Para dar este paso son varios los aspectos que hay que tener en cuenta, según publica Infoempleo.com:
Conviene que el emprendedor reflexione con detenimiento sobre su nueva situación y se plantee antes de lanzarse a la aventura empresarial, en qué medida está capacitado para afrontarla. No tendrá que olvidar factores esenciales, como el familiar o el de su propia formación. En este sentido, el futuro empresario no debe ser un especialista en los diferentes campos que afectan a la vida de su negocio, pero sí debe tener un conocimiento global de los mismos y saber rodearse, si lo necesitase, de los colaboradores más adecuados para el desarrollo de la actividad profesional a la que quiera dedicarse.
La elección del tipo de negocio es el punto de partida de todo proyecto empresarial. Son muchos los factores que pueden llevar a una persona a inclinarse por una actividad concreta, como los conocimientos técnicos del emprendedor, la simplicidad del negocio o las oportunidades empresariales en mercados con capacidad de crecimiento, poco abastecidos o de nueva creación.
Una vez definida la idea de negocio sobre la que se estructurará la empresa, y antes de entrar en la elaboración del plan de empresa, conviene que los promotores se planteen algunas preguntas. ¿Se trata de una idea realista? ¿Es viable técnica y económicamente? ¿Se puede acometer? ¿Su rentabilidad va a justificar los esfuerzos necesarios para ponerla en marcha? En el caso de que alguna de las respuestas sea negativa, lo mejor sería abandonar la idea y buscar otra.
El siguiente paso será elaborar un plan de negocio, para lo cual el consejo superior de cámaras de Comercio pone a nuestra disposición a grandes profesionales, y buscar la financiación necesaria para desarrollar el proyecto.
Una vez constituida la sociedad, la ilusión y la confianza que los promotores tienen en la misma, será decisiva para el desarrollo del negocio y para alcanzar los beneficios empresariales que se buscan.
Fuente:Infoempleo.com