Los contratos de prácticas, a menudo asimilados y confundidos con los de formación, sí han vuelto a los niveles prepandemia, si bien sus resultados también son decepcionantes: sólo suponen el 0,3% del total.
En un país en el que la temporalidad se ceba co los trabajadores menores de 25 años sorprende que estas modalidades tengan una presencia casi ínfima en el marco de la contratación.
Muchos expertos alertan de que, paradojicamente, ha sido la maraña de incentivos asociados a estos contratos los que hacen a las empresas optar por fórmulas más simples.
¿Basta otra reforma laboral?
Esta es la tesis que maneja el Gobierno, que en su próxima reforma laboral quiere impulsar una "regulación adecuada" de estos contratos, en palabras de la ministra del ramo, Yolanda Díaz.
Este fracaso, que se suma al de la FP Dual, parece mostrar que, al menos en sus hábitos de contratación, las empresas siguen ciegos al inicio de la carrera laboral de los jóvenes como una oportunidad de futuro para el talento de sus plantillas y la conciben como una forma de obtener fuerza laboral barata.