jueves,18 agosto 2022
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Se pudo observar desde Marsella hasta Barcelona

UPC revela el origen de dos fragmentos del meteorito de Barcelona, que cayó en 1704

Redacción
Un estudio liderado por el investigador de la UPC Jordi Llorca revela el origen de dos fragmentos del meteorito de Barcelona, que cayó en 1703 en Terrassa. El trabajo sobre este meteorito, que es el séptimo más antiguo que se conserva en todo el mundo y el tercero más antiguo en Europa, se ha publicado recientemente en la revista ´Meteoritics and Planetary Science´.

El 25 de diciembre, día de Navidad de 1704, a las 5 de la tarde un  fenómeno totalmente inesperado  irrumpió en la calma del atardecer. Una  enorme y estridente bola de fuego cayó del cielo atravesando el  firmamento y causando  gran alarma entre la población. El que se conoce  como meteorito de Barcelona, que se pudo observar desde Marsella hasta   Barcelona,  cayó, según diversos testigos, en las inmediaciones  de  Terrassa y, hasta hoy, se creía que no se había preservado ningún  fragmento.  

La revista Meteoritics and Planetary Science da a conocer el hallazgo de dos fragmentos que han pasado inadvertidos  durante tres siglos entre las colecciones del gabinete de curiosidades  de la  familia Salvador. Además, el artículo, titulado 'The Meteorite de Barcelona: history, discovery and classification',  recopila una veintena de documentos históricos que no solo dejan  constancia de la caída del meteorito  si no que constituyen un valioso  testimonio del origen divino que se atribuía a los meteoritos en época  moderna. El estudio, liderado por el investigador Jordi Llorca, director del Centro de Investigación en Ciencia e Ingeniería Multiescala de Barcelona (CRnE) de la Universitat Politècnica de Catalunya · BarcelonaTech (UPC), en el Campus Diagonal-Besòs, se ha llevado a cabo con en el Museu de Ciències Naturals de Barcelona a través de un proyecto de investigación de la Secció de Ciències i Tecnologia del Institut d'Estudis Catalans.  

El  meteorito de Barcelona, que cayó un día tan emblemático como el día de Navidad y durante  la Guerra de Sucesión, dio lugar a numerosas  prediccions y supersticiones. Los dos bandos de la guerra lo utilizaron  con objetivos propagandísticos. Los partidarios del Archiduque Carlos de  Austria lo interpretaron como una señal de Dios a su favor, mientras  que los partidarios de Felipe V lo consideraron una advertencia a los  catalanes por la usurpación de la casa de Austria.

El estudio  contiene una descripción petrográfica y geoquímica que ha revelado que  los fragmentos ─constituidos mayoritariamente por silicatos y pequeñas  partículas metálicas ─ corresponden a una condrita ordinaria, de lo cual  se desprende que el meteorito proviene de un asteroide primitivo entre  les órbitas de Marte y Júpiter. El meteorito es el séptimo más antiguo que se conserva en todo el mundo y el tercero más antiguo en Europa. Para su estudio en detalle se han utilizado técnicas avanzadas de  análisis ( tomografía de rayos X, microscopía electrónica y microsonda  electrónica).

Los autores han comparado los restos del meteorito  de Barcelona con los cuatro meteoritos que se conoce que han caído o se  han encontrado en Cataluña (Caídos: Nulles,  Alt Camp, 1851 y Cañellas,  Garraf,1861; Encontrados:  Girona, 1899 i Garraf, 1905). El estudio  concluye claramente que ninguno de estos fragmentos pueden ser  confundidos con el meteorito de 1704.

Los dos fragmentos, de 50 y  34 gramos de peso, respectivamente, se han encontrado en un tarro de  vidrio mientras se documentaba la colección Salvador. El sobre del  interior del tarro  contenía una etiqueta incompleta y medio borrada  donde todavía se podía leer ( Pe  [d] ra  [que ca] ygué d'un [..] [..] u  es [..]en [..]y 1704).

La familia Salvador fue un brillante  linaje de boticarios y botánicos que desde comienzos del s. XVII hasta  mediados del s. XIX reunieron una biblioteca y unas colecciones  científicas muy importantes y que mantuvieron un gabinete de  curiosidades en la trastienda de su antigua farmacia de la calle Ample  de Barcelona. Los gabinetes de curiosidades, que proliferaron en Europa  desde el Renacimiento hasta la Ilustración,  jugaron un papel  fundamental en la elaboración y transmisión de conocimiento de la  naturaleza durante tres siglos. El espacio de la calle Ample ya no  existe, pero el Instituto Botánico de Barcelona conserva todo el  mobiliario y las estanterías, una biblioteca con más de 1.500 volúmenes,  un herbario único con casi  5.000 pliegos, unos 14.000 especímenes de  los reinos animal, vegetal y mineral, así como  diarios de viaje y  numerosa correspondencia, todo ello de un extraordinario valor  científico.  

Autores del estudio:

Jordi Llorca, coordinador del estudio. Director del Centro de Investigación en Ciencia e Ingeniería Multiescala de Barcelona de la UPC y miembro del Institut d'Estudis Catalans.

Marc Campeny, Conservador de Mineralogia del Museu de Ciències Naturals de Barcelona.

Neus Ibañez Cortina, Conservadora del Gabinete Salvador de l'Institut Botànic de Barcelona.

David Allepuz, Observatori de Sant Julià de Vilatorta.

Josep Maria Camarasa, Seminari d'història de la Ciència Joan Francesc Bahí. Fundació Carl Faust.

Josep Aurell Garrido, Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont.  

 

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