Esto último lo evidenciaron la semana pasada casi de común acuerdo el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobernador del Banco de España. Uno al dejar en sus documentos el mensaje, una vez despejado de maniobras propagandísticas, de que el año entrante nos enfrentaremos más que a la recuperación a nuevos riesgos y ajustes. El otro, al advertir de que el “mayor riesgo” para cumplir los objetivos de reducción del déficit “proviene de las administraciones territoriales”. Ambos abogaron en sus declaraciones públicas por la posibilidad de que se imponga un “límite de gasto” para éstas, plan B que el Gobierno negó este fin de semana en la asamblea anual de gobernadores del FMI y del Banco Mundial.
Lamentablemente, el argumento esgrimido para ello por el Gobierno es muy débil: que el sector privado mantiene su capacidad de financiación y que en el público los ingresos de 2010 “van muy bien” y que para el 2011 se parte de una previsión de recaudación “muy prudente y muy conservadora”. Esto significa que la recaudación fiscal puede crecer más de lo que se dice. Pero respecto al nivel de su principal determinante, la actividad económica y las rentas derivadas de ella, casi todos los centros de predicción ofrecen pronósticos inferiores a los del Gobierno.
Este parte de que el crecimiento mundial será el año próximo del 4,3% (tres décimas menos que el presente), el dólar se depreciará hasta 1,27 euros (días pasados llego
Lejana recuperación del nivel previo
Elena Salgado, vicepresidenta y ministra de Economía, ha lanzado en la asamblea anual del FMI y del Banco Mundial el mensaje de que sin sostenibilidad fiscal no es posible recuperar el crecimiento ni reducir el paro de manera sostenida. ¿Les suena idea tan elemental? Es lo que viene diciendo su equipo y Zapatero desde principios de abril del 2009, el año de mayor retroceso en ambos frentes desde que existen estadísticas. Y el problema es que las respuestas y resultados dadas en el 2010 van camino de repetirse en el 2011, como por el entero perfil del año.
Por mucho que los gobiernos regionales hayan salido casi al unísono a decir que cumplen los requisitos marcados por el Gobierno, la clave es que la recuperación y el entorno económico internacional se perfilan más adversos de lo que esperan Zapatero y su Gobierno, tal y como llevan a temer los posicionamientos ante la llamada “guerra de divisas”. El FMI en su previsión para España apenas mejora una décima la anterior de julio: un retroceso del PIB del 0,3% y un crecimiento del 0,7% en 2011, casi la mitad de lo previsto por el Gobierno en los Presupuestos Generales del Estado, y por detrás del resto de las grandes economías.
Poco a poco, se va confirmando que España será de los últimos en recuperarse, aspecto negado por la vicepresidenta y ministra de Economía hace un año cuando se preparaba para aflorar un déficit del 2009 que duplicaba con creces el fijado en los Presupuestos, también por haber previsto un nivel de actividad menos malo que el resultante (casi un -4%). En consecuencia, España retrocede tres puestos en la lista de países por volumen de riqueza, para situarse en el número 12, adelantada en 2010 por Canadá, Rusia e India, mientras Brasil pasa
Algunos medios de prensa españoles han zanjado las predicciones del FMI para nuestro país diciendo que el año 2013 se recuperará la situación previa a la crisis; es decir, la del 2008. Extrañado aunque deseoso de confirmarlo, he buscado en todos sus documentos, sin encontrar fundamento. Los datos actuales no permiten esperar ni el nivel ni el ritmo, debido al intenso deterioro y al descontrol de las finanzas públicas el año 2009, cuyas consecuencias pagaremos como mínimo hasta el 2015. El equívoco viene de que el citado año 2008 la economía española creció un 0,9% antes de perder al siguiente el 3,7 y ahora quizá otro 0,4% el actual, y de que probablemente después del 2012 habrá crecimientos superiores a aquel 0,9%; el propio FMI vaticina para ese año
Para dentro de dos años, en concreto, el Fondo anticipa una salida de la recesión más rápida y luego estima que alcanzará un crecimiento del 2% en 2013, para mantenerse por encima de esa cifra durante los años siguientes, nivel para el que antes remitía al 2016. Se basa para ello en que el paro terminará el presente año en el 19,9% y bajará al 19,3% el que viene, pues “no muestra ningún signo de caída desde los altos umbrales actuales, debido a la rigidez del mercado laboral y al colapso de la construcción”. Sin embargo, como el FMI cree que “llevará un tiempo considerable recolocar a los trabajadores de la construcción” y que los pronósticos del Gobierno en los Presupuestos de 2011 son demasiado optimistas y “plantean riesgos”, dice que España no logrará estabilizar su deuda hasta 2015.
Las pérdidas fuertes del crecimiento
Esta predicción suena a puñalada en un contexto tan volátil y sensible a las deudas como el del último año, pese a que España haya logrado despegarse en la opinión y en la cotización de su deuda soberana de los países periféricos como Grecia, Irlanda y Portugal. Lo que no explica bien el FMI, que pese a todo sigue citando a España junto a esos países y algunas veces a Italia, es cómo lograremos volver a crecer un 2% el año 2013 con tanta incertidumbre y después de que entre el 2008 y el 2012 hayan mermado más del 10% el número de trabajadores totales y cerca del 30% las dotaciones de capital, las dos principales fuentes de crecimiento potencial en un país que bate récords mundiales dentro del mundo desarrollado en dependencia tecnológica y energética.
En efecto, y al margen de las expectativas de pérdidas de los dos últimos años por efecto de la depreciación de mercado en los stocks de riqueza material y financiera (inmuebles y títulos de propiedad financiera), la renta nacional disponible neta se redujo el año pasado por la caída del PIB en 29.000 millones de euros. Fueron unos 650 euros menos por persona, aunque la repercusión del aumento de la deuda pública multiplicó por tres esa cifra y el número de ocupados que contribuyeron a producir los 1,05 billones de euros de los que salieron los 0,84 billones de renta totales bajó casi en 1,37 millones de personas. Esa destrucción de empleo había empezado el año anterior con 0,1 millones y seguirá en el presente con al menos otros 0,5 millones en términos de variaciones interanuales, por lo que completará los dos millones sobre los 20,3 millones de ocupados alcanzados el año 2008.
Ese problema clave de la destrucción de empleo, mayor que en otros países europeos, como también más elevada había sido su creación en la década y media precedente, nos conduce a la medida en que esa reducción del 10% en la base de los productores de renta influye en las posibilidades y perspectivas de crecimiento. A ello se añade que la inversión o formación bruta de capital fijo que alimenta los stocks de capital físico (equipos, maquinaria y construcción) se han reducido cerca del 30% desde que empezó la crisis en año 2008 (un 4,8% ese año, otro 16% el siguiente y cerca del 7% al empecer el tercer trimestre del presente).
El panorama que tenemos de merma de los recursos de capital y trabajo tras casi dos años de recesión es como el ofrecido después de una batalla, o incluso de una guerra, tras las cuales salen destruidos los factores productivos y cuesta años recuperar su nivel previo. Aunque la habitual comparación al uso de la actual crisis es con
L0 mas grave es su dependencia y consiguiente vulnerabilidad. El problema es que, volcados a gastar mas de lo que ingresamos, somos la segunda economía mundial que mas capital neto necesita importar para funcionar. Aunque algo hemos reducido esa dependencia durante los dos primeros años de ajuste, todavía tomamos del exterior nada menos del 8,2% de todo el ahorro neto disponible en todo el mundo. Así lo hicimos incluso durante el año de crisis del 2009, frente al 38,2% de los EEUU, aunque con la diferencia que su tamaño total es solo una décima de ésta, por lo que en términos relativos casi triplicamos su dependencia de los capitales externos. Eso significa que España se lleva un tercio de todo el excedente chino, dos tercios del alemán o casi todo el excedente japonés, economías que siguen en tamaño a
En esas condiciones y en un contexto de recursos naturales escasos y abocados al agotamiento y a la mayor dependencia exterior, por muchas que sean las voluntades y capacidades de ingenio y supervivencia ya demostradas en anteriores ocasiones, ningún analista solvente puede atribuir a la economía española un potencial anual de crecimiento mayor al 1%, al margen de si el ciclo internacional va a mejor o a peor en los próximos años. Teníamos casi un 3% de potencial de crecimiento y hemos bajado al 1% precisamente por la indicada destrucción de capital y trabajo.
Pero es que, además, los países con los que España realiza el 80% de su comercio van a realizar la mayor restricción fiscal que se recuerda, equivalente al 1,5% de su PIB, por lo que no es de extrañar que todos quieran exportar más e importar menos, precipitando incluso al euro en la guerra de divisas con China y otros emergentes para que les faciliten esos planes. Hasta el propio FMI, instrumento de la ortodoxia en la aplicación de rigurosos ajustes, acaba de advertir de los riesgos de las políticas limitadas a la austeridad que lleven a esas tasas, obviamente para echar un cable a quienes como EEUU se aleja de la línea de rigor europeo, que se extremará el año próximo con más controles y sanciones a quienes se alejen de la misma con peligro para la estabilidad de la eurozona.
Por tanto, la estimación más elemental es que, como el PIB real español cayó un 3,7% el año 2009 y perderá otro 0,4% al cerrar el presente, tardará al menos otros 4 años (es decir, hasta el 2015) hasta alcanzar el nivel de partida del 2008. Para entonces, cumplirá los siete años de duración que atribuye a las crisis financieras la experiencia del último siglo. Pero no está claro que ni siquiera para el 2015 existan claras perspectivas de crear empleo, aunque el FMI indique que a partir del 2011 vaya a bajar la tasa de paro.
Factores indomables
Por supuesto que pueden surgir en cualquier momento cambios que alteren estos pronósticos, como las posibles reacciones ante los fuertes aumentos de productividad que se derivan de agudas destrucciones de empleo. El cuanto peor mejor tiene en este sentido alguna ventaja. Mientras que la recesión iniciada el 2009 hizo disminuir la productividad por ocupado en casi todos los países (caso por ejemplo de Alemania e Inglaterra, estudiados hace meses junto a España por el FMI), entre nosotros la destrucción de empleo ya sido tan amplia que la producción por trabajador enseguida se elevó a tasas normales próximas al 3%.
La consiguiente pregunta de cuánto incremento del PIB es necesario en esas condiciones para crear empleo tampoco tiene respuestas poco concluyentes; las investigaciones de los tres economistas a los que
Solo el hecho de que en el resto de Europa el paro sea la mitad que en España justifica que su crecimiento potencial alcance el doble. En la zona del euro, el mercado de trabajo sigue reforzando su capacidad de recuperación, mientras en España no muestra ninguna señal de disminuir, debido a las rigideces del mercado de trabajo y al colapso de la instrucción, que ha contribuido durante su expansión de las dos últimas décadas a que casi el 60% del crédito total a familias y empresas siga en la actualidad vinculado a
Esto viene a cuento de que el FMI ha incluido a España en un nuevo indicador de vulnerabilidad ante la deflación, derivado de los precios de
Lo anterior explica algunos de los fundamentos de vaticinios como el realizado la primera semana de octubre en Madrid por el secretario general de la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, que reúne a la treintena de países más avanzados), Ángel Guría, quien declaró antes de reunirse con Zapatero para urgirle la reforma de las pensiones y otras reformas estructurales que en España tendremos “hasta 2015 o 2017 un futuro mediocre de bajo crecimiento, alto desempleo y alto déficit público”. Días después, la OCDE aseguró, en su indicador económico compuesto, elaborado en agosto y publicado casi a mediados de octubre, que el crecimiento de la economía parece haber tocado techo. “No es que vuelva la recesión; es que el impulso reactivador se está deteniendo”.
En términos globales, el FMI habla de una recuperación frágil y a dos velocidades, con mejor ritmo entre las economías emergentes que en las desarrolladas, a las que insta a acelerar la reparación de sus sistemas financieros y reclama esfuerzos serios en materia de ajuste fiscal. Sus previsiones son de un crecimiento del PIB mundial del 4,8% este año y del 4,2% en 2011, con revisiones a la baja del crecimiento de EEUU y de la zona euro, que no llegará al 2%, y menos si persisten las “tensiones” en los tipos de cambio. Estados Unidos ve cómo el dólar se debilita frente al euro y el yen y crecen las presiones sobre China para que aprecie el yuan, mientras Pekín exige silencio a Europa sobre su política monetaria y sostiene que un cambio libre “sería un desastre para el planeta”.