jueves,18 agosto 2022
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Las estructuras góticas: más bellas y funcionales…; pero también, más vulnerables que las románicas

Cromatismos
Superado el primer milenio y desvanecida la profecía que anunciaba el fin del mundo,las catedrales románicas ya no parecían servir para acoger a la emergente burguesía comercial europea.Tampoco para construir lujosas y reservadas capillas a los primeros banqueros, o dar digna sepultura de alabastro bruñido a nobles, abades y obispos del pre-Renacimiento.Ni para perpetuar la sociedad alegre,confiada y feliz que se había atrevido a desafiar a la muerte.Surgieron entonces otras estructuras y modos

Estas nuevas soluciones constructivas que superaban el milenarismo, las catedrales góticas,  eran más bellas, más funcionales…pero también, más vulnerables que sus predecesoras, las románicas. Asi lo acaba de poner de manifiesto el  incendio de Nôtre Dame de Paris,  que tuvo como precedente el incendio de la catedral de Reims (1914) por obra de los alemanes tal y como lo inmortalizó el pintor francés  Gustave Fraipont (1849-1923) en su ahora famoso cuadro  póstumamente denominado “Premonición”.

Un primer resultado de la transformación material del espacio sagrado fue que la cubierta románica resultó ser más resistente al fuego que la gótica –la de Nôtre Dame de Paris- y que ha podido  arder porque el espacio comprendido entre la bóveda interior y la cubierta exterior a dos aguas era de madera creando un espacio hueco y –por tanto- más frágil ante los elementos adversos como lo ha sido, en este caso, el fuego.

Por fortuna, se ha salvado la estructura de columnas, ojivas, contrafuertes que aseguran la estabilidad del edificio, así como los arbotantes que transcurren desde los contrafuertes exteriores hasta las columnas interiores sobre las que se apoyan las ojivas que sustentan la nave central.

Las vidrieras no se han salvado porque son estructuras de vidrio ligero y, además, están formadas por pequeños cristales de colores (para dar forma a las figuras bíblicas que representan) unidos entre sí por cercos de plomo machihembrados al cristal pero escasamente resistentes a la acción del fuego. Pero el fuego no ha podido con las paredes, lienzos y paramentos que configuran y delimitan el entorno del templo; como tampoco con los grandes huecos que alojarán de nuevo los nuevos vitrales policromados y que –con total seguridad- reproducirán los originales del s. XII.

En las primera informaciones periodísticas se confundía bóveda con cubierta cuando ambas ejercen funciones muy distintas tanto en la construcción románica como en la gótica constituyendo la cubierta el elemento de protección de las bóvedas contra las inclemencias del tiempo. En resumen: las construcciones románicas de la Alta Edad.

 

Media –y coetáneas a la época feudal europea- confiaban la estabilidad de sus edificios sagrados, y principalmente, a los muros exteriores y que, por ello, sus huecos de ventana eran escasos, abocinados de fuera adentro a modo de estrechas saeteras creando un espacio interior oscuro, casi lúgubre y poco luminoso.

Por el contrario, los arquitectos de las catedrales góticas confiaban el peso de la estructura material del edificio a las ojivas (arcos apuntados de menor presión vertical que las de medio punto), a las columnas cilíndricas y nervadas (de menor sección que las románicas), a los contrafuertes exteriores (uno para cada ojiva, de  mayor altura y de menor volumen) y a los arbotantes que –partiendo y apoyados en los contrafuertes exteriores- sobrevolaban el espacio exterior en busca de los arranques de cada ojiva de la nave central (de mayor altura que las laterales) del templo gótico. De esta forma, el espacio de la cubierta se descomponía en sucesivos tramos cuadrados (o rectangulares) formados por cuatro ojivas (una a cada lado) soportadas por cuatro columnas y por dos o más nervios diagonales que se cruzan en la clave central dando origen –y de esta forma- a la bóveda de crucería.

Esta forma de  organizar el espacio interior permitía prescindir de los muros gruesos y continuos del templo románico, y el edificio gótico pudo ganar altura y permitió situar en los paramentos y paredes exteriores grandes vidrieras y rosetones que iluminaron  el espacio interior embriagando los sentidos de luz y color. Además,  el espacio creado entre bóveda y cubierta no se macizó con piedra o mortero mixto (como se hacía en la construcción románica) sino con una ligera estructura de madera que es la que ha ardido y provocado el colapso de la cubierta de la catedral de Nôtre Dame.

Esta forma de  organizar el espacio interior permitía prescindir de los muros gruesos y continuos del templo románico, y el edificio gótico pudo ganar altura y permitió situar en los paramentos y paredes exteriores grandes vidrieras y rosetones que iluminaron el espacio interior embriagando los sentidos de luz y color…

La diferencia esencial y clave, por tanto, entre las cubiertas de las catedrales románicas y góticas estriba en que las románicas son bóvedas “de cañón” como la de Santiago de Compostela. Si se observa desde abajo su bóveda, ésta discurre desde la entrada al templo hasta su ábside a modo de túnel continuo con arcos de medio punto “peraltados” (elevados) que sostienen su bóveda. El peso de esa descomunal estructura se traslada a los muros exteriores que –necesariamente- tienen que ser (al menos para sus arquitectos) muy gruesos y estar apoyados – a su vez- en contrafuertes de gran tamaño y que contrarresten el empuje vertical de la cubierta. En este esquema constructivo no tiene cabida habilitar huecos en los muros y que permitan la iluminación del espacio interior del templo.

Por el contrario, la cubierta de las catedrales góticas no es “de cañón” sino “de crucería” organizada por tramos a lo largo del eje longitudinal del edificio y cuyos elementos de estructura (cuadrada o rectangular) lo constituyen cuatro ojivas que definen su armazón o esqueleto, dos nervios que cruzan transversalmente –y de esquina a esquina- el espacio delimitado por los arcos y cuatro paños –o plementos– que cierran la cubierta parcial del tramo. El resultado de esta solución arquitectónica es que la catedral gótica no necesita de muros para asegurar su estabilidad y, por tanto, puede ganar en altura para permitir el paso de la luz natural a su interior: toda una revolución dirigida a crear y abrir nuevos espacios y promovida por la burguesía activa y emprendedora de la Baja Edad Media y que se constituyó en el modelo a seguir en toda la Europa cristiana.

…Más ligero, más alto y esbelto, más liviano, más bello, ornamental y decorativo, más inmaterial, más sensual y escénico, más luminoso, más expresivo del nuevo orden intelectual y mental auspiciado por la Teología Escolástica medieval, más pedagógico para la comprensión visual del relato bíblico

Todo, mucho más ligero, más alto y esbelto, más liviano, más bello, ornamental y decorativo, más inmaterial, más sensual y escénico, más luminoso, más expresivo del nuevo orden intelectual y mental auspiciado por la Teología Escolástica medieval, más pedagógico para la comprensión visual del relato bíblico, más persuasivo y convincente –para el pueblo llano- del dogma cristiano que consagró el origen divino del Poder. Y, sobre todo, un estilo y forma de definir el espacio sagrado, más representativo de una sociedad cada vez más estamental y estable, más confiada y predecible y que configuró la sociedad europea hasta las postrimerías del s. XVIII.

Sí, pero también mucho más vulnerable no sólo a los embates del fuego imprevisto sino  al de las mentes de una burguesía ilustrada que no dudó en socavar los fundamentos espirituales, ideológicos y mentales de una sociedad vieja, caduca e incapaz de adaptarse al cambio; pero que, aunque ansiosa de Igualdad, Libertad y Fraternidad nunca renegó, reniega ni renegará de su más glorioso pasado histórico.

 

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