jueves,18 agosto 2022
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Tras el fracaso de la reforma eléctrica española

Europa también reducirá su apoyo a las renovables

Redacción
La Comisión Europea sopesa prescindir de un objetivo vinculante de renovables de la UE para 2030 -que daría continuidad a la cuota del 20% decidida para 2020- por considerar que sería "imposible" lograr un acuerdo debido a las grandes diferencias entre las cestas energéticas de cada Estado miembro. Esta nueva vuelta de tuerca recuerda al fracasó la década pasada en su apuesta por las tecnologías de la información para convertirse en la mayor economía mundial.

 La decisión final se adoptará el próximo 22 de enero, fecha en el que el Ejecutivo comunitario tiene previsto presentar sus propuestas en materia de energía y cambio climático de cara a 2030, tanto por lo que se refiere a renovables como en reducción de emisiones y eficiencia energética.

Mientras Alemania y Francia han firmado una carta con otros seis países – Austria, Bélgica, Dinamarca, Irlanda, Italia y Portugal- en la que piden a la Comisión un nuevo objetivo de renovables para 2030 que incentive las inversiones en el sector, otros países con Reino Unido rechazan un objetivo obligatorio porque su apuesta se dirige más a la energía nuclear o al gas pizarra.Tampoco España -donde las primas a las renovables son uno de los factores que ha disparado el déficit de tarifa eléctrica- quiere que la UE fije un nuevo objetivo para 2030, según las fuentes consultadas.

En 2008, fue fácil establecer metas obligatorias para 2020 porque estas energías estaban todavía poco desarrolladas, pero ahora ya han alcanzado su madurez en muchos países y resulta difícil avanzar por decreto, alega Bruselas.

Por ello, el Ejecutivo comunitario sopesa como alternativa proponer una serie de medidas obligatorias para modernizar la infraestructura de las renovables, la capacidad de almacenamiento de la energía producida a partir de estas fuentes y las interconexiones. Sostiene que así se crearán las condiciones para seguir fortaleciendo el sector y se llegaría a un objetivo no vinculante de entre el 25% y el 27% en 2030 en el conjunto de la UE, dando flexibilidad a los Estados miembros.

La patronal europea, BusinessEurope, ha pedido también que no haya una cuota de renovables alegando que el solapamiento de objetivos se ha traducido en una sobrecarga burocrática y un aumento de los precios de la electricidad. Para la patronal, debería haber un único objetivo de reducción de emisiones de CO2 para 2030.

Este es el enfoque que probablemente seguirá la Comisión, aunque todavía hay un "debate muy intenso" en el colegio de comisarios sobre cuál debe ser la nueva meta. La comisaria de Acción por el Clima, Connie Hedegaard, defiende un recorte del 40% en las emisiones de CO2 (respecto a los niveles de 1990) y cuenta con el apoyo de España, Francia, Reino Unido, Italia, Alemania, Holanda, Irlanda, Dinamarca, Suecia, Eslovenia, Portugal o Finlandia.

Sin embargo, algunos comisarios como el de Industria, el italiano Antonio Tajani, o el de Energía, el alemán Günther Oettinger, reclaman rebajar el objetivo hasta el 35% esgrimiendo que debe preservarse la competitividad de la industria europea. El presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, todavía no ha decidido y es probable que el debate prosiga hasta el 22 de enero.

En cuanto a la eficiencia energética, el Ejecutivo comunitario no tiene previsto fijar ningún objetivo para 2030, aunque dejará la puerta abierta para hacerlo en el futuro cuando se revise la directiva que se ocupa de esta cuestión.

Las propuestas que sopesa Bruselas se alejan de las reivindicaciones de la Eurocámara, que reclama objetivos obligatorios del 40% de reducción de emisiones, 30% de cuota de renovables y 40% de ahorro energético. En la actualidad, la UE cuenta con un triple objetivo obligatorio de cara al año 2020: un 20% de recorte de emisiones, un 20% de cuota de renovables y un 20% de ahorro energético.Además de los nuevos objetivos en materia de energía y cambio climático, la Comisión presentará recomendaciones a los Estados miembros sobre la explotación del gas pizarra mediante la fracturación hidráulica (fracking), un estudio comparativo sobre los precios de la energía en los Estados miembros, y una propuesta de reforma del mercado de emisiones de CO2.Los nuevos objetivos deberán ser refrendados por los líderes europeos en la cumbre que celebran a finales de marzo.

Bernardo de Miguel (Cinco Días)

El entusiasmo de Bruselas por las energías renovables se apaga. La Comisión Europea actualizará este miércoles sus planes energéticos. Y a juzgar por los borradores de ese proyecto, las fuentes alternativas dejan de ser la piedra angular de la nueva estrategia.

Bruselas también se despide de los objetivos de eficiencia energética marcados en los últimos años. Y deja como única meta la reducción de las emisiones de CO2, con más libertad para que cada país diseñe su política energética. ¿El eje de la política energética deja de ser la sostenibilidad para centrarse en la competitividad", celebra una fuente del sector. ¿La presión de los precios, mucho más altos que en EE UU, ha hecho que Europa reequilibre su orientación", añade la misma fuente.

El giro llega solo cinco años después de que la Comisión Europea proclamase su estrategia 20-20-20, es decir, un 20% de reducción de las emisiones de CO2 (en relación con 1990), un 20% de energías renovables sobre el total consumido y un 20% de eficiencia energética.

El triplete, con 2020 como plazo, ha funcionado de manera desigual. El objetivo de reducción de emisiones es probable que incluso se supere (en 2012 se había alcanzado ya el 12%). El de renovables parece inalcanzable (13,5% en 2013). Y el de eficiencia energética, que no era vinculante, depende de tantas variables (como precio o actitud del consumidor final) que ni siquiera merece la pena mantenerlo.

El nuevo plan se contentará con fijar un objetivo global de reducción de emisiones, de entre el 30% y el 40%, hasta el año 2030.

Alemania, Francia y Reino Unido apoyan el porcentaje más elevado, por lo que es probable que la UE se incline hacia él.

En cuanto a las renovables, el debate está siendo muy intenso entre los departamentos de la CE, en particular, entre los más implicados (hay hasta cinco comisarios con competencias directas en la materia: Energía, Medio Ambiente, Cambio Climático, Industria y Competencia). Pero el consenso apunta a la supresión de los objetivos nacionales de producción (a España se le había fijado el 20%).

Bruselas se conformará con la reducción de emisiones y dará prioridad a las fuentes que abaraten el suministro

gaciones concretas para ningún país. ¿Un objetivo de renovables no vinculante, del 24% o del 27%, no atraería nuevas inversiones, según los propios documentos de la Comisión que se han filtrado", lamenta Greenpeace.

Y es que la nueva política energética supone casi un

regreso a la casilla de salida de la que partió el presidente de la CE, José Manuel Barroso, cuando asumió el cargo en 2004. En ese momento el portugués era reacio a cualquier medida que forzase a la industria europea a apostar por fuentes de energía y métodos de producción menos contaminantes.

Barroso solo abrazó la causa medioambiental en 2006, después de que su amigo y mentor Tony Blair impulsase el llamado Informe Stern sobre las consecuencias del cambio climático. Con fe de converso, el presidente de la Comisión alentó a partir de entonces unas energías renovables generosamente alimentadas con subvenciones públicas. E incluso intentó fijar un polémico objetivo de consumo de biocombustibles, flexibilizado finalmente por su posible impacto en la agricultura de los países en vías de desarrollo.

¿Las cosas han cambiado mucho desde 2008", justifica la Comisión los nuevos planteamientos. Y subraya que ¿las tecnologías han evolucionado, se ha sufrido el impacto de la crisis financiera y la formación de precios ha cambiado".

En los últimos cinco años, además, se ha desplomado varias veces el mercado de derechos de emisiones de CO2, creado para facilitar la consecución de ese objetivo. Y en Estados Unidos se ha producido la llamada revolución del shale gas, o gas pizarra extraído mediante la fragmentación hidráulica o fracking. Esa técnica ha propiciado una caída del precio del gas en EE UU del 70% entre 2008 y 2012, según datos publicados por el instituto de estudios IFRI. Según la misma fuente, la industria europea pagaya el triple que la estadounidense por el suministro de gas.

El plan energético europeo que se aprobará el miércoles incluirá directrices sobre la posible explotación del gas pizarra en Europa (donde se calcula que podría haber reservas de más de dos billones de metros cúbicos). Pero como ya adelantó CincoDías (el pasado 9 de diciembre), las discrepancias sobre esa técnica son tan profundas (Francia o Bulgaria incluso la han prohibido) que Barroso preferi¿ rá no una tomar posición tajante. Así que el fracking, como k las energías renovables, será a la carta.

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