jueves,18 agosto 2022
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Vacantes para un empleo «de muerte»

Davinia Delgado (ABC.es)
Hacerse un hueco en el más que concurrido mercado laboral puede resultar una tarea harto complicada; y si, además, se intenta en la provincia con mayor tasa de paro de toda España (Córdoba cerró 2006 con un nivel del 15,1% según la EPA), la búsqueda de empleo puede dar más de un quebradero de cabeza.

Cada tres meses, el Servicio Público de Empleo Estatal (antiguo INEM) publica un catálogo de ocupaciones de difícil cobertura que, a pesar de que, en principio, va dirigido a facilitar la integración social de los trabajadores extranjeros (permite tramitar rápidamente la autorización para residir y trabajar dirigida a un operario foráneo), puede ser una interesante pista para el resto de personas que engrosan las interminables listas de parados.

Entre los puestos en los que, en el último trimestre, se registraron menos demandantes, destaca el de sepulturero-enterrador. Según el director provincial del Servicio Público de Empleo Estatal, Rogelio Borrego, «es difícil concretar los municipios en los que se ha hecho patente la existencia de esas vacantes».
Para la elaboración del catálogo, el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) de Córdoba no sólo tiene en cuenta variables como la media de demandas, los puestos ofertados o los contratos, sino que, en muchas ocasiones, incluyen determinadas ocupaciones en función de una previsión. Es decir, que si, por ejemplo en una localidad se va a construir un cementerio, el SAE puede incluir el puesto de enterrador porque, evidentemente, se crearán puestos para este trabajo».
Hasta los topes
En cualquier caso, Córdoba capital no es precisamente la localidad que ha determinado que esa profesión esté en la lista de ocupaciones de difícil cobertura. Es más, en sus cementerios «las bolsas de trabajo están a rebosar y no hay puestos libres desde hace mucho tiempo», indicó Rafael Nevado, uno de los 50 operarios de Cecosam, la empresa municipal que gestiona los camposantos.
Añade que «está claro que esos puestos vacantes están en los pueblos. Hay pocos sepultureros a los que interese estar empleados para tan sólo uno o dos entierros al mes, y no es por la naturaleza del trabajo en sí porque, hoy en día, uno se acostumbra a lo que sea».
Nevado, que lleva más de cuatro años como sepulturero, explica que, al principio, le costó «un poco» hacerse a su nuevo empleo, «pero al tiempo se convirtió en una rutina, algo normal y corriente. He de reconocer que hay ciertas situaciones que me ponen la piel de gallina y que, inevitablemente, te hacen pensar en la vida y la muerte, y en que estamos aquí dos días. Pero estoy muy contento con la forma de ganarme el sustento».
Sus días transcurren entre los llantos de los que se quedan y los restos de los que ya no están, pero ha aprendido a mantenerse al margen, «y a trabajar lo más rápido posible para, en la medida de lo posible, no molestar a los familiares en estos momentos tan dolorosos para ellos», indicó el sepulturero.
También se ocupa del mantenimiento y limpieza del recinto, y de colocar las placas en cada nicho, «aunque es el marmolista el que se encarga de grabar las lápidas», aclaró.
Un trabajo más
Cuando termina su jornada «consigo desconectar fácilmente y no llevarme el trabajo a casa. El secreto está en tomárselo como cualquier otro empleo, con el aliciente de que tu día a día es más tranquilo que el de cualquier otro», explica esbozando una media sonrisa.
El ejemplo más claro que refleja la incipiente falta de escrúpulos para manipular huesos humanos está en el significativo número de personas que, tras tener conocimiento del catálogo del INEM, han presentado sus currículos en los cementerios de la capital. «Hemos atendido a muchos que pensaban que aquí tendrían trabajo seguro», indicaron desde el sacramental de San Rafael.
Pero este hecho evidencia, igualmente, el desconocimiento que existe de las técnicas de búsqueda de empleo. Según Borrego, «existen talleres formativos, una vasta información sobre el mercado de trabajo, asesoramiento laboral y un largo etcétera. Sin embargo, no estamos llegando a la población».
El responsable provincial del Servicio Público de Empleo explicó que muy pocos acuden a las oficinas del SAE para encarrilar su futuro, «y para orientarse de cuál es la mejor forma de lograr un puesto laboral o de mejorar su experiencia».
Añadió que «los que están buscando una ocupación no deben fiarse al cien por cien del catálogo porque, insisto, se trata de un referente, de un instrumento dinámico que fluctúa al ritmo del mercado y de las necesidades de cada provincia, de cada municipio».

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