Muchos expertos han planteado la necesidad de una reforma que replantee la educación tras el COVID no sólo en los términos administrativos de la nueva LOMCE o de las que la han precedido desde la LGE franquista de 1970, sino en los de su adaptación a las nuevas tecnologías y modelos. Antes de que triunfara la idea de repensar la educación tras la pandemia, lanzada por dos profesores de la URJC y asumida por la UNESCO, el colaborador de Ibercampus.es Germán Espinosa confirmaba que el confinamiento ha puesto de manifiesto la incapacidad de muchos centros y de su profesorado para adaptar la gestión académica de las asignaturas que imparten al modo de enseñanza no presencial o "a distancia". Una de las razones son las nuevas tecnologías.
El debate de lo que suponen estas va también mucho más allá de una de sus versiones más frecuentes los ultimos años: si permitir usar o no en las aulas. La Estadística de la Sociedad de la Información y la Comunicación en los centros educativos no universitarios publicada este viernes por el Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) dice al respecto que el 43% de los centros lo permiten para el alumnado de ESO; el 51,3% para el alumnado de Bachillerato; el 41,7% para FP Básica; el 53,5% para los de Grado Medio y el 58,6% para los de Grado Superior. Por territorios existe una gran variabilidad: desde el 8,3% para ESO en Ceuta, hasta el 100% para FP Superior en Melilla.
En todo el mundo el confinamiento ha planteado cuestiones somo el aumento de las desigualdades por la necesidad de educación a distancia, o a otros no menores: el aprendizaje a distancia está llevando a los padres al límite
al tratar de hacer su propio trabajo mientras ayudan a los niños mientras los maestros han estado relegados a las pantallas de las computadoras, uno de los mayores desafíos de la pandemia como planteaba Elizabeth (@Liz)_A_Harris en The New York Times. También en este medio se ha defendido la idea de que la educación online debe volver desde una perspectiva económica a un papel de apoyo, idea de David Deming.
Desde una perspectiva de mera existencia de infraestructuras online para la educacion, en España la citada Estadística de la Sociedad de la Información y la Comunicación en los centros educativos no universitarios se queda en ellos, mientras en los hogares el 91,4% tenía cceso a internet según las últimas estadísticas oficiales del INE publicadas en octubre pasado, frente al 51% de diez años antes. La tasa es considerablemente menor a la de familias con dispositivos útiles para la educación a distancia como el ordenador tipo tablet o el lector de libros electrónicos en caso de que los padres no necesiten para teletrabajar, como puede verse en la ilustración que sigue:

En cambio, los datos publicados este viernes por el Gobierno resaltan que el 96,8% de las aulas habituales de clase contaba con conexión a internet en el curso 2018-2019, cuando el 60,1% tenía además Sistemas Digitales Interactivos (SDI), como Pizarras Digitales Interactivas, mesas multi-touch, paneles interactivos o TV interactivas. Los datos recogidos por el Ministerio de Educación y Formacion profesional (MEFP) en colaboración con las Comunidades Autónomas muestran el avance de los centros educativos en materia de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
La conectividad en las aulas habituales de clase aumentó 2,2 puntos respecto al curso 2016-2017 -objeto de la anterior estadística-, hasta alcanzar el 96,8% en el curso 2018-2019.El mayor incremento se observa en los centros públicos de Primaria, que pasan del 93,2% al 96,2%, mientras que el porcentaje más alto de aulas conectadas corresponde a centros privados (97,4%) y centros públicos de Secundaria (97,1%). Por CCAA, la Comunidad Valenciana tiene una conectividad plena (99,9%), seguida por Ceuta (99,0%) y Canarias (98,8%), mientras que en el otro extremo se sitúa Aragón (84%), única comunidad que está por debajo del 90%.
El ancho de banda también mejoró de manera significativa en ese periodo: el 76,4% de los centros contaba en 2018-2019 con conexiones superiores a 20 Mb, el triple que en 2015. El porcentaje de centros con un ancho de banda superior a 100 Mb representaba el 27,4%.

Centros interactivos y participativos