jueves,18 agosto 2022
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L.Tomás Balibrea, presidente de los ingenieros industriales:

«La falta de equiparación europea afecta a todos los titulados españoles»

Redacción
Luis-Manuel Tomás Balibrea, presidente de la Federación de Asociaciones de Ingenieros Industriales de España, denuncia en esta entrevista concedida a Ibercampus que la falta de equiparación europea de los 94.997 ingenieros "afecta a todos los titulados españoles", quienes no pueden por ello competir en concursos internacionales e incluso sufren la discriminación de salarios inferiores. Atribuye el problema a la desidia de los ministros de Educación y de Industria.

 ¿Cuántos ingenieros industriales estima que hay en España y cuantos tienen el problema de equiparación europea denunciado en Ibercampus?. 

En nuestra Federación disponemos de la relación nominativa de los 35.065 Ingenieros Industriales egresados de las diversas Escuelas de nuestro país, desde la primera promoción en el año 1856 hasta 1999. La posterior eclosión de Escuelas en las pasaron a impartirse nuestros estudios, la transferencia de las competencias universitarias a las Comunidades Autónomas, y la excusa de la Ley de Protección de Datos, han motivado que, desde 1999, en nuestras organizaciones profesionales se desconozca la relación de quienes han egresado en cada curso académico. Lo que no deja de resultar curioso pues, según la legislación en vigor, cualquier Ingeniero Industrial que ejerza la profesión -y ejercer la profesión no se limita a realizar proyectos, sino que cualquier compañero que trabaje como ingeniero en una empresa la ejerce-, no solo está obligado a pertenecer a nuestras instituciones, sino que son éstas quienes tienen que velar por la ordenación de la profesión. Y difícilmente se puede ordenar a los que ni tan siquiera conoces quienes son. Tras solicitar en estos últimos dos años dichos datos al Ministerio de Educación en diversas ocasiones, lo único que hemos podido conseguir, y gracias a una gestión personal del actual Secretario General de Universidades, ha sido el número de Ingenieros Industriales egresados, por curso académico, en cada una de las Universidades españolas en el periodo 1999 a 2014. La suma de ellos asciende a 58.932, por lo que el número total de Ingenieros Industriales egresados en España ha sido de 94.997. Cada uno de ellos es potencialmente susceptible de ser discriminado por no estar adecuadamente equiparado al Marco Europeo de Cualificaciones, ya que cualquiera de nosotros, en un determinado momento, puede desear concursar a cualquier puesto laboral o licitación a un concurso de proyecto u obra internacional, pudiendo verse discriminado, como ya ha ocurrido, por no haber cumplido nuestro Gobierno con los compromisos europeos adquiridos en el año 2008. 

¿Tienen contacto con otras titulaciones o el problema de los ingenieros es más específico o perentorio? 

El problema de la equiparación no es solo de los títulos de ingeniero, sino que afecta a todos los titulados españoles. Aunque ha sido un problema que se ha relacionado más con los ingenieros pre-Bolonia, porque fueron, por su elevada movilidad internacional, los primeros en sufrir discriminaciones en licitaciones a concursos y ofertas de empleo en otros países. Y cuando antes me refería a todos los titulados españoles, quiero aclarar que no estoy ciñéndome solo a quienes poseen un título de Licenciado, Ingeniero, Arquitecto, Diplomado, Ingeniero Técnico o Arquitecto Técnico, sino que también se encuentran igual de afectados quienes poseen un título de Graduado o Máster post-Bolonia español. 

¿Pero los actuales titulados no son ya Grado y Máster en el Espacio Europeo de Educación Superior? 

Los actuales egresados de Grado y Máster tampoco poseen a día de la fecha una correspondencia efectiva al Marco Europeo de Cualificaciones. Y ello es así porque es el Marco Nacional de Cualificaciones Español -que no es el MECES, puesto que éste solo abarca la parte de la Educación Superior- el que tiene que equipararse con el europeo. Y conforme nos ha contestado por escrito la Comisión Europea, y lo corrobora el que España no aparezca referenciada en la correspondiente web de la UE, nuestro Gobierno no ha remitido todavía al Grupo de Expertos de la UE el informe de equivalencias entre nuestro marco nacional y el europeo. Pero es que, para poder hacerlo, se requeriría que existiera el Marco Español de Cualificaciones, que, conforme se referencia en la propia web del Ministerio de Educación, se denominará MECU. El problema es que el MECU, no solo no aparece en la normativa relacionada en la web del Ministerio, sino que, conforme se afirmaba en una de las páginas de la Memoria de Análisis de Impacto Normativo del proyecto de Real Decreto 22/2015, "el MECU no se ha publicado". Es decir, que oficialmente aún no existe. Por tanto, hasta que el Ministerio de Educación no lo convierta en realidad, difícilmente podrá remitir la documentación requerida por la Comisión Europea para que nuestras titulaciones universitarias puedan tener una equivalencia real y efectiva al Marco Europeo. Hasta dicho momento, como así ya sucedió con algunos certificados elaborados por el Colegio de Ingenieros de Caminos y hasta por el propio Ministerio, los titulados españoles corren el riesgo de que cualquier otro aspirante a una licitación pueda poner en cuestión que los licitantes españoles posean correspondencias de nivel válidas e internacionalmente reconocidas

¿Cómo influye la ausencia de homologaciones en los salarios de los ingenieros? 

 Pues conocemos casos de empresas que, amparándose en esta falta de equiparación, han contratado ingenieros españoles en una categoría inferior a la que les hubiera correspondido de haber estado legalizada su situación, con la consiguiente e injusta discriminación salarial. Pero peor aún es el caso de los ingenieros españoles que intentaron concursar a una oferta de empleo del Banco Mundial, vieron cómo sus solicitudes fueron rechazadas con la argumentación que no habían demostrado fehacientemente que sus títulos cumplían con el requisito de nivel solicitado en las bases de la convocatoria. 

¿Por qué tarda España tanto en este trámite cuando es tras Grecia el país de mayor paro juvenil europeo o hay países recién llegados a la UE como Croacia que lo resolvieron hace varios años? 

Como anteriormente he referido, España se comprometió con la Unión Europea en el año 2008 a que para abril de 2013 tendría equiparado su marco nacional de cualificaciones con el europeo. Pero ya hemos pasado el ecuador de 2015 y seguimos sin haberlo cumplido. Cuando en 2012 tuvimos conocimiento de los primeros problemas con los que empezaron a encontrarse nuestros ingenieros, trasladamos la problemática al Gobierno. Pero viendo que el tiempo transcurría sin que hubiera solución, desde nuestra Federación sugerimos por escrito en marzo de 2013, tanto al Ministro de Educación como a la Ministra de Empleo, que se aprovechara el cumplimiento del compromiso de equiparación entre el marco nacional y el europeo para solventar la problemática de los titulados pre-Bolonia. Sin embargo, hasta enero de 2014, en que el asunto trascendió a la opinión pública, a resultas de nuestras denuncias ante la Defensora del Pueblo y la Comisión Europea, parece que no preocupó demasiado. Resulta difícilmente entendible cómo todos los Gobiernos -no solo el de ese momento, sino también los anteriores- no tuvieron la sensibilidad necesaria para dar una solución rápida a una problemática, que no solo no requería incremento de gasto público alguno, sino que podía contribuir a mejorar nuestra balanza comercial exterior. Como ya escribí en una tribuna de opinión, contestando a las afirmaciones de la Sra. Gomendio de que no era posible solventar la correspondencia de los títulos pre-Bolonia del Catálogo con reglas simples, no hay más que consultar, para verificar que nuestros vecinos franceses, nada más iniciarse el Proceso de Bolonia, con una sola línea, establecieron la correspondencia de los títulos de Ingeniero con el nivel de Máster, así como en 2010 equiparando el Marco Nacional Francés (NFQ) con el europeo, cumplieron con ello el compromiso adquirido con la Comisión Europea. Como rezaba el título de aquella tribuna de opinión: "Si se quiere, se puede". Por el contrario, los entonces responsables del Ministerio de Educación, Wert y Gomendio, se empecinaron en malgastar el tiempo, que debían haber empleado en solucionar el verdadero problema de equiparación internacional, diseñando el complejo e innecesario proceso burocrático contemplado en el Real Decreto 967/2014, que está requiriendo la constitución de comisiones individualizadas para el análisis en la ANECA de los 129 títulos pre-Bolonia inscritos en el entonces Catálogo de Títulos Universitarios Oficiales. Lo que, además de estar suponiendo la dilapidación del tiempo de quienes integran dichas Comisiones, acarrea un coste innecesario, que sufragamos los contribuyentes, pues en la Memoria de Análisis de Impacto Normativo de dicho Real Decreto se contemplaba la suscripción de un convenio con ANECA para retribuirle por la realización de dichos informes. 

¿Cree usted personalmente que el ministro Wert se merecía la embajada OCDE que le niega la oposición y critican los diplomáticos? 

Yo pertenezco a una generación en la que prácticamente casi todos tuvimos la opción de cursar los estudios universitarios que elegíamos. Poníamos en la balanza los años de sacrificio -personales y de nuestra familia- que iba a requerirnos la superación de una determinada carrera universitaria y las expectativas profesionales que después se podrían obtener de la misma. Por tanto no soy capaz de entender cómo quienes, con la misma libertad que yo, eligieron una opción diferente, ahora se empecinan en buscar maneras para ejercer atribuciones no incorporadas a los estudios por los que se decantaron. Un buen reflejo de ello son las recientes declaraciones, realizadas esta misma semana por el Presidente del Consejo de la Ingeniería Técnica Industrial, argumentando que la correspondencia a MECES2 (y supuesto EQF6) "se corresponden con los de los Ingenieros del resto del mundo" o " este hecho supone un hito importantísimo para la Ingeniería Técnica Industrial y viene a reconocer algo que de facto ya estaba siendo admitido en el ámbito europeo, pero que desde España no se terminaba de reconocer, por lo que se están sentando las bases para la confluencia hacia una única profesión de Ingeniero que es lo normal en el resto del mundo". No sólo es incierto que en el mundo exista una única profesión de Ingeniero, o que en los restantes países los Ingenieros se enmarquen en el EQF6, sino que sería difícilmente entendible socialmente que, quien libremente se decantó por cursar una carrera de Ingeniero Técnico, de la mitad de años de duración que la de los Ingenieros, acabara pudiéndose presentar ante la sociedad como iguales a quienes realizaron estudios universitarios del doble de años. Algunos deberían ser conscientes que sus argumentaciones pueden ser igualmente deslizables hacia el nivel inferior, y, en concordancia con ellas, sería también igual de razonable la fusión de la profesión de "Técnico Superior en Electricidad" con la de "Ingeniero Técnico en Electricidad", para que así, en la pretendida posterior fusión de éstos con los "Ingenieros", a la sociedad se le simplifiquen los términos del lenguaje, reservando un único término -Ingeniero- para referirse a lo que son profesionales con ámbitos de actuación muy diferentes. Política de simplificación lingüística que podría emularse hacia otros ámbitos profesionales, dando lugar a la fusión de los perfiles de "Auxiliares de Enfermería", "Enfermería" y "Médicos" en el único término de "Médicos". Yo suelo ilustrar algunas de mis conferencias con una viñeta en la que una persona le pregunta a otra "Quién eres tú?", respondiéndole el otro, que no posee esa profesión, "Desde ahora yo seré tú y nadie más, salvo nosotros dos, sabremos la verdad", que ilustra a la perfección las verdaderas pretensiones de algunos. Entenderá que si mi opinión es contraria a que por decisión gubernamental se pueda otorgar acceso al ejercicio de una profesión regulada a quien no ha realizado los estudios habilitantes para la misma, sin necesidad de entrar en otro tipo de consideraciones sobre los méritos del Sr. Wert en su etapa ministerial, entiendo, comparto y me solidarizo con el malestar de quienes han superado una formación en la Escuela Diplomática que, lógicamente, no pueden más que considerar intrusismo profesional dicho nombramiento. Si a eso le añadimos la percepción social que ha dejado de su paso por el Ministerio, su poca disposición al diálogo -jamás atendió ninguna de las solicitudes de entrevista que le cursamos para exponerle los problemas de la formación universitaria de los ingenieros-, y el inoportuno argumento de la reagrupación familiar, ante la situación que viven un gran número de familias de esta país, no solo como ciudadano me parece inadecuado dicho nombramiento, sino que, como perjudicado de que como Ministro no fuera capaz de resolver la equiparación internacional de nuestros títulos, precisamente para haber fomentado la cooperación y el desarrollo económico internacional de los profesionales españoles, entenderá que mi valoración no pueda ser otra que no verlo como merecedor de, precisamente, la Embajada Española ante la OCDE. 

En una reciente entrevista, el Presidente de los Ingenieros Técnicos Industriales denunciaba que los títulos universitarios pueden no identificar profesionalmente, criticando la existencia del "Grado en Ingeniería en Tecnologías Industriales" (GITI) por no conceder atribuciones profesionales. ¿Cuál es su visión sobre este asunto? 

Los Grados en Ingeniería de la rama industrial [Grado en Mecánica; Grado en Electricidad; Grado en Química; Grado en Electrónica], que habilitan para al ejercicio de profesión de Ingeniero Técnico Industrial en el ámbito de una especialidad, no constituyen la base de la estructura racional de asimilación de conocimientos que se precisa para la formación de un Ingeniero Industrial. ¿Le parecería a alguien razonable que la formación en medicina requiriese previamente la superación de un Grado en Cardiología, o en Dermatología, o en Oftalmología, etc., para posteriormente, a través de un Máster en Medicina, pretender aportar a los estudiantes las competencias requeridas para el ejercicio de la profesión regulada de Médico?. Pues la situación es completamente equiparable a la formación de un Ingeniero Industrial. Como alerta la Real Academia de Ingeniería no es posible compaginar el desplazamiento de determinados contenidos básicos de los primeros cursos de la carrera de Ingeniero hacia más adelante, ante la necesidad de dejar paso a asignaturas más utilitaristas, imprescindibles para un ejercicio profesional de la Ingeniería Técnica Industrial en la especialidad para la que habilitan. Los hechos evidencian que dichos contenidos básicos, que desempeñaban un papel muy relevante en la formación, ante las dificultades para ser abordados, tanto para los profesores como para los alumnos una vez que éstos se han adentrado previamente en asignaturas más utilitaristas, han ido rebajándose, cuando no progresivamente desapareciendo. Como la orientación de las asignaturas no básicas es consecuencia de los conocimientos básicos del alumno, las deficiencias en las básicas están condicionando enormemente la orientación de las restantes asignaturas en las que, cada vez, se imparten contenidos más utilitaristas ante las dificultades para su fundamentación. Para intentar paliar la situación, a la que los responsables educativos abocaron a nuestras Escuelas, ante la imposibilidad de poder tener disponer de un plan de estudios de más de cuatro años de duración, no quedó más remedio que inventarse el GITI, sin atribuciones profesionales, que hoy constituye la vía óptima para quienes tengan claro que desean formarse de la manera más adecuada y coherente posible para ejercer en el futuro con las capacidades de un Ingeniero de nivel superior, cuyas competencias y atribuciones adquirirán tras cursar los estudios de Máster Ingeniero Industrial. Distingamos entre estudios que no conducen al ejercicio profesional, pero que son la vía más adecuada para recibir la formación y el acceso a los que sí conducen al ejercicio profesional del Ingeniero Industrial –caso del GITI-, y que yo suelo denominar “acciones preferentes universitarias”, que son aquellos que no conducen a ejercicio profesional alguno, tales como "Grado en Ingeniería de la Energía", "Grado en Ingeniería Física", "Grado en Ingeniería Matemática", etc. En cualquier caso no deja de resultar curioso que sean los representantes de la Ingeniería Técnica Industrial quienes ahora critican la existencia de títulos de ingeniería que no habilitan para ejercicio profesional, ya que cuando se creó la titulación de "Ingeniero Técnico en Diseño Industrial", pese a no tener atribuciones profesionales, no solo le dieron todos con sus beneplácitos, sino que los admitieron como colegiados en sus Colegios. Aquellos estudiantes que están cursando un GITI pueden tener la completa tranquilidad que, si su deseo es acabar ejerciendo como Ingenieros Industriales, no existe otra mejor vía para formarse adecuada y coherentemente. 

¿Cómo está la movilidad europea e internacional de los ingenieros españoles? 

 No hay más que consultar cualquier estudio sobre actividad exterior de las empresas españolas, o de emigración española, para comprobar que los ingenieros españoles están presentes en las principales empresas y proyectos de ingeniería de todos los continentes. Que la Canciller de la locomotora industrial de Europa visitase nuestro país para intentar facilitar la contratación de Ingenieros Industriales españoles por parte de las empresas alemanas, nos causó un gran orgullo y satisfacción por cuanto significó un reconocimiento expreso a la excelencia en la capacidad, la formación y la valía de nuestros compañeros. Pero también nos causó cierta tristeza observar cómo los técnicos más cualificados que teníamos en nuestro país se veían abocados, ante la desidia industrial a la que lo hemos conducido, a abandonarlo. Máxime cuando precisamente hemos sido los ciudadanos españoles los que, con nuestros impuestos, les hemos posibilitado alcanzar ese elevado nivel de formación y cualificación que ahora revierte en incrementar más la competitividad industrial de otros países; lógicamente a costa de la nuestra. En cualquier caso somos conscientes que hemos atravesado una coyuntura en la que coincidió la recesión de la industria española, que por primera vez motivó la aparición de ofertas de empleo mileuristas para ingenieros recién titulados así como la aparición de una ligera tasa de desempleo en ingenieros profesionales, a la vez que surgían interesantes ofertas laborales en otros países, a resultas de la situación de déficit de profesionales en ingeniería, que afecta a la práctica totalidad de los países de la UE, como resultado de una sociedad que no ha sabido fomentar adecuadamente las vocaciones ingenieriles en la juventud europea. Ante dicha coyuntura, rechazar esas ofertas laborales hubiera sido desperdiciar una oportunidad, no solo para el progreso personal de quienes se sentían personalmente frustrados tras tantos esfuerzos personales, sino porque como ciudadanos europeos no podíamos permitir que aún se degradara más el progreso tecnológico e industrial de nuestro continente. Al menos así, si llegara el momento en que los empresarios españoles realizaran una apuesta decidida por promover la industria en nuestro país, quizás tendríamos ocasión para hacerles retornar. 

¿Tienen los ingenieros algunos indicadores de que España está superando el modelo del ladrillo para aproximarse al de la cualificación por el conocimiento? 

Los últimos datos de que dispongo han sido unos que recientemente han facilitado nuestros Colegios del País Vasco. Conforme a ellos fue en el año 2007 cuando en dicho territorio comenzaron a decrecer los ingresos por visados de proyectos industriales. Cantidad que continuó descendiendo año a año, durante un periodo de 6 años, en el que el descenso del número total de proyectos fue del 65%. En 2014 se produjo un cambio de tendencia al, aunque muy ligeramente, incrementarse nuevamente los ingresos respecto a 2013. Si bien hay que ser muy prudentes, los datos del primer cuatrimestre de 2015 reflejan un incremento del 20% respecto del mismo periodo de 2014. No obstante para aportar una visión realista del estado en el que se encuentra el sector industrial, si se confirmase dicha tasa de crecimiento y se mantuviera, se precisaría llegar al año 2023 para que el País Vasco volviera a alcanzar el nivel industrial de 2007-2008. Pero no debiéramos olvidar que si esas son las predicciones para la recuperación del sector industrial en el País Vasco, en donde en 2014 se produjo un crecimiento neto anual del +1,1% del número sociedades mercantiles, cabe esperar un escenario mucho menos halagüeño en regiones españoles mucho menos industrializadas, como Canarias y Murcia en donde en 2014, en lugar de un crecimiento, se produjo una pérdida neta de sociedades, respectivamente, del -22,3 y -21,5%. La realidad es que mientras en 2007 el número de empresas industriales ascendía en España a 96.588, en 2014 dicha cifra quedaba reducida a 74.001. Un año después de que el Ministerio de Industria lanzase el Plan de Reindustrialización de España, la verdad es que poco se sabe de cuál ha sido la cantidad que realmente se ha ejecutado de aquellos 1.750 millones de euros que se para incentivos industriales, ni de los 800.000 puestos de trabajo que se iban a recuperar. Realmente, más que un plan, era una serie de apoyos, medidas sectoriales y horizontales de los que, salvo los planes de apoyo al automóvil, poco más se sabe. En espera siguen sectores prioritarios como la química, los bienes de equipo o la agroalimentación. Desde que cierto Ministro de Industria pronunció aquella famosa frase "la mejor política industrial es aquella que no existe", éste parece haber sido la motivación de nuestro ministerio. Quizás la falta de formación ingenieril de quienes han ocupado la cartera les ha llevado a no priorizar una apuesta decidida en política industrial, focalizando más sus políticas, por ejemplo, el sector turístico. Independientemente de ello existen en este país potentes sectores industriales, de gran tradición, que funcionan, como lo han evidenciado en esta crisis en la que se han buscado la vida lanzándose a la exportación; si bien gracias a que, en muchos casos, detrás de ellos existen multinacionales. Ciertamente no podemos descartar la existencia de indicios de un nuevo ladrillazo. Los datos de afiliación de trabajadores ocupados en la Seguridad Social del mes de julio sitúan a las actividades inmobiliarias, hostelería y construcción a la cabeza de la creación de empleo, siendo el aumento de éstas en el último año del 9,3%, 7,15% y 6.42%, respectivamente. Es evidente que es muy potente el efecto multiplicador de la construcción sobre el resto de los sectores y, en consecuencia, sobre la creación de empleo. Por ello no es descabellado pensar que cualquiera que gane las próximas elecciones, se vea tentado a nuevamente incentivar el ladrillo para disparar la ocupación. Sin embargo, la industria manufacturera, conforme a datos del mes de julio, tan solo ha aumentado su número de afiliados en el último año en un 2,73%. De ello se deduce que es imprescindible impulsar un verdadero pacto de Estado por la industria, con participación de la Administración, sector empresarial, y de técnicos cualificados -los ingenieros-, del que acabe concluyéndose dónde debe competir la industria española (en qué subsectores y actividades del proceso productivo) y cómo superar los problemas históricos que le afectan: el tamaño reducido de nuestras empresas industriales, unos niveles de productividad por detrás de economías de referencia y una inversión en I+D insuficiente.

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