jueves,18 agosto 2022
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¿Trabajo digno o maquillaje estadístico?

¿Puede una reforma laboral acabar con la temporalidad en España?

Javier Esteban Gayo / Redacción
Nuestro país cuenta con la mayor tasa de trabajadores con contratos temporales de toda la Unión Europea, una lacra que castiga especialmente a los jóvenes. Ahora, el Gobierno plantea una ambiciosa reforma de la contratación que busca tener éxito donde sus predecesoras han fracasado.

El Ministerio de Trabajo y Economía Social se ha sacudido los complejos semánticos asociados al compromiso de 'derogar' la reforma laboral vigente de 2012, al menos en la Mesa de Diálogo Social.

Su propuesta avanza  hacia una remodelación de la contratación que pone el foco en uno de los rasgos más perniciosos y dañinos de nuestro mercado laboral: el abuso de la temporalidad. 

Tras los últimos toques de atención de Bruselas, el Gobierno se compromete recortar al máximo las excusas para no hacer un contrato indefinido. Para esta batalla, está diseñando lo que, con una metáfora de estrategia militar, podríamos definir como un movimiento de pinza

En un primer frente, penalizando vía cotizaciones a las empresas que abusen de la temporalidad y rotación de os trabajadores. Se pone el foco así en prácticas de dar de baja un viernes y contratar un lunes al mismo trabajador, lo que provoca cifras delirantes de altas mensuales, como muestra este gráfico elaborado con datos del Ministerio de Seguridad Social, Inclusion y Migraciones.  

Tasa de afiliados según la duracion de su alta en la Seguridad Social

 

La enésima reforma laboral

El segundo frente es el  la modificación de la normativa legal. Y las  dudas surgen porque a lo largo del siglo XXI hemos tenido casi una veintena de cambios con mayor o menor profundidad del Estatuto de los Trabajadores, todas ellas con la declarada intención de mejorar la calidad del empleo. 

Aunque las dos que nuestros lectores tendrán más presentes seguramente sean la aprobadas en 2010 por el Gobierno del PSOE y, sobre todo, la de 2012, a cargo del Ejecutivo del PP.

¿Qué dicen los datos de la utilidad de estas reformas contra la temporalidad en el país líder en este problema en la Unión Europea?

Entre 2010 y 2020 la tasa de trabajadores de entre 20 y 64 años bajó 0,5 puntos porcentuales, al 20,1%, según EUROSTAT. Para los menores de 25 años, la subida ha sido de 10,4 puntos, hasta el 62,1%. 

Este gráfico recoge la variación interanual año por año para cada uno de estos dos colectivos. 

 

Variación interanual (%) de la tasa de trabajadores con contrato temporalLeyenda
Aquí se aprecia una cierta volatilidad que parece más vinculada a la evolución economía que al impacto sostenido de una norma concreta. La temporalidad se incrementa con la reactivación de la creación de empleo y se frena con su desaceleración.

Por no hablar de que cuanto más intensa es la destrucción de empleo, más cae la tasa de temporalidad: son los primeros en salir por la puerta. 

Así que si se cumple el guión de la crisis precedente, deberíamos esperar un rebote de la temporalidad, conforme al de la actividad, en 2021 y 2022. 

En esa tendencia es en la que la reforma que prepara el Ejecutivo se la jugará.   

 

¿Sirve para algo reducir contratos?

De la nueva legislación que negocia el Gobierno con los agentes sociales, sabemos que se va a materializar el acuerdo histórico para reducir de 4 a 3 el tipo de contratos. 

Digo histórico porque es lo único en los que PP, PSOE, Ciudadanos y Unidas Podemos se han puesto de acuerdo en materia laboral. 

Aunque el Gobierno va más allá y prevé impulsar los contratos fijos discontinuos como única forma de cubrir trabajos de temporada. 

Esto tendría un efecto importante en la temporada de verano, que podría suponer que alrededor de 300.000 personas saldrían del registro estadístico de las personas que salen con contrato temporal, una media 9,3% anula del total de contratos temporales, según la Encuesta de Población Activa (EPA)..

Además, plantea restringir las excusas para acogerse a un contrato temporal y el tiempo que pueden prorrogarse antes de convertirse en indefinidos. 

El pero a todo esto no es el diseño de las medidas, sino que no es la primera vez que se plantea ni se legisla. Y debe estar muy bien afinado para evitar lo que ha pasado en las otras ocasiones: que el abuso de la temporalidad no se corrige al cerrarle estas puestas: sólo se muda a otra habitación.

Como vemos en este gráfico, la evolución de los contratos registrados cada mes por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE).

Evolución de los contratos temporales registrados por tipo.  

   

La prueba del algodón

Aunque endurecer las causas de la temporalidad, reducir su margen y penalizar la rotación puedan parecer medidas orientadas en la buena dirección, no bastan. Necesitan cambios en áreas en las que los dos ministerios implicados no tienen competencias. 

Sin ir más lejos, en la temporalidad del sector público, por la situación de los millones de interinos, especialmente en la educación, la sanidad y la dependencia. 

Pero además hace falta un plan ambicioso que apueste por otro tipo de incentivos a modelos de más valor añadido y una buena dosis de colaboración público-privada. Todo puede estudiarse. 

Pero mientras sigamos en un modelo económico que considera el talento como un coste, no una inversión, no vamos a poder cambiar las reglas del juego.

Y lo que cada vez está más claro es que no podremos jugar en un tablero global en el que la competitividad la dicta la innovación, no la precariedad. 

 

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