En su informe, el Fondo Monetario Internacional muestra cómo la pandemia del COVID-19 amenaza a África Sub-Sahariana, una de las regiones con más países en desarrollo. Por ello, y debido a que tiene la población más jovenen del mundo (la mayoría, por debajo de los 30 años), en los últimos años ha sido una de las zonas de mayor crecimiento mundial. De ahí que el pasado verano la Fundación Alternativas pidiera a Europa y España mirar más a África como continente de mayor potencial.
A pesar del respaldo que anunciaba días pasados el G-20 en la suspensión de la deuda a los países más pobres durante un año, el FMI dice que la región se enfrenta a una crisis sanitaria y económica sin precedentes, que amenaza con revertir el progreso del desarrolo en sus últimos años. Sus pérdidas con la pandemia, que de momento solo lleva infectadas a unas 8.000 personas según las estadísticas, serán sin embargo menores: el globo perderá un 6% de su PIB, Eurozona 8,7% y España 10%, según el FMI, mientras que América Latina cederá un 7% de su PIB este año por el COVID, 2 meses atrasado, según Banco Mundial
Se necesitan medidas amplias para limitar las pérdidas humanitarias y económicas. A pesar del limitado espacio que queda para la crisis, el apoyo fiscal oportuno es crucial para proteger a los grupos vulnerables y garantizar una rápida recuperación cuando la pandemia desaparezca. 'La capacidad de los países del África Subsahariana para organizar la respuesta fiscal necesaria requerirá una amplia financiación externa en condiciones de donación y de concesión por parte de la comunidad internacional', apunta Abebe Aemro Selassie, Director del Departamento Africano del FMI.
La pandemia de COVID 19 lleva en Latinoamérica y el Caribe dos meses de retraso respecto a los 7 países más desarrollados, porque empezaron a verse primeros casos a finales de marzo. Pero el Banco Mundial prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) regional (excluyendo Venezuela) caiga desde el 2,6% del año pasado hasta el -4,6% en 2020, de acuerdo al informe. Para 2021 se espera que retorne al mismo crecimiento de 2,6% del pasado ejercicio.
Aquí se destacan las seis tablas que cuentan la historia:
1. COVID-19 amenaza con desencadenar una crisis sanitaria sin precedentes en el África subsahariana. Al 13 de abril, se habían confirmado más de 7.800 casos de COVID-19 en 43 países de la región. Sudáfrica, Camerún y Burkina Faso son los más afectados. La rápida propagación del virus, si no se controla, amenaza con abrumar a los sistemas sanitarios débiles y causar un gran número de víctimas humanitarias.


2. La crisis sanitaria está precipitando una crisis económica y alterando los medios de vida de los grupos ya vulnerables. Las medidas de contención y mitigación necesarias para frenar la propagación del virus afectarán gravemente a la actividad económica. Además, un bloqueo puede tener efectos devastadores, por ejemplo, en la inseguridad alimentaria, en los hogares que viven de la mano y tienen un acceso limitado a las redes de seguridad social.


3. Los efectos indirectos de un entorno externo que se deteriora rápidamente están agravando los problemas económicos a los que se enfrenta el África subsahariana. Una marcada desaceleración del crecimiento entre los principales socios comerciales está reduciendo la demanda externa. Además, el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales está reduciendo las corrientes de inversión y aumentando las presiones externas. Por último, la fuerte disminución de los precios de los productos básicos, especialmente el petróleo, está exacerbando los problemas de algunas de las economías más grandes de la región, que utilizan muchos recursos.


4. Se prevé que el PIB del África subsahariana se contraiga en un -1,6 por ciento este año, la peor lectura registrada desde que hay estas estadísticas. Si bien se prevé que el efecto entre los países difiera en función de factores como el grado de diversificación y la dependencia del turismo, ningún país se salvará. En comparación con las proyecciones hechas hace seis meses, el crecimiento para 2020 se ha revisado a la baja para todos los países de la región.


5. El apoyo fiscal oportuno es crucial para limitar las pérdidas humanitarias y económicas. Es esencial aumentar el gasto en salud, independientemente del espacio fiscal y los niveles de deuda. Dado el carácter amplio pero temporal de la crisis, se justifica cierto apoyo fiscal discrecional, incluso en países con un espacio limitado. La atención debe centrarse en medidas específicas que alivien las limitaciones de liquidez de las empresas y los hogares vulnerables.
Para los países que se enfrentan a limitaciones financieras, especialmente los exportadores de petróleo, donde es probable que la crisis sea más duradera, el objetivo debe ser realizar ajustes del gasto a buen ritmo y favorables al crecimiento que traten de generar recursos para el gasto social, al tiempo que se moviliza financiación adicional de la comunidad de donantes.


6. Es esencial que todos los asociados para el desarrollo realicen un esfuerzo amplio y coordinado para responder con eficacia a esta crisis. La capacidad de los países para dar la respuesta fiscal necesaria depende en gran medida de que la comunidad financiera internacional proporcione una amplia financiación externa y donaciones en condiciones favorables. Sin una financiación adecuada, las emisiones temporales de liquidez podrían convertirse en problemas de solvencia, lo que daría lugar a que la crisis de COVID-19 tuviera efectos a largo plazo en la actividad económica.