viernes,19 agosto 2022
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Estelle Talavera, escritora

«Soy sincera cuando digo que no me equivoqué de profesión y que no me cansaré nunca de ella»

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Con su bolsa llena de libros, su sonrisa imborrable y su encanto apareció Estelle Talavera, ex alumna del Máster en Edición de Santillana Formación y la Universidad de Salamanca. La publicación de su primer libro de poemas y su experiencia como editora tras el programa fueron los temas centrales de la entrevista. A través de las risas, la autora de 27 paraguas habló de su paso por el Máster, de los buenos amigos que ha hecho y, por supuesto, de su libro, esa pequeña joya que lleva a todas partes y que ya va por su segunda edición.

Estelle Talavera Baudet es editora y diseñadora. Fue ganadora del 1º Premio Internacional de Poesía La Mano en Valparaíso, Chile, y del 2º Premio de Poesía Arte Joven 2003. Ha publicado poemas en Cuadernos de lectura de Santillana y en diversas antologías, así como en las revistas literarias «El nido del escorpión» y «Tinta».

27 paraguas es la primera obra de esta joven enamorada de la edición que desarrolla su labor de editora en El Tercer Nombre, editorial en la que, en palabras de Estelle, «seguiré allí hasta que la gente deje de leer».

P.- Terminaste el Máster en Edición de Santillana Formación en 2007. ¿Por qué te decantaste por nuestro programa?

Elegí este Máster porque me lo aconsejó mucha gente. En mi peregrinaje por la Feria del Libro para encontrar editoriales con las que colaborar, me preguntaban si era editora gracias al Máster de Santillana. Fueron tantos los que me lo preguntaron que era inevitable plantearse la posibilidad. Hace años fui becaria durante seis meses en la editorial Temas de Hoy; allí también me aconsejaron seguir mi trayectoria con este Máster. Lo bueno que tiene el programa es que haces prácticas en una editorial y eso te abre muchas puertas. Por lo menos te dan una oportunidad, porque en la mayoría de las editoriales te piden ser joven y tener una amplia experiencia, algo desde todo punto de vista incompatible. Y, aunque a menudo no sean prácticas remuneradas, es un placer poder tocar todos los temas que estás estudiando en el Máster. Yo hice las prácticas en la Editorial El Tercer Nombre y actualmente sigo allí, y estoy encantada. Una de las clases del Máster la dio la directora de dicha editorial, Elena Fernández-Arias, y me enamoré, me dije «quiero trabajar en El Tercer Nombre», y allí estoy.

P.- Después de un año, ¿qué sabor de boca te ha dejado tu paso por el Máster?

Después de un año, el Máster me ha dejado un buen sabor de boca, pero para las personas que ya habíamos trabajado en el sector editorial nos ha faltado una parte práctica en la que te planteen los problemas que te vas a encontrar en el día a día laboral, problemas reales. Ahora, lo que sí es cierto es que cuando te tienes que poner a hacer el proyecto final del Máster te enfrentas a algo mucho más tangible, más similar a la realidad. Para aquellas personas que no han tocado el tema editorial hacer el Máster supone un gran paso en su carrera. La verdad es que estoy contenta con el programa, te coloca en el circuito editorial, y eso es un gran logro. Obviamente uno tiene que moverse luego, y mucho, pero por lo menos es la mini catapulta que te inicia en el mundillo. Además conservo como amigos a gran parte de los compañeros que tuve allí. Solemos quedar todos los últimos viernes de cada mes; los llamamos «Los viernes de la séptima», que fue nuestra edición.

P.- En el Máster en Edición los alumnos crean, a lo largo del curso, una empresa editorial reproduciendo, de la forma más verídica, su proceso, desde su constitución hasta la comercialización de los libros. ¿Qué te ha parecido esta experiencia?

El proyecto final es una buena experiencia, pero difícil. No sé si a nosotros nos lo hicieron a propósito, pero era bastante complicado por lo distintos que éramos cada uno de los componentes. En el fondo lo agradezco porque en el mundo real no eliges a tus compañeros de trabajo. Imagino que es una estrategia que tiene el Máster para decir a los alumnos: «tenéis que ingeniároslas sea como sea porque el mundo editorial es así».

P.- La coordinación del grupo de trabajo es un elemento clave para que el proyecto editorial salga adelante y funcione correctamente, ¿cómo fue la relación entre compañeros de grupo?

La relación fue por momentos compleja, sobre todo en su coordinación, y a la hora de estar completamente de acuerdo unos con otros. Pero poco a poco fuimos encontrando la manera de salir adelante y, de hecho, ahora son auténticos amigos. Procuramos no perdernos la cita de los viernes. Quien osa no venir tiene avalancha de emails al día siguiente… Además hemos tenido y todavía tenemos la posibilidad de colaborar entre nosotros en proyectos conjuntos.

P.- Recientemente acabas de publicar tu primer libro de poemas, 27 paraguas y está siendo un éxito ya que acaba de imprimirse la segunda edición. ¿Cómo estás viviendo esta experiencia?

La experiencia está siendo deliciosa. Es un placer, para alguien a quien le gusta escribir, ser leído por gente desconocida. Recibo correos de desconocidos agradeciéndome el libro porque les ha movido algo dentro. La sensación que siento en esos momentos no se puede verbalizar. Es un sueño verlo en librerías como el Círculo de Bellas Artes, Antonio Machado, Rafael Alberti, Visor, Paradox, Pasajes, Arrebato, etc… Librerías que solía y suelo visitar por placer.

P.- Cuéntanos qué podemos encontrar en tu libro «27 paraguas».

Se puede encontrar la fina línea que divide la palabra agridulce. La melancolía mezclada a las ganas de seguir adelante, la felicidad teñida de desencuentro. Es un juego de imágenes, escenas, sensaciones. Todos los altibajos y la subjetividad que empaña al ser humano. Para mí el arte es un simulador de sensaciones, un terreno onírico privado que puede despertarte en cualquier lugar del mundo.

Creo que 27 paraguas, en ese sentido, con su lenguaje directo, rítmico, fantasmal (en cuanto a onírico, irreal), puede arrancar del sillón a quien se sumerja en las imágenes que se van sucediendo. Espero que el lector se sienta espectador de uno mismo y no sepa cuál será el final del viaje.

Podemos encontrar las bambalinas de un circo, la casa vacía de alguien que se enfría, la contraposición entre el ser individual y el mundo que camina solo, el lenguaje particular de los objetos, los detalles desapercibidos…

P.- Fuiste ganadora del 1. º Premio Internacional de Poesía La Mano en Valparaíso, Chile, y del 2. º Premio de Poesía Arte Joven 2003. Además has publicado poemas en Cuadernos de lectura de Santillana. Se podría decir que la poesía es tu vocación, si no es así, ¿por qué te interesaste en escribir poemas?

Puede que esté descubriendo que es mi vocación. Tampoco lo llamaría vocación sino forma de expresión. Mi vocación en la edición y el diseño. La poseía entra dentro del terreno particular, mucho más indefinible. Mi padre es poeta y siempre me ha hecho leer buena literatura. Mi madre se doctoró haciendo una tesis sobre un poeta francés. Gracias a ambos la poesía ha estado presente en mi vida, aunque soy más lectora de narrativa. Sin embargo nada me hace hablar más a mis anchas como este género chico. La poesía es mágica. Uno arranca no sabe cómo y, a partir de ahí se entra en un momento de auténtico esparcimiento. Es dialogar contigo mismo, abrirte en dos para ver qué hay dentro. La mente vuela sola, «aparece» ante uno mismo. Es un auténtico placer.

Fuente: Departamento de Comunicación de Santillana Formación

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