"Monedero medita alejarse de la dirección de Podemos a un mes de las elecciones", titula este miércoles EL PAÍS, mientras EL MUNDO y LA RAZÓN dicen que Monedero avisa a Pablo Iglesias de que hay que "recuperar" el 15-M y ABC que "asume su defenestración y descarta entrar en las listas de Podemos, al tiempo que todos los diarios informan como InfoLibre que una jueza abre diligencias contra Aguirre por vincular a Podemos con ETA.
"No voy a caer en la vanidad de afirmar que he logrado acercarme al Monedero privado, descubrir sus secretos, pero sí decir que tras diez horas de conversación creo que he reunido un material que ayuda a saber más de la persona que se esconde detrás del personaje, de sus fortalezas y sus fragilidades, que de todo hay", asegura Ramón Lobo.
En este libro —entrevista larga, más bien— Monedero arremete contra casi todo, incluidos los medios de comunicación. Habrá polémica, seguro. Solo existe un grupo que soportamos peor las críticas que Podemos: los periodistas.
"Creo que el texto está repleto de titulares sabrosos y de alguna noticia que otra; por ejemplo, la estrategia negociadora las elecciones. Uno de mis tuits (ajenos) favoritos dice: “Soy responsable de lo que escribo, no de lo que lees”. El periodista pregunta y el entrevistado responde. Esas son las reglas de oro y las he respetado. Cada uno es responsable de su parte, también el lector", dice también el periodista.
Igualmente, Juan Carlos Monedero, dice de sí mismo: "Nací en el madrileño barrio de Argüelles y en casa estaban los ocho tomos de la Enciclopedia Espasa para compensar que a mis padres no les dejó estudiar la dictadura. Leía a menudo caminando por la noche a la luz de las farolas del paseo de Rosales y así salía del ruido de un piso pequeño donde nos insurreccionábamos los seis hermanos. Monjas y curas, que me sembraron la desobediencia por su intolerancia, dejaron paso al Instituto San Isidro, donde me enseñaron historia mientras hacía el bachiller nocturno y trabajaba por las mañanas. Pasé tres años por la Facultad de Económicas, pero solo encontré mi rumbo cuando hice Políticas y Sociología. Una beca me llevó a Heidelberg, donde estuve casi cuatro años preparando una tesis doctoral que empezó con Weber y Gramsci y terminó interrogando al fracaso del socialismo en la República Democrática alemana. Aprendí allí la importancia de las palabras: que si a alguien le dices mal, lo maldices, y que los nazis ya habían asesinado a los judíos cuando empezaron a llamarles Unmenschen. Aprendí también que el Estado es la máquina más perfecta de producir obediencia y que en el mejor de los casos hay que vigilarlo muy de cerca. Escribí El cansancio del Leviatán (Trotta, 2003) y Disfraces del Leviatán (Akal, 2009) para entender que el neoliberalismo había hecho del Estado su principal aliado. Para rebajar incertidumbre ante la perplejidad de la época escribí El gobierno de las palabras. Política para tiempos de confusión (FCE, 2009) y después, con la experiencia luminosa del 15M, Curso urgente de política para gente decente (Seix Barral, 2013), publicado también en Colombia, México e Italia, y La Transición contada a nuestros padres (Catarata, 2013). Después de Alemania (con seis meses añadidos en Berlín), la experiencia en América Latina me ayudó a entender España. Somos también ese continente, sus cien años de soledad también son nuestros y el realismo mágico es en nuestras tierras, igual que allí, literatura costumbrista. Porque no hay nada más absurdo que un panadero que cociera pan solo para otros panaderos, decidí aplicar la lectura de época a la política y fundé con otros compañeros y compañeras Podemos. Nunca he conocido tanta gente tóxica por metro cuadrado como la que convoca la política (con la inestimable ayuda de las empresas de medios de comunicación), pero tampoco hay nada tan luminoso como la posibilidad de rebajar algún grado el dolor del mundo aunando esfuerzos con los otros. Y una meta: que nadie te robe el alma".