jueves,18 agosto 2022
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El problema no es la EBAU, sino un desigual sistema educativo

Javier Laquidain, periodista y consultor de comunicación
Cuando el resultado de una prueba tiene efectos aplicables en todo el país, debe ser suficientemente homogéneo para salvaguardar la equidad y la igualdad de oportunidades. Así ocurre, por ejemplo, en los exámenes para el acceso al MIR o al ejercicio de la abogacía. Pero el caso de las pruebas de evaluación de bachillerato para el acceso a la universidad (EBAU), cuyos resultados determinan si el alumno va a poder cursar su carrera deseada, sigue otros derroteros.

Estas pruebas son diferentes en cada comunidad, su grado de dificultad varía y los criterios de corrección son distintos en cada territorio.

La ministra de Educación y portavoz del Gobierno en funciones, Isabel Celaá, ha reiterado que se va a crear un grupo técnico de trabajo para detectar y corregir las "incidencias" denunciadas en la dificultad de estos exámenes y para garantizar la "equidad" de los estudiantes de toda España. Pero rechaza crear una única prueba de EBAU. "Si por única entendemos exacta no, no es necesario, sería un empobrecimiento del currículo", ha subrayado la ministra. Lo que el Gobierno hará es garantizar la equidad, ha añadido, lo que no significa una prueba exacta para todas las comunidades autónomas, pero sí que tengan el mismo grado de dificultad. 

Lo que la ministra denomina “empobrecimiento del currículo” es complicado de interpretar porque, como ha reconocido en algún momento, aunque el currículo es común, en las diferentes comunidades autónomas se estudian contenidos distintos en las diversas materias. Es decir, se ha llegado a tal extremo en la descentralización del currículo nacional, haciendo un uso, excesivo a nuestro entender, de las competencias autonómicas en educación, que es el propio sistema educativo el que ha roto la equidad, hasta el punto de que no tiene nada de común. Aquí es donde topamos con el fondo del problema: un sistema educativo en el que los alumnos de unas regiones y de otras estudian cosas distintas. Algo irracional a simple vista pero que, desde la óptica de nuestros partidos políticos, resulta perfectamente normal y aceptable. La desigualdad, por lo tanto, es anterior a la EBAU, y lo que esta prueba hace es ratificar este estado de cosas. Por poner un ejemplo, en algunas comunidades la asignatura de Historia se imparte desde la Prehistoria, mientras que en otras se estudia desde el siglo XVIII.

Dificultad y criterios de corrección

La desigual dificultad entre unos exámenes y otros nace de la misma composición de las comisiones autonómicas que elaboran las pruebas, que componen profesores de universidad y de bachillerato. En función del criterio docente que prevalezca al establecer el examen, el grado de dificultad puede rebasar los conocimientos que serían exigibles a un alumno de bachillerato. Los criterios de corrección, por su parte, pueden ser tantos como el número de correctores de las pruebas, porque se basan en principios subjetivos que cada profesor acaba resolviendo a su manera. Y no nos olvidemos de la diferente consideración que se da a las faltas de ortografía, cuya valoración en cada comunidad autónoma pone de relieve un especial interés por distinguirse unas de otras en este terreno, como si la corrección del lenguaje fuese un valor relativo según el territorio de que se trate. 

Es obvio que la dificultad de un examen tiene un alto grado de subjetividad, que en el caso de los estudiantes está condicionado por su papel de “víctimas”. Sobre uno de los exámenes que más protestas ha provocado, el de Matemáticas II de la Comunidad Valenciana, contra el que se han recogido decenas de miles de firmas, el coordinador general de la EBAU del sistema universitario valenciano, Antoni Gil, ha afirmado que no supone ninguna irregularidad y que se ha magnificado la situación. En su opinión, no hay 43.000 personas indignadas con el examen porque la mayor parte de esas firmas "no saben de qué están hablando ni cuán difícil ha sido el examen; firman por simpatía". Y es posible que tenga razón, y que las preguntas que se formularon estén dentro del currículo estudiado por los alumnos. De hecho, me consta que buenos alumnos de matemáticas han encontrado el examen absolutamente normal y accesible. Lo que no contradice que sea más difícil y exigente que el que se ha puesto de la misma disciplina en otras comunidades.

Pero el caso del examen de Dibujo Técnico II, celebrado en Madrid, presenta unas características bien distintas. No son los alumnos los únicos que se han quejado. También lo ha hecho la Asociación de Profesores de Dibujo, que reúne a casi un centenar de docentes madrileños de esta asignatura. El asunto no es nuevo. Desde hace años, la asociación viene denunciando que la prueba que deben superar sus alumnos para llegar a la universidad no respeta los principios de igualdad, mérito y capacidad propios de la evaluación final de bachillerato. Aseguran que dos ejercicios de la última convocatoria no se ajustan a los contenidos del currículo básico de educación secundaria obligatoria y de bachillerato, en el que no se incluye nada relacionado con planos tangentes a superficies de ningún tipo, como se pedía en el examen, lo que significa un exceso y una desproporción respecto a los conocimientos que un alumno de segundo de bachillerato debe demostrar. 

Conocimientos ajenos al nivel de enseñanza

Otro ejercicio pedía hallar los elementos básicos de una parábola a partir de dos rectas tangentes y sus consiguientes puntos de tangencia, una característica que se fundamenta en una propiedad muy particular de la parábola, la polaridad, un concepto, según la asociación, que no aparece en ningún manual de bachillerato, ni en los libros de COU ni de Preu, y que se imparte en niveles universitarios. Ni siquiera, agregan estos profesores, figura en el temario de oposiciones para acceder a una plaza de docente de esta materia en la región.

Ante la situación creada con esta prueba, las universidades públicas de Madrid han pedido un informe sobre el examen de Dibujo Técnico II a la Comisión de Materia de Dibujo Técnico II, para trasladarlo a la comisión organizadora de la EBAU, a fin de que se valore lo sucedido. Un caso flagrante, no ya de desigualdad en los criterios de examen que se aplican en la EBAU, sino de exceso de actuación por parte de la comisión que elaboró los ejercicios.

¿Cómo y cuándo podremos contar con una EBAU igualitaria, equitativa en dificultad y homogénea en criterios de evaluación para todos los candidatos a entrar en la universidad? Si tenemos que basarnos en lo que ha afirmado la ministra del ramo, y no olvidemos que lo es de un gobierno en funciones, me temo que tarde, mal y nunca, por no dramatizar, porque el problema es mucho más profundo y hunde sus raíces en un sistema educativo desigual e inicuo.

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