jueves,18 agosto 2022
Espacio euroiberoamericano de diálogo sobre la innovación social, profesional y académica
InicioOpiniónBlogsFermín Alcoba: un almeriense en los organismos internacionales

Fermín Alcoba: un almeriense en los organismos internacionales

Transitar por Eurolandia Transitar por Eurolandia
Este artículo pretende dar cuenta somera del XX Encuentro de la Sociedad de Economía Mundial, celebrado recientemente en la Universidad de Almería y, sobre todo, de ofrecer un semblante del alto funcionario de la OMC, el almeriense Fermín Alcoba, que impartió la conferencia de la sesión plenaria de inauguración del mismo y que tuve el honor de presentar.
Los pasados dias 9, 10 y 11 de mayo se celebró en la Universidad de Almería (UAL) el XX Encuentro de la Sociedad de Economía Mundial (actualmente presidida por el Prof. Sequeiros Tizón, catedrático de la Universidad de la Coruña), cuyo tema central fue Los nuevos desafíos a la integración en la Economía Mundial. Al mismo asistieron 143 congresistas de 58 universidades de 15 países. Se presentaron 112 comunicaciones en torno a 12 áreas temáticas, además de mesas redondas y actividades lúdicas. Un congreso, por lo demás, perfectamente organizado gracias al magnífico equipo del que se rodeó el presidente del comité organizador, el profesor Jaime de Pablo, de la Universidad de Almería; e igualmente el científico, que corrió a cargo del Prof. Valpy FitzGerald, catedrático de la Universidad de Oxford.

La conferencia plenaria corrió a cargo de D. Fermín Alcoba y versó sobre el Marco Institucional de la Integración: Organismos Internacionales, Función Pública Internacional y Sociedad Multilingüe. Como es habitual en él, hizo una exposición muy didáctica y amena. Entre otras muchas cosas nos explicó, cómo se fue pasando en los foros internacionales, del latín al francés y de éste al inglés.

En el caso del francés, una lengua románica, obedeció fundamentalmente a la consolidación de los Estados nacionales de los siglos precedentes, entre ellos Francia, que fue una gran potencia colonial y convirtió al francés en la lengua culta hablada por la aristocracia y la diplomacia. Su progresivo desplazamiento por el inglés, inicialmente obedeció más bien a un hecho un tanto casual aunque, a partir de ahí, su ascenso fue imparable dada la primacía internacional del Reino Unido y especialmente de Estados Unidos.

En 1919 se celebró la Conferencia de Paz de París sobre las reparaciones de guerra a las que tenía que hacer frente Alemania tras el desastre que había provocado en la Primera Guerra Mundial (reparaciones, por otra parte, muy criticadas por Keynes en su famoso libro Las consecuencias económicas de la paz). Resulta que el Presidente de Estados Unidos, Thomas W. Wilson y el Primer Ministro del Reino Unido, Lloyd George, no hablaban francés; en cambio, el Jefe de Gobierno de la República francesa, Georges Clemenceau, si conocía bien el inglés y se avino a que en esa ocasión se utilizara dicha lengua, que es la que, por razones obvias, se acabaría imponiendo en la diplomacia y en los negocios a partir de la Segunda Guerra Mundial.

En la conferencia plenaria, tuve el honor y la oportunidad de presentar a Fermín Alcoba, un personaje tan importante como desconocido. Y de eso trata lo que sigue a continuación.

Ya he dicho que el Fermín Alcoba es de Almería, en concreto de Berja. Siempre ha ejercido de almeriense y lo continua haciéndo ya que pasa en Aguadulce varios meses al año y también acude a cuantos actos le invitan. Actualmente el grueso de su tiempo libre lo reparte entre su residencia oficial en Ginebra, Almería y Australia, tierra de su esposa. Y el que le resta, recorriendo el mundo, que es su ciudadanía.

Fermín Alcoba cursó sus estudios primarios y secundarios en Almería y se licenció en Derecho por la Universidad de Granada en 1963. En sus vacaciones trabajaba en una empresa familiar: una agencia dedicada a la consignación de buques y exportación de frutas. De este trabajo temporal, sospecho, procede su interés por aprender idiomas.

En esos momentos España –y aún más Almería- estaba económicamente muy atrasada en relación con nuestros vecinos del norte, producto de la prolongada Autarquía franquista. En los primeros sesenta, España iniciaba su apertura externa tras las medidas liberalizadoras del Plan de Estabilización de 1959, que posibilitaron la exportación de la mano de obra excedente (y no cualificada) a los países europeos occidentales, el inicio del turismo de masas y las inversiones externas. Dicho Plan también permitió el ingreso de España en las principales agencias especializadas de las Naciones Unidas (de la que ya era miembro desde 1955), tales como el FMI o el BM; o más tarde en el GATT (que no pertenece al sistema NN-UU), en el que se incorporó en 1963.

Por su parte, Almería estaba saliendo un páramo económico. Según las estimaciones de Renta Nacional de España y su distribución provincial, que elaboraba el entonces Servicio de Estudios del entonces Banco de Bilbao, Almería todavía se disputaba los últimos lugares en producción entre las provincias españolas. Ya se había iniciado la revolución verde –la técnica del enarenado- en el Campo de Dalias, pero aún no se había consolidado el plástico ni el riego por goteo; y la comercialización de las hortalizas –principalmente tomate- se realizaba por empresas valencianas y murcianas. El turismo comenzaba a asomar por Mojácar, aunque todavía con escasa incidencia económica.

En ese contexto, F. Alcoba, una vez terminados sus estudios universitarios en Granada, se marchó por varios años a Londres y París para estudiar los correspondientes idiomas, lo que prácticamente nadie hacia por esos años. Y a continuación a Ginebra, donde estudió Relaciones Internacionales en el Instituto de Altos Estudios Internacionales. Y también pasó por la Escuela Diplomática de Madrid, para ampliar sus conocimientos en Derecho Europeo, que con gran inteligencia impulsara el ex ministro Alberto Ullastres.

Con ese bagaje de conocimientos y de experiencias, nuestro hombre se internacionalizó. No resulta extraño que se interesase por trabajar en los organismos internacionales ya que España, recién llegada a los mismos, ofrecía una gran oportunidad a sus profesionales con conocimiento de idiomas. En 1967, tras superar un examen de traductor, F. Alcoba ingresó en la Organización Internacional del Trabajo (OIT); dos años después, en 1969, lo hizo en las Naciones Unidas al aprobar el correspondiente concurso de Traductor, Editor y Redactor de Actas. Y, nuevamente, otros dos años después, en 1971, pasó al GATT (General Agreement on Tariffs and Trade), transformado (aunque de nueva creación), en 1994, en la actual Organización Mundial de Comercio (OMC).

Ha sido en la OMC, donde Alcoba ha desarrollado el grueso de su carrera profesional a lo largo de 32 años. En ella se jubiló en 2003, con el grado más alto de la escala funcionarial de dicho Organismo (D.2); y durante sus últimos 15, como Director de su División de Servicios Lingüísticos, Documentación y Gestión de la Información. No tengo conocimiento de que ningún otro funcionario español lo haya logrado.

Paralelamente a su trabajo en la OMC, Fermín Alcoba también ha desarrollado una actividad docente complementaria, al ser, durante 20 años, profesor (chargé d’enseignement) de traducción económica y de redacción de actas en la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Ginebra. Por eso también puede denominarse profesor.

Con ser muchos sus méritos, también cabe señalar algunos otros. Fue fundador y presidente de la Asociación de Funcionarios Internacionales Españoles (AFIE), de la que hoy continúa siendo Presidente de Honor. Y como distinciones, es Miembro de la Orden del Mérito Civil (en su grado de Comendador), y posee la insignia de Oro de la Universidad de Almería, por las razones que más adelante diré.

Conocí al profesor Alcoba en 2003, por intermedio de María Amelia Guzmán Martínez-Valls, que hasta un par de años antes había sido Consejera Comercial en la Representación Permanente de España ante la OMC y de los organismos internacionales de la ONU radicados en Ginebra. Acababa de invitarla a que participara como ponente –como así hizo- en un curso de verano que estábamos organizando el profesor Jaime de Pablo y yo en la Universidad de Almería sobre Relaciones Externas de la Unión Europea. En esa ocasión me dijo: ¿y por qué no invitas también a F. Alcoba, que es de Almería, un personaje encantador que es el mayor experto español en organismos internacionales? Por supuesto, no lo dudé.

Llamé por teléfono al Sr. Alcoba a su despacho en la OMC. La señora que me atendió me dijo que acababa de jubilarse, pero, ante mi insistencia, me proporcionó el teléfono de su domicilio al que llamé a continuación. Tras explicarle el motivo de mi llamada, Alcoba me dijo que estaba encantado de participar en el mencionado curso de verano, pero que justamente esa semana –la tercera de julio- ya tenía confirmada una reunión con las autoridades mexicanas para tratar de asuntos relacionados con la Quinta Conferencia Ministerial de la OMC que se iba a celebrar en Cancún a mediados de septiembre de 2003. ¡No te preocupes!, trataré de retrasar una semana nuestro encuentro: me apetece ir a la Universidad de Almería a la que, hasta el momento, nadie me había invitado. Cerrado ya este asunto, unos días después me comunicaron de la UAL que el curso pasaba a la última semana de julio, sin posibilidad de alterar el calendario. Me armé de valor y volví a llamarle para disculparme. Creo que no habrá problema, me respondió: me pondré en contacto de nuevo con los mexicanos para mantener la fecha que anteriormente habíamos fijado. Y así ocurrió. Y es que, aunque ya jubilado, continuaba prestando sus servicios a la OMC para este evento.

Una vez que Jaime de Pablo y yo conocimos al profesor Alcoba, una persona humilde, llena de sabiduría y con excelentes contactos internacionales, no dudamos en adoptarlo como colaborador permanente en dichos cursos, que se continuaron celebrando hasta 2009. Nunca faltó a los mismos y nos prestó grandes servicios, aunque no fueron los únicos para la UAL.

En noviembre de 2007, F. Alcoba y J. de Pablo, organizaron unas jornadas sobre Empleo en Organismos Internacionales, en las que participaron como ponentes los responsables de recursos humanos de la OMC, del CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas), de la Comisión Europea, de la Oficina Europea de Patentes radicada en Munich, del Fondo Monetario Internacional (FMI), de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) y del Servicio de Reclutamiento para Organismos Internacionales de la Agencia Española de Cooperación Internacional.

Año y medio después, en mayo de 2009, con motivo de la preparación de la presidencia española del Consejo de la Unión para el periodo enero-junio de 2010, J. de Pablo, con el apoyo de F. Alcoba, organizó otros dos cursos, prácticamente simultáneos: uno sobre economía y otro sobre cultura española. Sus destinatarios fueron funcionarios de la Unidad de Intérpretes del Parlamento Europeo y particularmente los nuevos empleados procedentes de los países del Este recién incorporados a la Unión.

Nunca entenderé bien por qué no ha habido continuidad en estas experiencias que hubieran dado a la UAL una dimensión internacional incalculable: es una de las pocas universidades europeas que se localiza en la misma costa y goza de un clima excelente, valor añadido que hay que explotar. Y más aún si no tiene coste financiero para dicha Universidad, como fueron los casos citados.

Como ya he indicado, la UAL ha concedido a Fermín Alcoba la insignia de Oro como reconocimiento a los muchos servicios que le ha prestado. Con ser importante tal reconocimiento, creo, en justicia, como también dije en el acto de su presentación, es un acreedor muy cualificado para que sea investido Doctor Honoris Causa por la misma. Espero y deseo que la instancia que corresponda inicie los trámites en tal sentido.

De interés

Artículos Relacionados

Centro de preferencias de privacidad