventuras, en sus poemas, con planteamiento, nudo y desenlace, aprende lo que es el amor, el miedo, la felicidad, la indignación, la rebeldía. Los libros dan una dimensión más profunda a la vida y nos ayudan a conocernos a nosotros mismos. Borges repetía siempre que el arte es como un espejo donde el lector reconoce su propio rostro. Quien ha sido lector desde la infancia y adolescencia siempre tiene un diálogo consigo mismo, que le refuerza la conciencia.

P.- ¿Se fomenta suficiente la lectura de poesía en los colegios o es la hermana pobre de la Literatura dentro del sistema educativo obligatorio?

R.- La poesía puede ser una hermana pobre, no en la calidad de lo que se escribe, que ahora se escribe poesía de mucha calidad en España, pero sí en la difusión del género. La responsabilidad es un poco de todos y, por supuesto, de los planes de estudio. Las humanidades ocupan cada vez menos lugar en la formación de los ciudadanos. No soy nada partidario de una educación arqueológica, desconectada de la vida, pero sí creo que en los retos de la modernidad las humanidades tienen un papel mucho más importante que jugar.

P.- Los planes de estudio pasan factura, lo estamos viendo…

R.- Pero no son los únicos responsables. Cuando los poetas escriben algo que no tiene nada que ver con la vida de la gente y se reducen a hacer juegos de palabras o escriben como si fuesen individuos del siglo XVI o XVII, sin meditar una respuesta a los retos del siglo XXI, tampoco pueden pedir a la gente que se interese por la poesía. Hay mucho poeta demasiado arqueológico, que huele a cerrado. Tenemos que asumir también nuestra responsabilidad.

P.- ¿Qué aporta la Universidad al estudio, formación y difusión de la poesía y los poetas?

R.- Yo soy, sobre todo, el adolescente apasionado que se motivó con un libro en las manos y se apasionaba tanto al leer que pensó cómo podía ganarse la vida cobrando por lo que uno haría sin cobrar. He hecho una tesis doctoral, unas oposiciones a titularidad y unas oposiciones a cátedra para poder seguir siendo el adolescente que era y ganarme la vida con eso. Para mí, en ese sentido, la Universidad ha sido fundamental.

Ha sido también esencial a la hora de revisar nuestra historia. El trabajo de los profesores universitarios ha sido básico para eso que se llama ahora memoria histórica. Toda la reivindicación de los escritores del exilio, el conocimiento profundo de lo que fue la Generación del 27, el conocimiento digno de nuestro pasado, que se había borrado a partir de la guerra civil, se ha puesto en claro, se ha revalorizado y se ha tratado con dignidad gracias al esfuerzo de muchos profesores universitarios.

P.- Su decisión de pedir una excedencia en la Universidad de Granada ¿es irrevocable?

R.- Sí. Cuando acabe este curso pido la excedencia. La vida universitaria en el departamento era muy incómoda porque había un profesor que se dedicaba a decir barbaridades teóricas y barbaridades personales. Después de llegar a decir estupideces como que Lorca era fascista o como que he provocado el suicidio de un amigo por venderme al capitalismo al colaborar en El País y en el grupo Prisa, le llamé profesor perturbado, él se sintió ofendido y del debate de las ideas, donde yo le permitía que me llamase hasta provocador de suicidio, se fue al juzgado. A partir de ahí y de la sentencia he perdido cualquier ilusión de trabajar en ese departamento.

P.- Después de 28 años dando clases, va a ser duro perder el contacto con los alumnos…

R.- Desde luego que sí. Cuando más se aprende es dando y preparando clases. Las verdaderas ideas y descubrimientos del profesor universitario, que después aprovecha en su investigación, surgen de su formación como profesor a la hora de preparar sus clases y de establecer una relación con los alumnos. Además, los estudiantes te ayudan a mantenerte con los ojos abiertos. Una de las obligaciones de los que vamos cumpliendo años es la de no convertirnos en unos viejos cascarrabias pensando que todo está mal, que todo es un fracaso, que los jóvenes son unos idiotas. Eso es mentira, los jóvenes tienen ahora su propio mundo y tienen que responder con su moral a sus propias circunstancias, que son muy distintas de las que teníamos nosotros. No podemos pedirles que respondan con nuestra moral sino que han de hacerlo con la suya porque su mundo es distinto. El contacto con los jóvenes te ayuda a poner los pies en la tierra y a no vivir de la pura nostalgia.

En cualquier caso, como en el oficio de la literatura hay constantes invitaciones a conferencias, lecturas de poemas en otras universidades, espero seguir manteniendo ese contacto con la gente joven.

P.- ¿Qué opina de Bolonia y de la adaptación de los estudios al Espacio Europeo de Educación Superior?

R.- Estoy muy preocupado. Europa, que durante mucho tiempo fue el símbolo del Estado y de la democracia social, se ha acabado convirtiendo en una trampa. En nombre de Europa se están defendiendo las políticas más neoliberales. Se está utilizando una especie de fantasma para irle quitando espacio a los estados nacionales. Europa ha entrado en una inercia de globalización muy peligrosa, porque es la globalización del mercado que no va acompañada de verdadera gobernanza de los ciudadanos. Me parece que Bolonia va a ir en esa dirección. Muchas de las ventajas que se dice que tiene el plan de Bolonia se podrían haber conseguido sin necesidad de plegarse al neoliberalismo más radical.

En la Universidad se va a producir el mismo desastre que ocurrió en los institutos en los años 80 y 90. La degradación de la enseñanza, la infantilización y la pérdida de valores que se produjo en los institutos ahora va a invadir completamente la Universidad. Estoy convencido de que a la Universidad hay que darle un cambio, que hay que transformarla, que tiene muchos defectos, pero la opción que se nos propone me interesa muy poco. Imitar el sistema universitario norteamericano me parece un grandísimo error. Europa tendría, en su tradición, que haberse convertido en referente del progreso y no dedicarse a imitar lo que se ha visto que conduce a mala cosa, que es el neoliberalismo norteamericano.

P.- ¿Entiende entonces el temor de los alumnos?

Lo entiendo y lo comparto completamente. Las humanidades vamos a pagar una factura importantísima.

Entrevista publicada en Unelibros, la revista semestral de la UNE que recoge las novedades editoriales de las universidades y centros de investigación españoles. Tienen una tirada de 75.000 ejemplares y se distribuye gratuitamente entre la comunidad universitaria, librerías y profesionales del libro.

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