jueves,18 agosto 2022
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El Envés

Urge la asignatura de Educación para la ciudadanía

Lecturas de un viejo profesor
Un manto de silencio parece ocultar le enorme necesidad de formar a nuestros jóvenes de acuerdo con los nuevos tiempos que nos ha tocado vivir y los que les esperan a nuestros hijos y nietos.

En su día, seguí de cerca las propuestas de intelectuales de reconocido prestigio sobre la urgencia de integrar esa asignatura en nuestro sistema educativo. Y me leí los textos que autores conocidos y respetados habían propuesto para llegar a un acuerdo básico y fundamental. Me parecieron muy buenos pero, instituciones confesionales, colegios privados y una oligarquía que tiene firmes asideros en nuestro sistema educativo echó por tierra esa materia de primera necesidad. Cada día me afirmo más en ello.

Leo con satisfacción la reflexión que hace el Maestro Boff sobre la situación en que nos debatimos en estos nuevos tiempos que requieren un nuevo sistema de educación, desde la edad más temprana posible.Entre los cambios que subraya referentes al estilo de educación cita los siguientes, que comparto ampliamente: Hemos construido el principio de nuestra autodestrucción con armas nucleares, químicas y biológicas. Nada es absolutamente seguro y un accidente cualquiera puede destruir nuestra civilización.

El calentamiento global crece día a día. Si no hacemos nada, como la comunidad científica más solvente ha advertido, podemos conocer dentro de algunos años un calentamiento abrupto de hasta 4-6 grados Celsius. Con eso, la mayoría de los seres vivos conocidos no resistirán y desaparecerán. Y parte de la humanidad también.

La escasez de agua potable (sólo el 0,3% es accesible a los seres humanos y a los animales) puede provocar guerras letales para garantizar el acceso a fuentes de agua dulce. O también alianzas de cooperación.

La planetización es un hecho nuevo en la historia de la Tierra y de la Humanidad. Salimos un día de África, donde estuvimos durante 4-5 millones de años y por eso somos todos africanos, y después nos esparcimos por los continentes; ahora estamos volviendo y encontrándonos en un solo lugar: la Casa Común, la Tierra.

La crisis ecológica afecta directamente al sistema-vida y al sistema-Tierra. Estamos destruyendo las bases físico-químicas que sostienen la vida. De continuar la sobreexplotación de la Tierra, ella no aguantará y nuestra civilización estará amenazada. Existe el peligro de que superbacterias que perdieron su hábitat por la deforestación puedan invadir ciudades y diezmar a miles de personas, sin que sepamos cómo enfrentarlas con potentes antibióticos.

Y es preciso subrayar que estos son datos, no fantasías. La gran mayoría de las personas no tiene conciencia de los peligros que corre. Por ello estamos obligados a pensar sobre el futuro común de nuestra especie y de la Casa Común. Todo debe comenzar con una sensibilización general. En casa y en la escuela es donde tal nueva conciencia debe surgir.

La UNESCO afirmó y sostiene la escuela debe llevar adelante su tarea básica, como la enunció la UNESCO: Aprender a conocer todo lo que el pasado nos legó. Como escribió Montaigne (1533-1592) en sus Ensayos: «el educador debe tener la cabeza sobre todo bien montada, más que bien llena». Es decir, saber la situación real de la Tierra y trasmitirla a los estudiantes;Aprender a pensar, sabemos mucho y todo está en Google, pero no pensamos lo que sabemos. El saber es un poder que puede construir una bomba atómica o un antibiótico. El saber no es neutro. Pensar es detectar a quien sirve el saber y quiénes son los dueños del saber.

Aprender a vivir, que es crear un carácter recto, amante de la verdad, es ser un buen ciudadano participativo con un proyecto solidario de vida; y a convivir, pues hoy vivimos en medio de las mayores diferencias de raza, religión, ideas, opciones sexuales; no permitir que la diferencia se transforme en desigualdad; todos tienen derecho de vivir su modo de ser; importa estar abierto en las redes sociales al destino de los pueblos, muchas veces trágico como ahora en Siria; interesarse por el sufrimiento de los más pobres y excluidos. Aprender a cuidar. Esto es nuevo pues sabemos que el cuidado es la ley básica de todos los seres vivos y también del universo; si no cuidamos del agua, la basura, de nosotros mismos y de las relaciones sociales, podemos dar espacio a la degradación; todo lo que amamos, lo cuidamos, y todo lo que cuidamos, lo amamos. De ahí que se imponga aprender a tener una ética y una espiritualidad. La religión puede ayudar pero no necesariamente, pues muchas hacen guerra y matan; ser ético es orientarse hacia el bien, asumir las consecuencias de nuestros actos, buenos o malos; optar por el bien común, por la verdad contra toda corrupción.

Si no tomamos estos desafíos como tema prioritario para compartirlo con los más jóvenes en la enseñanza secundaria contribuiremos a acelerar el desastre como ya ocurre con lo que muchos calificamos de la mayor arma de destrucción masiva, la explosión demográfica que parece que nuestros pensadores y gobernantes se han tomado como “un tema de ayuda social” en lugar de una prioridad  en el desarrollo humano de una sociedad que padece y se aboca a una destrucción previamente contrastada y estudiada. En la tardanza está el peligro, dijo el Caballero a Sancho.  Y en la obstinación y la codicia de los poderosos, está la responsabilidad de afrontar esta locura que nos conducirá al caos. Nosotros seremos responsables por no transformar nuestra información en compromiso concreto y compartido.

José Carlos García Fajardo

Profesor Emérito de la Universidad Complutense.  

 

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