jueves,18 agosto 2022
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La salud pública, a la luz de la historia (3 de 5):

Un milenio de oscuridad y Muerte Negra: aislar e incluso desterrar a infectados por epidemias

Redacción
La pandemia de COVID se aproxima a 22 millones de infectados y 800.000 muertos en 188 países,cuyos gobiernos apenas cooperan,mientras las tecnologías de la información del digitalismo encuentran frenos institucionales incluso para detectar y rastrear los contactos.Seguimos pues con esta lectura para recordar que incluso en el milenio de oscuridad y pestes se aislaban y rastreaban infectados por epidemias.Ciencia, política, tecnología y economía superarían su actual incapacidad por entender mejor

La Edad Media (500-1500 d.C.)

Luego de caída del Imperio Romano en el año 476 d.C., a manos de los Turcos Otomanos, comienza la Edad Media. La barbarie generada por los Turcos Otomanos provocó el debilitamiento de los sistemas de salud del Imperio. Con la destrucción de los acueductos más importantes, Roma quedó en precarias condiciones de salud.

La cultura romana pudo conservarse gracias al Imperio Bizantino de Oriente, el cual avanzó en salud. Uno de sus principales aportes a este campo fue el Canon de Avicena (siglo XI ), una enciclopedia médica en la que se habla, entre otras cosas, de la prevención de las enfermedades; se da a conocer el uso quirúrgico de la anestesia oral; se aconseja a los cirujanos extirpar el cáncer retirando todo el tejido afectado; se sugiere la dieta como una fuente de gran importancia para el desarrollo y mantenimiento de la salud de la población; se nombran numerosos medicamentos, con comentarios sobre su aplicación y efectividad, y se recomienda la experimentación de nuevas medicinas tanto en animales como en humanos.

Posteriormente, desde los siglos XI al XV nuevos patrones de relaciones económicas comenzaron a reconfigurar la estructura de las sociedades europeas y el feudalismo dio paso al surgimiento de sistemas sociales basados en el libre intercambio. Las sociedades comerciales de finales del mundo medieval alentaron el crecimiento de pueblos y ciudades. Las preocupaciones culturales con respecto a la salud en este período comenzaron a centrarse menos en la comodidad de las élites y más en las peligrosas enfermedades de las poblaciones más densas. Los enfermos pobres eran más que una simple amenaza ideológica para la civilización de élite, y la asistencia sanitaria adquirió un nuevo estado político con el aumento de la urbanización. Ya se habían convertido en el objeto de provisión de bienestar cristiano; ahora el comportamiento social en relación con la prevención de la propagación de la enfermedad pasó a estar sujeta a la regulación de los estados civiles.

El bienestar de los necesitados fue asumido por devotos filántropos seculares con la aprobación de la Iglesia. Filántropos y gobernantes políticos comenzaron a fundar hospitales. Algunos también fueron establecidos por varias órdenes caballerescas a lo largo de las rutas tomadas por las cruzadas. Las ciudades de la Edad Media establecieron hospitales como símbolos de orgullo y progreso (Hernández et al., 2004). En el período medieval tardío, la filantropía hospitalaria adquirió un estatus social especial. Eso se convirtió en un objetivo de muchos príncipes y condes para fundar refugios para los pobres, enfermos y discapacitados.

La Edad Media fue un periodo que contribuyó al establecimiento del desorden social en términos de enfermedad. Como señala Porter (1999), a pesar de que los métodos de higiene, el comportamiento individual y el colectivo fueron introducidos en esquemas para la prevención de enfermedades en las sociedades antiguas, para el beneficio de la salud comunitaria de las élites, la saturación de enfermedades infecciosas como la fiebre tifoidea, la difteria, el cólera, la lepra, la sífilis y la peste negra –la más temida de todas; la enfermedad infecciosa más letal de todas las conocidas hasta la fecha– amenazó con desestabilizar a la sociedad en general. Con su crecimiento, los centros urbanos comenzaron a sentir las presiones por la creciente demanda de agua, vivienda y el manejo de las basuras. En las grandes ciudades aumentó la pobreza y con ella la enfermedad, lo cual condujo a esfuerzos por aislar las infecciones de las comunidades sanas.

Dentro del culto del Cristianismo se mantuvieron las normas de higiene, el abastecimiento de agua, el manejo de desechos en letrinas y la buena ventilación. Estas prácticas fueron pronto adoptadas en la vida diaria del pueblo, lo que mostró mejoras en la salud en general de la población. Es el caso del Régimen Sanitas Salernitarum, de la Escuela Médica Salertiana (Italia), que incluye la historia y normas de la higiene, las medidas de Salud Pública de la época y la prevención con base en la práctica y la experiencia. A su vez, avisa sobre el cuidado ante la viruela, sobre la dieta, la curación de enfermedades y las normas para el abastecimiento de agua.

En otros lugares de Europa también se establecieron buenas medidas higiénicas; así, en la segunda mitad del siglo XII, en Dublín, se abasteció con agua a toda la sociedad. En la ciudad de Brujas el agua se almacenaba fuera de la ciudad y se traía a la “casa del agua” para el abastecimiento. Se crearon mataderos municipales y se prohibió el sacrificio de animales grandes en las casas. Se reguló la venta y expendio de alimentos, principalmente de la carne, lo que se convirtió en una de las principales medidas de Salud Pública.

El comercio trajo una nueva forma de trasmitir enfermedades como la tuberculosis, la influenza y la lepra. La lepra amenazó a las urbes y la peste bubónica trajo un nuevo ajuste a la relación enfermedad y trastorno social, al llegar en medio de una fractura política y económica de la región, acentuándola (Porter, 1999). Durante la epidemia de la peste se llegó a perder casi la tercera parte de la población europea. Debido a esto, la dinámica social y económica cambió, lo que acentuó la crisis del feudalismo, socavando la autoridad política tradicional y las oligarquías, fenómeno que niveló las barreras feudales y el crecimiento económico; además, se dio una mayor demanda para el trabajo, debido la pérdida de vidas humanas (Porter, 1999). En virtud de lo sucedido a nivel social, se generaron nuevas estrategias de prevención de la enfermedad. El opulento se escapó del impacto de la plaga migrando hacia lugares seguros, lo que convirtió a la plaga en una enfermedad del pobre, quien no podía huir.

La disrupción social y la amenaza al orden social generadas por la peste produjeron una gran intervención de la autoridad política en las relaciones sociales y económicas en la sociedad europea medieval (Porter, 1999). Pese a que en la época era desconocida la manera de transmisión, de igual manera se inició a lo largo de Europa una restricción de los viajeros y de las importaciones en el comercio. Estas medidas estuvieron fundadas en las creencias hipocráticas y galénicas, fuertemente acentuadas por el conocimiento y experiencia ganados sobre el contagio persona a persona con la lepra y la sífilis, y por la postulación de una nueva teoría por parte de Girolamo Fracastoro en 1546 (como veremos más adelante en el apartado dedicado a la sífilis), mientras las ratas, principales vehículos de las pulgas transmisoras de la enfermedad, deambulaban libremente. Se inicia entonces en Italia la segregación de los enfermos, con el cierre de sus casas y la puesta en cuarentena a sus familiares y contactos. En algunos lugares del norte del país se llegó inclusive a desterrar a quienes salieran de viaje a zonas de epidemia, y se castigaba con pena de muerte a quienes incumplieran la ley.

La causa de la plaga no se conocía, pero había muchas teorías. La explicación más popular fue atribuida a los “miasmas”, vapores invisibles que emanaban de pantanos o pozos negros que flotaban en el aire y eran inhalados por las personas. Otros pensaron que se propagó por contacto de persona a persona, quizás por la exposición excesiva al sol o por envenenamiento intencional.

Existieron medicamentos crudos que fueron inventados para prevenir o curar la peste bubónica; uno de ellos era conocido como theriac. El humo, las hierbas aromáticas y el theriac fueron ineficaces, porque la plaga se propagó principalmente por picaduras de pulgas, aunque a veces las víctimas desarrollaron una neumonía por plaga que les hizo toser un aerosol sangriento que podía transmitir la enfermedad a otros por inhalación; esta era la forma “neumónica” de la peste.

Debido a la presencia de peste, la cual causó la muerte de muchas personas, se crean oficinas de salud pública semipermanentes, las cuales completarían su permanencia en el siglo XVI. Con estas oficinas se creó la figura del oficial de salud, funcionario con gran poder civil, quien ayudaba a la regulación de la propagación de la plaga, deteniendo así cada ciclo epidémico. El desarrollo de la administración en salud y la imposición de medidas de emergencia entre la comunidad local crearon importantes conflictos; las principales acciones civiles se orientaban a contener el pánico, el desorden civil, a mantener la estabilidad social y controlar la anarquía que era impredecible en las clases menos favorecidas. Sin embargo, los intereses políticos y económicos de los gobernantes de la época sobrepasaron las medidas tomadas en salud, pisoteando los intereses del resto de la población.

La plaga continuó atacando con epidemias entre 1665 y 1771 en Europa, India y Medio Oriente. En el siglo XVI se prohibió la realización de funerales públicos durante las epidemias de peste. La peste continuó en el siglo XX con brotes en Australia (1900), China (1911), Egipto (1940) e India (1995). Después de una larga epidemia de peste en Europa, finalmente esta sucumbió. Diferentes hipótesis se han dado para explicar el fin de la plaga: la pérdida de virulencia de la Yersinia, las alteraciones de los vectores/roedores, las medidas instauradas o los cambios climáticos (Porter, 1999).

La medida de cuarentena adoptada dio indicios de la importancia de la interrupción de la de la enfermedad a través de los vectores, en este caso en particular dado por los roedores infectados. El objetivo central de la regulación de la plaga iniciada en Italia fue la eliminación de la amenaza al statu quo político planteado por la crisis social y económica que originaba la epidemia, como una función del estado moderno orientado al manejo de la relación entre la enfermedad y el desorden social (Porter, 1999).

El siglo XIV vio una devastación de la población de Europa por la peste, las guerras y el colapso de sociedad feudal. También preparó el escenario para la revolución agrícola y luego la Revolución Industrial. El período siguiente, después de la “Muerte Negra” fue innovador y dinámico. La falta de mano de obra agrícola condujo a innovaciones en la agricultura. Recintos de tierras de pastoreo comunes redujeron la propagación de enfermedades entre los animales, aumentando la productividad de los cultivos de campo y mejorando la cría de ovejas, lo que condujo al desarrollo de las industrias de lana y textiles y a la búsqueda de fuentes de energía, la industrialización y los mercados internacionales.

 

Referencia bibliográfica y nota de la Redacción de Ibercampus.es:

Esta lectura consta de cinco piezas, con el imperativo de enfocar los graves problemas actuales desde la comprensión de los sistemas adaptativos complejos (SAC) de la naturaleza que recomienda el consejo editorial de ibercampus.es.

En la primera se esas piezas ya reproducimos la referencia bibliográfica de esta historia de la salud pública que aparece en el primer tomo de "Complejidad y Salud" (Universidad El Bosque),  gracias a la colaboración de la autora, la profesora Laura Julieta Vivas:

La salud pública, a la luz de la historia:

1) Los inicios. Astros y dioses cuando la prioridad era encontrar suficiente comida, no sobrevivir a las epidemias

2) El mundo greco-romano. Adiós a la medicina sacerdotal: Apolo, dios de la cura, fue reemplazado por Asclepio, héroe médico

3) Edad Media. Un milenio de oscuridad y Muerte Negra: aislar e incluso desterrar a infectados

4) Iluminación,revolución e ilustración. Renacimiento y revoluciones plagadas de infecciones, pero más saludables

5) Los ciudadanos democráticos. Extendida la salud en la ciudadanía democrática hasta lograr erradicar el virus de la viruela

Estas cinco piezas han sido sacadas por Ibercampus.es del primer capítulo de la obra cuyo índice aparece a continuación, titulada:

Salud pública y complejidad. Historia, conceptos, ejes

Colección Complejidad y Salud, Vol. 1 

© Editorial Universidad El Bosque 

Rectora: María Clara Rangel Galvis

Presentación

cap. 1 Historia de la Salud Pública

Laura Julieta Vivas

cap. 2 ¿Por qué es imposible la política pública en salud como la conocemos?

Luis Alejandro Gómez Barrera

cap. 3 Epigenética y Salud Pública

Santiago Galvis Villamizar

cap. 4 Salud entre determinismo y complejidad biológica: de la aserción genética molecular a la complejidad Eco/Evo/Devo

José Vicente Bonilla

cap. 5 Las Ciencias de la Complejidad y la salud organísmica amplían la comprensión de la vida humana

Chantal Aristizábal

cap. 6 Salud y/como grados de libertad

Carlos Eduardo Maldonado

Los autores

Índice onomástico

© Carlos Eduardo Maldonado (Comp.)

© Laura Julieta Vivas

© Luis Alejandro Gómez Barrera

© Santiago Galvis Villamizar

© José Vicente Bonilla

© Chantal Aristizábal Tobler

Facultad de Medicina

Primera edición, abril de 2019

ISBN: 978-958-739-153-4 (Impreso)

ISBN: 978-958-739-154-1 (Digital)

Editor: Miller Alejandro Gallego Cataño

Dirección gráfica y diseño: María Camila Prieto Abello

Corrección de estilo: Andrés Velez

Hecho en Bogotá D.C., Colombia

Vicerrectoría de Investigaciones

Editorial Universidad El Bosque

Av. Cra 9 n.° 131A-02, Bloque O, 4.° piso

+57 (1) 648 9000, ext. 1395

editorial@unbosque.edu.co

www.uelbosque.edu.co/investigaciones/editorial

Impresión: LB Impresos

Abril de 2019

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