Un análisis de la situación en Europa nos da algunas respuestas sobre el motivo para esta aparente incongruencia.
Pero para ello debemos analizar primero algunas claves sobre las diferencias entre países.
Para visualizar la primera, nos ayudaremos del mapa elaborado por el propio órgano de estadísticas europeo y que compara los países por franjas de edad.
En los países nórdicos y centroeuropeos asociados aun mayor desarrollo económico, se dan las emancipaciones más tempranas. Incluso hay casos como el de Suecia (con 17,5 años) en el que es inferior a la mayoría de edad.
Es fácil deducir que esto se debe a que el momento en el que los jóvenes abandonan el hogar coincido con el inicio de los estudios superiores.
Por contra, en los países del sur y el este lo más habitual es que la independencia se retrase hasta alcanzar una cierta estabilidad laboral y económica, que no se produce en España hasta casi un lustro después de haber acabado los estudios.
El efecto de la pandemia
El segundo factor para analizar es el impacto que ha tenido la situación derivada por la pandemia en estos datos. En el siguiente gráfico se muestra los datos para 2019 y 2020.
Aquí se ve que los países donde mayor variación se ha producido en un año son Irlanda, donde la media estadística se ha elevado en 1,3 o en Grecia, con un 0,7.
En el resto, la variación es inferior: de hecho, se sitúa en apenas 0,2 en la UE, por debajo de los 0,3 de España. Por contra, en Suecia, Luxemburgo, Chipre y varios países del este la variación ha sido negativa: la edad ha bajado en 2020.
En este sentido, hay que tener en cuenta que el impacto de una crisis no se traslada inmediatamente a la edad de emancipación. Influyen otros factores que determinan cómo afecta la situación a las expectativas a medio y largo plazo que ya tenían los jóvenes.
Así, si comparamos la variación 2019-2020 en el último año con la acumulada desde 2010 nos encontramos con un comportamiento diferente, en el que España sí figura entre los puestos de cabeza, en concreto en el segundo puesto.
Irlanda fue uno de los países más afectados por la crisis financiera, pero tiene una población menor que España y es uno de los países europeos con la población más joven, lo cual explicaría el impacto tan alto en la emancipación.
En el extremo opuesto se encuentra Luxemburgo, un país de tamaño aún más reducido en el que la emancipación se ha adelantado casi en 6 años desde 2010.
Mientras tanto, se repite el comportamiento de Suecia y los países del este que vimos en el gráfico anterior: Este grupo ha adelantado más la edad de emancipación de lo que se ha retrasado en los países del sur, como el nuestro.
¿Por qué? Es la consecuencia de dos modelos económicos diferentes, El primero, más orientado a la industria y la innovación que genera más optimismo sobre el futuro profesional.
El segundo, centrado en los servicios y el turismo y que además viene lastrado en esa década por el pinchazo de sectores como la construcción,
Esto reafirma la idea de que los jóvenes que tienen mejores expectativas dan el 'salto fuera del nido' antes.
El límite para emanciparse
Centrándonos en el caso de España, hemos analizado la evolución de la edad a la que los jóvenes se van de casa de los padres comparándola con la tasa de paro de menores de 30 años.
La menor edad se registró en 2010, lo cual parece extraño al ser un año en el que el paro juvenil se disparaba sino fuera por lo dicho antes: las expectativas.
En ese momento los jóvenes aún confiaban en una recuperación del empleo. A partir de 2010, cuando la crisis financiera pasa a ser una crisis de deuda que exige recortes por parte de Bruselas, ese rescoldo de optimismo se diluye.
Y no se recupera ni siquiera cuando la economía reactiva a la creación de empleo. En este sentido, la pandemia sólo refuerza una tendencia que previsiblemente se mantendrá en los próximos años con posiciones más cercanas al umbral de los 30 años, si antes no se toman las decisiones adecuadas en economía, innovación y formación.