jueves,18 agosto 2022
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Nuevos empleos necesitan renovar formación y habilidades

Futurolandia
Entender cuáles son las consecuencias en el empleo del cambio en el entorno tecnológico-demográfico-global es el primer paso para valorar cómo puede afectar a diferentes puestos de trabajo. Nueva formación y habilidades pueden ayudarme a mejorar mis oportunidades de empleo.

La consultora  Deloitte ha publicado un corto pero interesante documento, Forces of change. The Future of Work, 2018 (https://www2.deloitte.com/content/dam/insights/us/articles/4322_Forces-of-change_FoW/DI_Forces-of-change_FoW.pdf). En el mismo se resume este camino desde las fuerzas del cambio a las implicaciones individuales, institucionales y de política pública.

Parte del reconocimiento de tres fuerzas impulsoras de la transformación del trabajo:

  1. Tecnología: IA, robótica, sensores y datos
  2. Demografía: Mayor esperanza de vida; distorsiones de la pirámide de población por edades; diversificación
  3. Fuerzas de atracción: Empoderamiento del consumidor y desarrollo de los mercados globales de talento

Su impacto provoca tres nuevos tipos de trabajadores, más allá del tradicional empleo local y a tiempo completo:

  1. Contratista externo: típicamente trabajos por proyectos
  2. Trabajador a distancia con contrato: incluidos telemigrantes
  3. Trabajador a distancia a pedido: gigger contactado por app o plataforma

El resultado final es que el mundo del trabajo para cualquier país está siendo sometido a profundas transformaciones originadas específicamente por:

  • Robots progresivamente más evolucionados, que reducen tareas o sustituyen empleos humanos. con importancia creciente en servicios (los globots de Baldwin o robots de <cuello blanco>)
  • Sustitución progresiva de trabajos predominantemente rutinarios realizados por empleados de baja cualificación y potenciación de empleos que requieren nuevos conocimientos  técnicos y habilidades sociales de creatividad, trabajo en equipo, resolución de problemas o capacidad de comunicación
  • Crecimiento de empleos sin desplazamiento, como los telemigrantesde Baldwin u otras variantes de una gig economy donde los trabajos no los realizan empleados fijos sino auto empleados, freeelancers o giggers, que se contratan por tiempo limitado para actividades específicas, que pueden reducirse a pequeños encargos puntuales.

Esta nueva economía informal de trabajos esporádicos, tiene múltiples variantes que van desde plataformasde suministro integral de servicios (p.ej. los VTC, vehículos de transp orte con conductor tipo Uber) a un amplio mercado de pequeñas tareas a distancia (crowdwork):

Como destaca un informe de Credit Suisse Research Institute (AI&The future of Work) al que ya hice regencia en mi anterior post:

Cualquiera puede contratar, por libre, trabajos de programación informática, diseño, escritores fantasmas o incluso consultores de empresas. Dado que estos trabajos no tienen que realizarse localmente, hay un mercado internacional alternativo altamente cualificado. En la economía gig el talento se comercializa  a escala global…Otros ejecutan tareas simples (como rellenar cuestionarios psicológicos o ayudar en el entrenamiento del reconocimiento facial de máquinas) por las que perciben pequeñas sumas (incluso pocos céntimos) por unidad de tarea realizada.

En este campo, como en otros muchos de la innovación digital, los impactos combinan aspectos positivos y negativos. Por ello, el desafío que tenemos delante de nosotros es conservar la cohesión social y la seguridad económica alcanzadas:

Dado el exceso de trabajo de baja cualificación en todas las economías avanzadas, deberá hacerse un esfuerzo sustancial para preservar los estándares de vida de aquellos que no pueden participar en los nuevos procesos de creación de riqueza protegiendo, a los miembros más débiles de las fuerzas de trabajo, de caer en la pobreza y exclusión…Las políticas públicas deben asegurar que el conjunto de la sociedad se beneficie de la tremenda oportunidad que se nos abre y que ello se realice de una forma inclusiva.

En cualquier caso, las personas no podemos asistir a todo este proceso de cambio como meros espectadores. Debemos tomar nuestras propias medidas. El mencionado informe de Deloitte resume nuestra defensa individual en dos actuaciones clave:

  1. Implicarnos en la formación por vida: «Sin ello lo más probable es que nuestras capacidades se queden obsoletas en menos de cinco años».
  2. Adquirir un lenguaje tecnológico (tech fluency): «Alcanzar y mantener un nivel básico de conocimiento tecnológico, en un contexto empresarial en que la tecnología no es sólo una necesidad estratégica, sino también un impulso clave».

Como profesor universitario no puede dejar de referirme a algunos aspectos del proceso de formación en la enseñanza superior (jóvenes y por vida), de las competencias a cubrir y de las habilidades a desarrollar. El tema es muy amplio y sólo plantearé algunas cuestiones que creo merecen una atención especial.

La primera se refiere a la especialización en general y a la opción STEM (Science, Technology, Engineering, Mathematics) en particular.

En mi opinión, la especialización es imprescindibleen un mundo en que los campos científicos se fragmentan y sus aplicaciones tratan de abordar problemas más singulares. Es verdad que la superespecialización puede conducir a una visión demasiado estrecha de un mundo en cambio rápido y profundo. Pero lo ideal puede ser combinar la especialización en un campo o tema específico con un enfoque generalista, que evite planteamientos estrechos, y con habilidades que fomenten la comunicación, el trabajo en equipo, la interdisciplinariedad. Profundo como especialista, pero flexible y abierto a nuevas ideas como generalista.

En el nuevo libro de Goldwin que he comentado en posts anteriores (en particular en https://www.antoniopulido.es/temor-a-globots-y-telemigrantes/)  se plantea la creciente necesidad de equipos flexibles, coordinados por generalistas y que permitan una colaboración de equipos complejos en que intervengan telemigrantes y globots.

En cuanto a la opción STEM, acepto el interés de cuidar las especializaciones cercanas a las tecnologías, ingenierías, ciencias «duras» y matemáticas en particular. Pero me temo que la campaña de captación de adeptos puede conducir a excesos que discriminen otros estudios, tan importantes como aquellos, en los campos sociales y de humanidades.

El reto que tenemos ante nosotros no se limita a formar ingenieros, físicos o matemáticos que desarrollen máquinas más inteligentes o programas informáticos más potentes. Se necesitan también las profesiones que apliquen las nuevas posibilidades tecnológicas, pongan límites éticos, valoren efectos socio-económicos, cuiden los intangibles y una implicación social saludable.

Lo que necesitamos, eso sí, es que todos los nuevos profesionales salgan de sus estudios universitarios o de enseñanza profesional con una formación adecuada para una nueva sociedad digital y unas habilidades y competencias acordes con el nuevo mundo que les tocará vivir.

En un post de hace unos años ya comentaba la necesidad de prestar una especial atención a esas competencias y habilidades (https://www.antoniopulido.es/16-habilidades-para-el-siglo-xxi-conocimientos-competencias-y-caracter/):

Worl Economic Forum había publicado un informe, en colaboración con Boston Consulting Group, titulado «New Vision for Education. Unlocking the Potential of Technology». Personalmente comentaba que consideraba que algunas de las ideas que contenía podían ser útiles para relanzar una transformación de los sistemas educativos que aprovechara mejor las potencialidades de los avances tecnológicos, sin renunciar a las esencias de una formación humanista y respetuosa con los valores compartidos de una sociedad moderna, democrática y solidaria.

El informe se iniciaba con una afirmación sobre la que debemos reflexionar: progresar en un mundo rápidamente cambiante y condicionado por la tecnología, exige que los estudiantes no sólo posean buen nivel en áreas tales como lengua, matemáticas y ciencia, sino también tengan habilidades en pensamiento crítico, resolución de problemas, persistencia, colaboración y curiosidad. Un análisis previo de indicadores en cerca de 100 países parece revelar amplios desfases en estas habilidades básicas.

Entre las 16 habidades básicas para ser un ciudadano adaptado al siglo XXI, se mencionan 6 «campos de conocimientos»a dominar: lenguaje, cálculo numérico, ciencias, TIC, finanzas, cultural/cívico. Añadamos 4 «competencias» para afrontar retos complejos: pensamiento crítico/solución de problemas, creatividad, comunicación y colaboración. Por último otras 6 «cualidades» a desarrollar en nuestro carácter para  adaptarnos a un entorno cambiante: curiosidad, iniciativa, persistencia, adaptabilidad, liderazgo, conciencia social/cultural.

Podemos discrepar en el listado, por lo que sobra o falta. Pero pensaba (entonces y ahora) que es una relación útil para reflexionar sobre la adecuación de los conocimientos, capacidades y actitudes que están recibiendo nuestros jóvenes como ciudadanos responsables del siglo XXI.

 

Antonio Pulido http://www.twitter.com/@PsrA

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